Pierde la vida el mismo día que se jubilaba como policía
Adiós inesperado. Fallece de un infarto Martín Calzada tras salir de su último día de trabajo. Deja un profundo vacío en el cuerpo municipal. Hoy le despide
Martín Calzada llevaba 37 años en la Policía Local. Se jubilaba en unas semanas, pero este domingo era su último día laboral. Sus compañeros se las ingeniaron para darle una sorpresa. Le hicieron incluso un pasillo de honor. Era un adiós alegre, para una retirada jubilosa. Nadie se imaginaba que la despedida sería para siempre. Apenas unas horas después fallecía de un infarto. Sin saberlo, su último día de trabajo iba a ser el último día de su propia vida. A los 62 años. Y con proyectos de futuro. Quería ser detective.
Martín llevaba años adscrito a la unidad de radar y antes de retirarse quería dejar terminados los expedientes pendientes. No iba a hacer servicio de calle. Su último día lo fue de oficina. Por eso vino de paisano. Pero sus compañeros en la Policía Local no querían que se marchara sin hacer ruido, como le gustaba a Martín. Aprovecharon que andaba por Telde un grupo de agentes de la Policía Canaria para hacer controles informativos sobre el uso de las mascarillas y entre todos le hicieron el pasillo en la calle Inés Chemida, donde está la sede del cuerpo.
El vídeo corría ayer por las redes sociales. Martín avanzaba sonriente y un tanto abrumado entre los aplausos de sus colegas de ambos cuerpos. Luego le montaron un pequeño brindis y hasta le mostraron un vídeo con fotos de su trayectoria en la Policía Local y con mensajes de despedida de otros agentes y amigos, entre ellos, su hermano Jesús, policía como él que ahora trabaja en la foral de Navarra.
Pero aquella tarde le aguardaba un destino triste a Martín. Según relatan algunos de sus íntimos en la Policía Local, a media tarde se sintió indispuesto y sufrió un infarto. Fue trasladado al Hospital insular, donde murió. Ya era de noche, las 22.30 horas, cuando sus ojos se cerraron para siempre. Llevaba días con alguna molestia que le inquietó. No en vano, ya padeció otro infarto hace unos años. Pero nadie podía imaginarse este desenlace, por lo que nada más trascender la fatalidad, un hondo pesar amargó la noche a familiares (tiene 14 hermanos), amigos y al resto de policías locales de Telde, entre los que era apreciado.
«Es un día difícil, muy triste», acertaba a decir ayer el jefe del cuerpo policial municipal, Félix Ramos. «Aparte de un excelente profesional, era cumplidor, leal, muy respetuoso con todos sus compañeros». Lo conocía bien. De toda la vida. Cuando Félix entró en la Policía Local, allá por los años 80 del siglo XX, Martín ya llevaba tres años. «Nos deja un vacío enorme», se lamenta. «No era el final más justo para él».
Apasionado por su trabajo
Tanto su jefe como algunos de sus compañeros, entre los que figura Armando Martín, coincidían en subrayar ayer que «le encantaba su trabajo». Era habitual que se presentara media hora antes de tener que fichar. «Lo que le mandabas, te lo cumplía a rajatabla», certificaba ayer Félix. Era como si llevara en la sangre ser policía. Algo de eso había. El uniforme y las obligaciones que conllevaba habían sido parte de su vida. Martín pertenece a una saga de policías locales. La inauguró su padre, Bernardo Calzada, que llegó a ser sargento, y le siguieron tres de sus hijos. Primero Manolo, que ya se jubiló, después el propio Martín, y finalmente Jesús, que entró más tarde y que ahora ejerce en Pamplona.
En realidad, el domingo no era su último día laboral, aunque sí lo fuera en la práctica. Le quedaban por disfrutar días de vacaciones antes de jubilarse. Pero no era su intención irse para su casa. «Se sentía activo, con ganas de seguir contribuyendo a la sociedad», apunta el jefe policial. A Martín, que deja mujer y dos hijos, le apasionaba el mundo de la investigación. Por eso quería aprovechar su jubilación para cumplir uno de sus sueños. Había acabado de terminar un ciclo de criminalística, en el que, por cierto, había sacado buenas notas, y tenía pensado abrir un despacho como detective privado.
Lamentablemente todo eso quedó en planes. Martín acabó sus días como policía local. Murió casi con las botas puestas. Un final así, truncado y abrupto, apenó aún más si cabe a sus compañeros en el Ayuntamiento de Telde. El concejal responsable de la Policía Local, Agustín Arencibia, que ayer se reconocía apesadumbrado, tenía la sensación de que el golpe había sumido en la tristeza a todo el personal municipal. «Se hace todavía más duro por lo azarosa que ha sido su muerte, justo en su último día ».
El alcalde, Héctor Suárez, remitió ayer una nota de condolencias. De Martín subrayó sus casi 40 años de servicio público «desde la profesionalidad, la seriedad y el rigor». El PSOE también difundió un comunicado de pésame.
Hoy está previsto que la comitiva fúnebre, escoltada por decenas de compañeros de la Policía Local, salga del tanatorio de Las Rubiesas, a las 08.30, con destino a la iglesia de San Gregorio, donde se le oficiará una misa funeral. Lo cargarán a hombro los policías, que le volverán a hacer el pasillo de honor a los sones de la Banda Municipal de Música. Después será incinerado en el tanatorio de San Miguel, en la capital.