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Luis Alfonso Gámez
Martes, 13 de diciembre 2022, 17:36
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Siete meses llevaba Perseverance en Marte cuando, el 27 de septiembre de 2021, un remolino de polvo o 'dust devil' pasó por encima de él y fue captado por una de sus cámaras, su estación meteorológica –desarrollada por el Centro de Astrobiología de Madrid– y su micrófono. Con todos esos datos, un grupo internacional de investigadores –muchos de ellos españoles– presenta en la revista 'Nature Communications' un análisis sin precedentes de un fenómeno que supone un riesgo para las actuales misiones robóticas y las futuras tripuladas.
«El viento en Marte no es peligroso para un astronauta, pero sí para el equipo electrónico», indica el astrofísico Ricardo Hueso, del Grupo de Ciencias Planetarias de la Universidad del País Vasco y uno de los autores de la investigación. El cráter Jezero, donde aterrizó el todoterreno de la NASA el 18 de febrero de 2021 para buscar rastros de vida antigua, albergó un lago hace 3.500 millones de años y es uno de los entornos más polvorientos del planeta explorados hasta el momento.
«Es uno de esos lugares de Marte que nos recuerdan las películas del Oeste, con esos desiertos arenosos donde el viento levanta el polvo fácilmente», ilustra el profesor de la Escuela de Ingeniería de Bilbao. La atmósfera marciana es entre 120 y 150 veces más tenue que la terrestre, y «el polvo en suspensión es muy importante porque cambia la forma en que se comporta: absorbe la luz, la dispersa, hace que el calor se transmita de una manera diferente... Por todo eso, entender cómo se levanta el polvo en Marte es muy importante».
Los remolinos marcianos, muy habituales, se forman al mediodía, cuando la atmósfera está muy caliente, y unas veces levantan polvo y otras no, señala Hueso. «Los vientos en sí no son peligrosos para nosotros, pero pueden hacer que las partículas de polvo golpeen con gran intensidad y afecten a la electrónica», advierte el astrofísico. Tormentas de polvo como la que en 'The Martian' hace volar equipo y derriba a astronautas no responden a la realidad. «Son licencias dramáticas para hacer que las películas funcionen».
En Jezero se levantan muchos tornados de polvo. «Hay tantos que muchos han pasado por encima de Perseverance. Pero la peculiaridad de este es que lo hizo cuando funcionaban todos los instrumentos: el micrófono grabó el sonido del vórtice al acercarse y pasarnos por encima, se capturó el del impacto de los granos de polvo en el 'rover', todos los datos meteorológicos e imágenes de cómo se acerca desde unos cien metros», enumera Hueso, quien destaca cómo el choque de un grano de polvo quedó grabado «como un 'bang'». «Podía medir un milímetro. Era muy pequeño, pero lo bastante grande como para, a 60 kilómetros por hora, poder dañar la electrónica».
A partir de los datos recogidos, «hemos podido caracterizar todas las propiedades del vórtice: su diámetro y altura, cómo cambian los vientos y la presión en su interior...». Los investigadores han determinado que el torbellino del 27 de septiembre de 2021 medía 25 metros de diámetro y más de 120 de altura, y pasó sobre el todoterreno a 5 metros por segundo. «Cuando se acercaba y se alejaba, se registraron unos 77 impactos de polvo por segundo y, cuando estaba encima del 'rover', unos 140», indica Hueso, quien califica de «fabulosos» los resultados del micrófono de Perseverance. «Ahora tenemos una idea de cuánto polvo levanta este tipo de vórtices».
«Llevábamos años estudiando estos remolinos de polvo que se forman y desplazan de manera rutilante por toda la superficie del planeta, primero en el cráter Gale con el 'rover' Curiosity y ahora en Jezero con Perseverance. Ya podemos decir que vemos, sentimos y oímos los remolinos de polvo de Marte», dice Agustín Sánchez Lavega, coautor del estudio y director del Grupo de Ciencias Planetarias de la UPV/EHU. El trabajo, en el que ha participado otro miembro de este equipo vasco, Asier Munguira, servirá para preparar la misión en la que a finales de esta década una nave aterrizará en Jezero para recuperar las muestras recogidas por Perseverance y traerlas a la Tierra.
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