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Figueira señala los males de hoy con colorido africano

Figueira señala los males de hoy con colorido africano

Han pasado tres años desde la última exposición protagonizada por Tchalê Figueira (Mindelo, São Vicente, Cabo Verde - 1953) en Gran Canaria. Ahora, regresa a la galería Saro León con sus visiones oníricas, coloristas y africanas para abordar, con tono de humor, los males que afectan a su país y, en general, al mundo.

Carmen Delia Aranda y / Las Palmas de Gran Canaria

Jueves, 1 de enero 1970

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Cada vez más, tengo una conciencia muy política de lo que pasa en mi país y en el mundo. Como artista, me siento responsable, por la parte que me toca, de la sociedad donde vivo», explica el escritor, músico y artista plástico sobre este proyecto titulado Tchalê y sus colores de Cabo Verde.

De hecho, con esta serie el creador retoma su discurso crítico e irónico frente a la realidad que ya había desarrollado anteriormente en su colección War Stupid donde, como hizo Goya, ofreció su visión de los Desastres de la guerra, o en el proyecto Breve historia del colonialismo, donde abordó el tema del esclavismo en África, desconocido para buena parte de la población de su país.

«Hay cosas en las que hay que intervenir y creo que los artistas tienen ese papel», comenta Figueira que en 2014 expuso en la galería Saro León un proyecto en el que desplegó una mitología propia y de inspiración popular, basándose en el carnaval de la Isla de San Vicente. Al igual que entonces, sus coloristas e impactantes composiciones están pobladas de bestias y figuras humanas. «Esos animales forman parte de mí. También hay seres antropomórficos», comenta Figueira señalando a un personaje rotulado con la palabra veritas con cabeza de fiera y nariz de Pinocho.

Mensajes ocultos

Y es que las obras que exhibe el pintor en este proyecto, a la vez que denuncian los problemas que afectan a la sociedad de nuestros días, tienen «ese lado cromático, más bonito, que es el Cabo Verde colorido de los trajes de sus habitantes y de sus casas».

De hecho, su pintura alegre y festiva requiere de la atenta observación del espectador para detectar su vertiente crítica. «A primera vista no se aprecia, pero hay que ser positivo y darle color a la vida, porque, aunque la vida tiene cosas muy feas, no es todo tan trágico. Hay que tener esperanza y el arte puede ser un instrumento para eso», explica.

Los embarazos precoces que tuercen la vida de las niñas caboverdianas, la vanidad, el poder del dinero, las máscaras para encubrir la verdadera naturaleza de las personas, la fiebre consumista y el narcisismo son algunos de las cuestiones que inspiran sus cuadros. «Son temas universales. Hablo de la condición humana, por todos los lados es lo mismo: amor, vanidad, odio, ambición...», relata.

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