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Víctimas de un mundo cruel

Víctimas de un mundo cruel

La plaza de Santa Ana de la capital grancanaria acoge mañana y pasado, a partir de las 22.00 horas, el estreno de Salvando la sal, un texto de Maykol Hernández que, bajo la dirección de Romina R. Medina, cobra vida con un montaje escénico y audiovisual que reflexiona sobre el drama contemporáneo de la inmigración.

Jueves, 1 de enero 1970

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Qamar y Almuhit tienen muy poco que perder. Son valientes y deciden embarcarse en una peligrosa travesía para llegar al denominado primer mundo. Un lugar lleno de oportunidades para empezar de cero, tanto en solitario como junto a su familia. Pero... ¿realmente ese primer mundo es mejor que el que dejan?

Sobre esta incógnita se desarrolla Salvando la sal, una producción escénica de El Bambalinón, que se estrena en el marco del 21º Festival de Teatro, Música y Danza Temudas, que organiza el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria.

«El punto de partida es un texto de Maykol Hernández. Da mucho juego y por eso he apostado por una propuesta de formato grande y arriesgada, que une dos lenguajes, el teatral y el audiovisual», explica Romina R. Medina, directora escénica de este montaje.

Apunta que aborda una «realidad vigente» que, desde su punto de vista, es propicio para introducir una variación de calado. «El texto original se desarrolla en torno a dos personas de raza negra que llegan en una patera. Por la realidad que vivimos, opto por redirigirlo a dos mujeres árabes refugiadas. No se dice de qué país, pero a todos se nos viene a la cabeza Siria. Se quedan sin identidad, toda su vida anterior parece que se olvida. Se agrava cuando llegan al llamado primer mundo. Maykol Hernández realiza una crítica ácida, que desemboca en que no se sepa cuál es el primer mundo y cuál el segundo», explica antes de uno de los ensayos desarrollados en el Edificio Miller.

Apunta que Salvando la sal es un regalo para una directora dispuesta a arriesgar. «Me da pie, como creadora, para utilizar varios lenguajes y deconstruir la realidad que vivimos y para criticar el papel que desempeñan las superpotencias», dice Romina R. Medina.

Para llevar a buen puerto su propuesta en la plaza de Santa Ana, opta por una fórmula picassiana. «La historia se cuenta desde distintos lenguajes. Es como un Picasso. Parto de un lenguaje realista para romper y deconstruir la realidad», asegura.

Sobre el desarrollo apunta pequeñas pinceladas. «El texto tiene una sorpresa final, un giro inesperado que no podemos contar», apunta con misterio sobre un montaje que sigue su línea de «visibilizar a las profesionales de las artes escénicas».

Donde sí se extiende la directora es a la hora de explicar el peso que tiene en el montaje el trabajo audiovisual dirigido por Lila O. «Ha sido algo muy enriquecedor para los actores. Experimentan a los personajes en unos lugares reales y cinematográficos, para después trasladarlos al cógido teatral. Lo hemos logrado apostando por un código gestual. Ahí radica parte del reto y el riesgo que entraña esta propuesta, que permite crear desde ángulos muy distintos».

Romina R. Medina trabaja en Salvando la sal desde hace seis meses, con cinco semanas finales de ensayo. «Está diseñado para representarse al aire libre. Nuestra intención es que gire por las Islas y después por la península. Es carne de festival», comenta.

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