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La mañana del 19 de marzo un vuelo salió de Cabo Verde dirección París. Todo parecía normal, pero, tras un par de horas de viaje, cuando la aeronave se encontraba sobrevolando el archipiélago canario, la tripulación comunicó que uno de los pasajeros estaba sufriendo un posible infarto y requirió prioridad para desviarse con urgencia a Gran Canaria. Los controladores aéreos facilitaron su descenso y, en menos de veinte minutos, el avión aterrizó con éxito en la isla redonda, donde la persona fue atendida por los servicios de emergencia.
Así cuenta José Luis Feliu, portavoz de la Unión Sindical de Controladores Aéreos de Canarias (USCA), una de sus últimas intervenciones este mismo mes en el Centro de Control de Tránsito Aéreo de las islas, ubicado en el aeropuerto de Gran Canaria.
Aunque para Feliu este tipo de situaciones no resultan alarmantes, ya que, como controlador aéreo, debe lidiar con ellas a menudo. «Los desvíos aéreos, por las razones que sean, pasan con más frecuencia de lo que la gente imagina y son perfectamente controlables», afirma al otro lado del teléfono.
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En este sentido, Canarias ofrece dos «puntos seguros» en sus islas capitalinas en los que los aviones que se ven obligados a cambiar su rumbo y a tomar tierra en el archipiélago, pueden hacerlo con la mayor de las garantías. Son los aeropuertos de Gran Canaria y Tenerife Sur. Ambos «operativos las 24 horas, los 7 días a la semana, durante todo el año, para atender las incidencias que ocurren en el aire», explica el portavoz de USCA.
Las desviaciones de vuelos pueden producirse por diferentes causas. Las emergencias médicas y la meteorología adversa son las más habituales. Según los datos más recientes del Centro de Control de Tránsito Aéreo de Canarias, en lo que llevamos de año han sido siete los vuelos que han tenido que hacer parada en las islas por una urgencia médica a bordo, una media de dos aviones por mes.
Por mala climatología, se han producido un total de 90 desvíos a Canarias en el mismo periodo. «Si un vuelo que está sobrevolando el archipiélago no puede aterrizar en su destino por mal tiempo, tiene la seguridad de poder desviarse tanto a Gran Canaria como a Tenerife Sur hasta que mejore la meteorología», señala Feliu.
Elegir isla en la que tomar tierra no es decisión de los controladores aéreos, sino de la propia tripulación de la aeronave en apuros. «Ésta se asegurará de optar por la alternativa que más convenga según la situación, lo suelen hacer por proximidad», dice.
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vuelos han sido desviados a las islas en los tres primeros meses del 2024, según el Centro de Control de Tránsito Aéreo de Canarias. De éstos, siete fueron por incidencias médicas y 90 por mala climatología.
Existen razones «menos frecuentes» por las que los aviones pueden solicitar aterrizar en las islas: el cierre de un aeropuerto, algún fallo técnico, falta de combustible, una huelga en el destino, un conflicto en el interior del avión, entre otras. En definitiva, cualquier escenario que ponga en riesgo la integridad de los pasajeros y de la tripulación. «Los desvíos suelen ser un fastidio, pero salvan vidas», manifiesta el controlador aéreo.
A este respecto, José Luis Feliu pone de relieve la importancia de los aeropuertos de Gran Canaria y Tenerife Sur en la asistencia de vuelos desviados. Asegura que las dos terminales aéreas funcionan como un «colchón», como un salvavidas en mitad del océano Atlántico para la gran cantidad de aviones que recorren día tras día el Corredor EUR/SAM, que es el que conecta el flujo de tráfico aéreo entre Europa y Sudamérica y el que atraviesa el espacio aéreo canario, el más extenso de España.
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Cuando se produce una urgencia médica durante un vuelo, un entorno poco amable en el ámbito de la salud y con acceso limitado a equipos médicos, la tripulación debe adoptar una rápida respuesta de emergencia estando a 30.000 pies de altura. Si está en riesgo la vida de una persona, el comandante decidirá desviar el vuelo a un aeropuerto alternativo y lo comunicará al centro de control. «Cuando esto ocurre en el espacio aéreo canario, informamos a los pilotos de que pueden parar, según su plan de vuelo, en Gran Canaria o en Tenerife Sur, y ellos eligen», explica José Luis Feliu.
Una vez escogido el lugar para el aterrizaje, el capitán sugerirá una ruta y el mejor momento para iniciar el descenso. «Es ahí cuando quitamos a otros aviones del camino para hacer lugar a la emergencia y facilitar el descenso, permitiendo una trayectoria directa hacia el aeropuerto», afirma el portavoz de USCA.
Mientras, el centro de control se coordinará con la torre de control del aeropuerto elegido, que será la encargada de otorgarle al comandante la autorización para aterrizar y de controlar que la maniobra se lleve a cabo con éxito. También se coordinará con la terminal aérea en cuestión, la que, al mismo tiempo, lo hará con los servicios de emergencia «para que ingresen al avión tan pronto como sea posible cuando éste haya tomado tierra», dice Feliu.
El personal médico valorará in situ a la persona afectada y decidirá si ésta debe ser trasladada en ambulancia al hospital más cercano hasta que se recupere y sea autorizada a volar de vuelta a casa. Tan pronto como se haya solucionado la emergencia y puesto a salvo al accidentado, la aeronave se preparará para coger nuevamente el vuelo. «Los aviones desviados ponen rumbo a su destino cuando la vida de la persona ya no corre peligro, cuando ésta es atendida por los médicos en tierra», manifestó el controlador.
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