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La raíz canaria de la genialidad

La raíz canaria de la genialidad

«Los sueños sueños son, pero si algún día alcanzan el plano de la realidad es el momento de la felicidad. Eso es lo que me pasa a mí hoy», aseguró ayer el escultor Martín Chirino respecto a la inauguración de una muestra que relaciona su obra con la de Óscar Domínguez y Manolo Millares.

Jueves, 1 de enero 1970

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Un total de 50 piezas, entre las que se incluyen siete cuadros de Óscar Domínguez (Tenerife, 1906-París, 1957), otras cuatro pinturas de Manolo Millares (Gran Canaria, 1926-Madrid, 1972) y cinco esculturas de Martín Chirino (Gran Canaria, 1925), se exhiben en el Castillo de la Luz desde este martes para subrayar el modo en que los tres creadores encontraron su inspiración en el pasado prehispánico de las Islas.

La muestra, titulada Óscar Domínguez, Manolo Millares y Martín Chirino: una mirada insular, «pone en diálogo dos tradiciones contemporáneas», resaltó el director general de Cultura del Cabildo, Oswaldo Guerra. Una tesis confirmada por el comisario de la exhibición, el director del Instituto Cervantes y exdirector del Museo Reina Sofía y el IVAM, Juan Manuel Bonet. que explicó que esta tradición se basa en «la atracción por lo otro», civilizaciones remotas en el tiempo o en el espacio, que aluden a lo intemporal y lo genuino.

«La gesta heroica de Domínguez se escribe en esa tradición de lo nuevo. En el caso de Millares y Chirino, también encontraron su inspiración mirando al mundo que tenían alrededor; el pasado prehispánico y el paisaje», resaltó el comisario.

Así, la exposición gira en torno a «las dos obras más difíciles de conseguir de Óscar Domínguez; Cueva de guanches (1935), que sale muy poco del Reina Sofía, y El drago (1933), que estaba en paradero desconocido y que pertenece a la colección gallega Abanca. La conjunción de los dos cuadros es emocionante», dijo.

La relación de Domínguez con los surrealistas, con Eduardo Westerdahl y su revista Gaceta de Arte, así como su devoción por el imaginario canario creado por el escritor Agustín Espinosa, son otros puntos que, rompiendo barreras generacionales, conectan al pintor tinerfeño con los artistas grancanarios.

Así, en la exposición, Bonet explora las ramificaciones de este imaginario canario del que se nutrieron los tres artistas. Esto explica que la muestra incluya pintaderas canarias y un fardo de una momia, cedidas por El Museo Canario; un retrato de Alonso Quesada realizado por un irreconocible y colorista Manolo Millares o una obra de Jorge Oramas, uno de los pintores predilectos de Espinosa.

«Es una exposición que recoge el latido de la poesía», abundó el comisario que ha relacionado a través de documentos y libros las afinidades entre los surrealistas y los artistas de la posguerra.

«Creo que el arte y la poesía canarios merecen mucho apoyo para ser difundidos en la Península», indicó este estudioso de las expresiones artísticas surgidas en el Archipiélago.

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