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«Zaj es como un bar. La gente entra, sale, está; se toma una copa y deja su propina». Esta frase del artista Walter Marchetti retrata a la perfección el espíritu de este movimiento vanguardista que arrancó en los años 60 del pasado siglo XX y que hoy día sigue marcando el paso como referente para creadores conceptuales de todo el mundo. El Centro de Arte La Regenta de la capital grancanaria acoge desde este viernes y hasta el 22 de marzo la exposición 'Zaj. 60 años', que permite descubrir o redescubrir buena parte de sus claves con una selección de piezas de tres artistas de su 'núcleo duro', el grancanario Juan Hidalgo, Walter Marchetti y Esther Ferrer, bajo el comisariado de Carlos Díaz-Bertrana.
Las piezas que se exhiben en esta iniciativa de este centro artístico del Gobierno de Canarias proceden de fondos de distintas instituciones públicas de las islas así como de colecciones privadas, asegura Díaz-Bertrana.
«Realmente, Zaj comenzó en noviembre de 1964, así que tiene un poquito más de 60 años. Arrancó en un principio con Walter Marchetti, Juan Hidalgo y Ramón Barce cuando realizaron el traslado de tres objetos de madera de chopo por las calles de Madrid, tras el que se sentaron a tomar unas cervezas. Días después comunicaron que habían realizado ese acto fundacional. A pesar de que su primer acto fue en la calle, toda la actividad posterior de Zaj fue en espacios cerrados, como salas de exposiciones, teatros y auditorios», explica el comisario de la exposición.
El nombre del grupo ya aportaba claves para entenderlos. Zaj no significa nada. Carlos Díaz-Bertrana recuerda que Juan Hidalgo y Walter Marchetti explicaban que ni recuerdan cuál fue su origen, más allá de un sonido o un juego de palabras que surgió en un momento dado.
«Lo primero que llama la atención, al menos para mí, es la actualidad de Zaj. Ellos trabajaban con ciertos conceptos atemporales y nunca estuvieron a la moda. Sus temas eran profundos y de ahí su vigencia. Trabajan mucho con el humor, la ironía, el absurdo, lo zen, el erotismo tranquilo, el azar y el uso de materiales pobres hasta que tuvieron dinero para hacer otras cosas», subraya el comisario.
«Cuando empiezan, en España hay dos vías para el arte. La oficial con el grupo El Paso, encabezado por Manolo Millares y Antonio Saura, dentro del que también estaba otro grancanario, Martín Chirino. Por otro lado iban el grupo de Antoni Tapies y el de los escultores vascos, encabezados por Oteiza y Chillida. Eran los artistas, por llamarlos de algún modo oficiales, y que en su momento entraron en la historia del arte», apunta Díaz-Bertrana. «Zaj avanza por una línea paralela y más marginal. Actúan en pequeños teatros y universidades, salvo cuando realizan una gira por Estados Unidos con John Cage. Se expresan primero con cartones, con arte postal y después van ampliando y hacen discos, actuaciones, 'performances', libros, textos...», añade el especialista.
Durante los dos primeros años de andadura del grupo, de ahí la comparación de Marchetti con un bar, por Zaj pasaron muchos artistas, incluidos canarios como Manolo Millares, Martín Chirino o Alejandro Reino. Después ya siguieron sus propios caminos alejados de los postulados de Zaj. Pero en 1967 se sumó Esther Ferrer, que ya le dio otra dimensión. «Contactó con ellos en un festival muy moderno de música contemporánea en Pamplona. Ella venía de las artes plásticas, mientras que Juan Hidalgo y Walter Marchetti venían de la música. La actividad del grupo hasta los 90 fue sobre todo de 'performance' y conciertos. Muy esporádicamente hacían otras cosas, como fotografías y poesías. En los últimos años, ya en los 90, empiezan a hacer objetos y fotos, sobre todo Juan Hidalgo. Esther Ferrer también, pero siguió centrada más en la performance, de la que está considerada como la más importante de España. Poco a poco comienzan a ser reconocidos hasta que el Reina Sofía de Madrid, en el 96, por fin les dedica una gran exposición. Ellos, en su línea, el día de la inauguración de esa muestra se disuelven y cada uno se va por su línea en solitario», recuerda entre risas Carlos Díaz-Bertrana.
Quienes visiten 'Zaj 60 años' se encontrarán en las dos plantas de La Regenta desde fotografías eróticas e irónicas de Juan Hidalgo hasta sus piezas entre escultóricas e instalativas tan características de este artista grancanario que fue reconocido en 1996 con el Premio Nacional de Artes Plásticas. Sus piezas conviven con las reflexiones musicales y artísticas de Walter Marchetti y pinceladas fotográficas e instalativas de las 'performance e intervenciones de Esther Ferrer, que también logró el Premio Nacional de Artes Plásticas en 2008.
Sobre todas las piezas sobrevuela el imaginario de los tres grandes referentes de Zaj, apunta Carlos Díaz-Bertrana, como fueron «Marcel Duchamp, Eric Satie y John Cage».
Este viernes, también a partir de las 20.00 horas, junto con la exposición 'Zaj. 60 años' abre sus puertas la nueva creación de Cristina Déniz (Las Palmas de Gran Canaria, 1981), titulada 'Fumi aurum templum' (se puede traducir del latín como: templo de oro sobre humo). La pieza, que ocupa una sala habilitada en la planta baja del Centro de Arte La Regenta de la capital grancanaria, es «la recreación de un bosque quemado que, a su vez es un templo que se erige como un homenaje al árbol caído», explica la artista, comisaria de exposiciones, gestora cultural y conservadora del Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM). Como es habitual en sus creaciones, Cristina Déniz trabaja «con materiales que tienen un significado propio, en este caso son troncos del incendio forestal de Gran Canaria del año 2019». «El proceso se ha desarrollado como un ritual. Primero seleccioné los troncos, muchos estaban al pie de la carretera, y después los intento sacralizar. En las heridas, en los cortes y rupturas pongo el dorado, que es un falso pan de oro, lo que me sirve como una reflexión visual de nuestra relación con la naturaleza y de la degradación del patrimonio natural», señala la creadora.
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