El Risco de San Nicolás, unas vistas privilegiadas y abandonadas
Entre cuestas empinadas y calles estrechas, el histórico barrio de la capital grancanaria emerge para convertirse en uno de los mejores miradores de la ciudad. Sus vecinos se enorgullecen de su carácter luchador. En su última batalla salvaron al ficus centenario de la plaza de la ermita
Antes de empezar a hablar del Risco de San Nicolás es imprescindible explicar qué es un risco, por si no se es de Canarias y no está tan familiarizado con este vocablo. Es una formación rocosa pronunciada y de difícil acceso, como una montaña escarpada, donde se han levantado enclaves con siglos de historia. Y ahí, entre cuestas empinadas, calles estrechas, escaleras que serpentean entre viviendas de colores y vistas espectaculares emerge este barrio, uno de los más antiguos de la isla, en la parte alta de Las Palmas de Gran Canaria haciendo sombra al barrio de Vegueta, la parte noble y primigenia de la ciudad.
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La ermita erigida a finales del siglo XVII en honor a San Nicolás de Bari da nombre a uno de los cinco barrios-riscos de la capital, junto a San Roque, San Juan, San José y San Francisco. Su centro neurálgico es la plaza El Risco y desde ahí, a su derecha, parten infinidad de callejones donde se sale del ajetreo de la ciudad, se olvida el ruido de los coches y uno se siente como si de repente estuviera en un pueblo.
Un árbol centenario, símbolo del barrio, protege la ermita y como cuenta Tanausú Suárez Ruano, vecino desde hace más de 25 años y presidente del colectivo AmiRisco, «esperemos que ahí siga siempre». El pasado noviembre, el ayuntamiento quiso talar el 'Ficus rubiginosa' atendiendo al informe inicial que alertaba del riesgo de «colapso y caída». Los vecinos se unieron y consiguieron una segunda opinión sobre su salud. Este segundo informe corroboró el daño interno del ejemplar, pero aclaró que no presentaba signos de pudrición activa, lo que hizo descartar la tala para alivio de los vecinos.
«Esto es un claro ejemplo de que este barrio es muy luchador», señala Suárez desde la plaza. La historia de este enclave simboliza el carácter de las personas que viven allí. «Aquí todos tenemos la sensación de que nos tienen algo abandonados, solo con dar un paseo puedes apreciar casas derrumbadas, basura, carreteras en mal estado, poca frecuencia de transporte público... Todo unido al estigma que tenemos de pobreza», afirma rotundamente mientras camina por la calle Domingo Guerra del Río, la principal del risco junto con la del Real del Castillo.
Un sitio «abandonado», pero donde la historia de Las Palmas de Gran Canaria se forjó en el siglo XVI. Una de las murallas que se construyeron para defenderse de ataques piratas y enemigos pasaba por la zona alta del Risco, la actual Punta del Diamante, donde ahora se puede observar parte de la capital grancanaria en unas vistas sublimes. Sin embargo, este mirador de la zona alta del Risco de San Nicolás permanece «poco cuidado», apostilla Suárez.
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Pero no está todo perdido. La unión de los vecinos ha provocado varias iniciativas en distintos puntos. Los habitantes –ya sea por vocación o por su afán de cuidar lo suyo– han decorado, limpiado y llenado de plantas algunos parterres; han salpicado algunos callejones de macetas y pequeñas esculturas. Incluso han dibujado en las paredes e improvisado un pequeño altar de San Nicolás. «Ya que nadie cuida ni las zonas históricas ni los miradores pues tendremos que hacerlo nosotros», comenta Marusa Trujillo, integrante de la asociación vecinal y cultural Cofiris de San Nicolás.
«Aquí somos como una pequeña familia. Para nosotros este lugar es el mejor y con diferencia», asevera Trujillo. Sin embargo, cree que se está perdiendo un poco su esencia. «Hay mucha casa vacacional, muchos extranjeros... la convivencia es buena, pero echo de menos a las personas que estábamos antes, aunque es complicado retener a los jóvenes si no se les incentiva con actividades», indica esta vecina de toda la vida del risco de San Nicolás.
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Uno de los mayores signos de que se está perdiendo población -en la actualidad cuenta con alrededor de 3.500 vecinos- es que hace unos años el CEIP Guiniguada cerró sus puertas definitivamente. «La continua pérdida de alumnado en este centro lo ha abocado a su desaparición como colegio. Fue una pena», dice Trujillo mientras observa el antiguo centro educativo hoy reconvertido en un Centro de Educación Especial. «Ahí trabajé muchos años, fue duro ver como cerraba», concluye.
Las fiestas del barrio se celebran en honor a San Nicolás de Bari entre finales de noviembre y principios de diciembre y cuenta con diversos y divertidos actos. «Las fiestas siguen siendo igual o mejor, eso no ha cambiado», cuenta Francisca Suárez, conocida en el barrio como Paca. «Para nosotras es un orgullo. Son fechas para compartir con nuestros seres queridos y viejos conocidos del barrio», añade.
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Baja un machango
«La gente de San Nicolás se une muchísimo en las fiestas», indica también Marusa Trujillo y destaca un acto en particular,'La bajada del machango'. Por lo general se celebra el primer domingo de las celebraciones. Niños y niñas van descendiendo desde lo alto del barrio con un gran muñeco de trapo y desde las ventanas o puertas de las casas tiran agua sobre la figura y a los pequeños. Todo gracias al trabajo de la Asociación Cultural y Vecinal Cofiris. «Desde que ellos están ahí al pie del cañón, se ha mejorado mucho», asegura Paca.
Este barrio único y pintoresco también se ha convertido en plató natural y ha sido protagonista de varios rodajes, como la serie 'Wycaro' dirigida por Vince Giligan. Pero El Risco de San Nicolás quiere protagonizar su propia película, una en la que sale del abandono y vive con alegría su esencia.
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