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La intervención de Paco Arana en el Espacio TEA, en plena Rama. C7
'A propósito de La Rama, II'
Opinión

'A propósito de La Rama, II'

Paco Arana ha construido su pieza en el Espacio TEA, en Agaete, con unas 1.250 banderillas, en un tejido no textil. Se exhibe hasta finales de agosto.

Rosi Martín

Jueves, 8 de agosto 2024, 22:55

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Este año las banderillas multicolores son las protagonistas de nuestra fachada. Una selección de nueve colores que se multiplican sobre la pared blanca formando «avecillas tililantes» que siguen la animosidad de los alisios y que con el sugerente título de 'A propósito de La Rama, II' ofrecemos como obertura a las fiestas del pueblo de Agaete.

Desde que éramos chiquillos y chiquillas, veíamos las banderillas anunciadoras de las fiestas adornando el cielo. Ese toldo multicolor que invita a la celebración. Sin la acción del viento, las banderillas no dejarían de ser meros trapos, con él adquieren el poder especial de ser elementos anunciadores de la alegría que está por llegar. El viento las saca de su estado de reposo y las anima con su aleteo singular. Su forma triangular facilita este estallido multicolor.

Hacer lo sencillo complejo, y tantas veces como sea necesario, formando una suerte de fractales, de ecuación o multiplicación hasta convertirlo en un mosaico escultural y artístico. Indómitas y caprichosas, las banderillas surcan la pared en enérgico movimiento según la matemática del aire. La importancia de la repetición de los elementos en Paco Arana es una constante, el objeto del mismo es conseguir que la mirada se sacie, las conbinaciones se repitan y lleguen a formar un todo unitario. También lo es aquí, repetidas tantas veces como sea necesario hasta la enésima, en una súplica al viento, su necesario aliado, sus triangulares telas, su fiesta del aire, hasta que la obra de arte en sí comunique y cumpla así su finalidad.

La pared tupida de múltiples velos coloristas articula un lenguaje propio que destierra la aridez de los días corrientes, y rememora en cada ser humano que la contempla los días felices, sacudiéndonos la magua y el hastío. Es el primer aviso del encendido de la alegría. La fiesta ha comenzado. En un primer momento, muy tímida, casi pidiendo permiso, hasta que se suceden los días y entonces estalla todo el vendaval de música, papagüevos, voladores, ramas al aire, risas, gritos…

Esta creación sobre la fachada blanca es una oda a la alegría, efímera, como la vida misma, y que nos trasporta por un momento al recreo en el patio del colegio, a la orilla del mar aquellos días de verano donde estar con los amigos y amigas era la mayor de las felicidades. En otro orden, más espiritual si se quiere, se entona un hosanna, un aleluya… porque también el espíritu se eleva ebrio de gozo, aunque este sea evanescente, aunque dure segundos, pues cuando fijas la mirada ante el objeto artístico, este es percibido como algo fuera de lo común. Entonces se empiezan a cuestionar otros espacios públicos como lugares suceptibles de causar impacto, que posibiliten el diálogo intrapersonal, aunque solo sea una especie de ensoñación que te sitúa en un marco espaciotemporal concreto, en este caso, el momento de la fiesta, y que se repite anualmente. El tiempo hará el resto. La memoria se encargara de taerlo al presente. Quizás en años venideros alguién pregunte: ¿recuerdas cuando todos los años, para los días de fiesta del pueblo, preparábamos la fachada?

Algo sí es indiscutible, la obra, la intervención espacial genera expectación, curiosidad, coloquio. Es una 'anormalidad' que irrumpe en lo cotidiano y lo descoloca otorgándole un sentido o significación nuevos.

También habla del lugar y de las gentes que lo habitan, pues TEA se convierte durante unas semanas en un pequeño observatorio social al que Paco Arana asiste con un interés que se renueva a cada año y con cada nuevo trabajo.

Hacer de la obra algo colectivo lo ennoblece aún más, pues el artista llega al lugar con una idea y los elementos materiales necesarios y solicita colaboración. Se aleja del papel protagonista, y manteniendo la idea original no desoye sugerencias, cambios, y establece diálogos en grupo y por separado que ayudan a que el resultado final, modelado entre los participantes, sea reconocido como algo propio.

«Cuesta muy poco hacer feliz a alguien», llega a decir en alguna ocasión. Este alto poder de convocatoria es casi sagrado para él y muy necesario, por ello lo busca y lo convoca, sabedor de que el resultado final y la valoración en el lugar depende intimamente de ello.

El café está en el fuego, suena una música a la que nadie parece hacerle mucho caso, algunas manos estan cortando triángulos de colores, otras pegando con con cuidado para evitar quemaduras, fuera el ruido de los coches se acrecienta cuando paran para observar la fachada, algunos viandantes alzan la voz en esta calle que es una de las arterias principales de nuestro pueblo de Agaete. Asistimos a este ritual todos los años. Una celebración cíclica, antigua, repetitiva, de expresión ritual y vehículo simbólico que contribuye a resignificar el tiempo y a demarcar el espacio.

Y finalmente Paco Arana baja del andamio, se situa frente a la fachada y da por terminado el trabajo. La obra ya puede ser disfrutada. Este año se ha incluido el movimiento otorgado por el viento como un elemento singular, esa fuerza motriz invisible que lo rodea todo. Es como un corazón palpitante que late renovado cada año, superando no se sabe el qué respecto del anterior. Pero con total seguridad es ese un detalle con un valor escaso. Lo esencial, lo que realmenente importa es el encuentro que convoca.

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