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La siempreviva rosada vuelve a florecer en las Dunas de Maspalomas

La siempreviva rosada vuelve a florecer en las Dunas de Maspalomas

Desaparecida en 1973 tiene ramas nudosas y un delicado color que se muestra sobre todo con los rayos del sol, solo existe en Maspalomas y la isla de Lobos

canarias7

Las Palmas de Gran Canaria

Sábado, 5 de septiembre 2020, 12:41

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El Cabildo de Gran Canaria ha podido documentar la presencia en las Dunas de Maspalomas de 300 ejemplares de siempreviva rosada, una especie que enseña su delicado color con los rayos del sol y que se ha consolidado en esta reserva natural tras un proceso de reintroducción que no solo se ha convertido en ejemplo de rescate, sino que ha dotado de otro gran valor a este emblemático espacio del sur grancanario.

La siempreviva rosada es una especie nativa de Gran Canaria que se dio por desaparecida en Maspalomas en 1973 a causa de la presión humana y ha protagonizado sucesivos planes de reintroducción con semillas almacenadas en el Banco de Germoplasma del Jardín Canario del Cabildo. La última inspección ha descubierto su auténtica dimensión a la luz de los resultados, ya que revelan que este arbusto es protagonista de un modélico rescate que toda la población debe contribuir a preservar, resalta la consejera de Medio Ambiente, Inés Jiménez.

La labor a ras de arena del Cabildo en Maspalomas confirma la distribución en 3 poblaciones con ejemplares de hasta 70 centímetros de alto y un metro de radio de este arbusto vinculado a los arenales costeros que en Canarias solo encuentra réplica en las zonas de inundación del Islote de Lobos y que siempre tuvo en Gran Canaria, antes de su desaparición, la población más occidental de esta especie protegida que también habita en Marruecos.

Una apasionante historia de fracasos y éxitos

El recorrido de la siempreviva rosada hasta llegar a su reimplantación no ha sido fácil, aunque sí apasionante, porque es una historia de fracasos y de éxitos. Las raíces del relato conducen hasta el 16 de julio de 1971, cuando el primer director del Jardín Botánico Canario, Eric Sventenius, recolectó muestras de la planta a la vista de los peligros que se cernían sobre ella a causa de la urbanización de la zona y el creciente tránsito de personas.

El tiempo no tardó en darle la razón. La siempreviva rosada se dio por desaparecida en 1973. Por fortuna, su material genético permanecía a salvo en el banco de semillas del Jardín Canario, el actual Banco de Germoplasma de esta institución del Cabildo. Quedaba pendiente sacarla de su refugio y hacerla revivir en su hábitat natural.

En 1991, y en dos fases, se reintrodujeron 250 plantas a las que se añadieron otras 300 hasta un total de 550, siempre con las semillas encofradas en el Jardín Canario.

Su actual director, Juli Caujapé, destaca que la utilización del material genético original es un matiz fundamental porque es lo único que podía garantizar la recuperación de la población primigenia con todas sus características, pues si se hubiera realizado con semillas de Lobos o del norte de África se habrían implantado ejemplares con singularidades genéticas distintas.

El rescate de la siempreviva rosada y de las flores que rematan estas matas densas de ramas nudosas y quebradizas ejemplifica la labor de investigación y salvaguarda de la diversidad genética de la flora canaria y macaronésica del Jardín Botánico Canario 'Viera y Clavijo', que permite que la sociedad se guarde un as en la manga ante incendios y otros desastres naturales o de origen humano que conlleven la extinción o desaparición de especies vegetales.

La estabilización de la siempreviva rosada se suma al escenario abierto por el parón del tránsito de personas durante alarma y el rejuvenecer de las dunas al verse libres del trasiego humano, circunstancia que motivó al Cabildo a activar un dispositivo de vigilancia con agentes de Medio Ambiente y efectivos de la Policía Local de San Bartolomé de Tirajana que velan por el correcto uso del espacio.

El Cabildo recalca que el protagonismo que cobra la siempreviva rosada se añade a los motivos para instar a residentes y visitantes a mirar las Dunas con otros ojos y cumplir con las normas de conservación del espacio, que incluyen la prohibición de adentrarse en las zonas acotadas porque este ecosistema único en Europa, dados sus ricos valores naturales, es mucho más que una llamativa acumulación de arena al borde del Atlántico.

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