Borrar
Vea la portada de CANARIAS7 de este viernes 5 de diciembre de 2025
Aito y Amalia, vecinos de Arguineguín, sentados en el banco frente a su casa, un símbolo del pueblo. Arcadio Suárez
Una vuelta a la redonda por...

Arguineguín, el pueblo marinero que no olvida sus raíces

Entre la brisa salada y los muros que aún huelen a tomateros de antaño, los vecinos del rincón costero de Mogán se reivindican como sitio de mar, de pesca, de manos curtidas y memoria compartida

Bárbara Blanco Cruz

Las Palmas de Gran Canaria

Sábado, 26 de julio 2025, 23:33

Comenta

Aito y Amalia se sientan en su banco de siempre. Allí, bajo la sombra que regalan las flores del muro, reposan piedras que llevan grabados sus nombres. Se casaron en 1971 y desde entonces viven en la casa que él levantó con sus propias manos en el pueblo de Arguineguín. Carpintero de los buenos, hizo puertas, techos y hasta imitaciones de botes. Los que hoy reposan en la azotea de la vivienda como si esperaran marea y que son conocidos por los vecinos como un símbolo emblemático que define a la perfección la esencia de este enclave de Mogán que conserva, a pesar del turismo, su esencia marinera.

Frente a la mirada de la pareja, Arguinegín late. Pero con un ritmo diferente. El pueblo moganero mantiene su espíritu pesquero entre mercadillos, apartamentos vacacionales y turistas que miran sin ver. Y esa tradición se sostiene gracias a quienes lo narran desde dentro, como un corazón que no se rinde al olvido de sus raíces.

«Antes esto era pesca o pesca», dice Ricardo Ortega, expatrón mayor de la Cofradía de Arguineguín. Lo cuenta en el muelle, frente a las instalaciones donde durante años llevó todo lo que capturaba en el mar y hoy sigue siendo siendo un punto esencial de pueblo. Hace relativamente poco, el 80% de la economía del pueblo salía de este muelle, cuenta Ricardo, jubilado en 2024. Ahora «el turismo marca precios y prioridades» pero la pesca sigue siendo identidad. «Esto es lo nuestro. Es lo que me salvó de una vida en tierra», dice Vicente mientras vende en la lonja. Es pescador, pero antes lo intentó en hostelería, pero no pudo. La mar tira como tira la sangre a su gente.

Vicente navega con su propio barco. A veces vuelve con la bodega medio vacía, otras con suficiente para que las personas del barrio -las que aún compran pescado fresco- le esperen junto al puesto. Pero siempre vuelve: «Es un trabajo duro, sí, pero soy feliz. Esta libertad no la cambio».

Arriba, el muelle de Arguineguín donde Vicente vende su pescado. Abajo a la izquierda, Ricardo Ortega enseña el mural de la Virgen del Carmen. Abajo a la derecha, Carmelo Suárez muestra una fotografía en blanco y negro de las antiguas chabolas del pueblo. Arcadio Suárez
Imagen principal - Arriba, el muelle de Arguineguín donde Vicente vende su pescado. Abajo a la izquierda, Ricardo Ortega enseña el mural de la Virgen del Carmen. Abajo a la derecha, Carmelo Suárez muestra una fotografía en blanco y negro de las antiguas chabolas del pueblo.
Imagen secundaria 1 - Arriba, el muelle de Arguineguín donde Vicente vende su pescado. Abajo a la izquierda, Ricardo Ortega enseña el mural de la Virgen del Carmen. Abajo a la derecha, Carmelo Suárez muestra una fotografía en blanco y negro de las antiguas chabolas del pueblo.
Imagen secundaria 2 - Arriba, el muelle de Arguineguín donde Vicente vende su pescado. Abajo a la izquierda, Ricardo Ortega enseña el mural de la Virgen del Carmen. Abajo a la derecha, Carmelo Suárez muestra una fotografía en blanco y negro de las antiguas chabolas del pueblo.

Desde la punta del muelle se ve el mural de la Virgen del Carmen. Ricardo Ortega cuenta que lo mandó hacer hace años. El sol lo desgastó, pero ahora hay uno nuevo: una imagen de la playa de Las Marañuelas, donde los barcos fondeaban antes de que existiera muelle. Ese barrio de Las Marañuelas es la parte más antigua y origen de Arguineguín, uno de sus emblemas para cualquier visitante, pero sobre todo para sus vecinos.

Y si hay una calle que define a este pueblo, esa es la de Miguel Marrero Rodríguez. Se cambió en 2024 a un paseo peatonal, más amable para los que paran a mirar el mar. Pero aunque se renueve, sigue siendo un reflejo del alma de Arguineguín. Porque por ella pasan marineros con la sal aún en la piel, vecinos que bajan por pescado fresco y turistas que, a veces sin saberlo, pisan la historia de este rincón marinero.

Arguineguín se construyó a pulso. Antes de las calles asfaltadas, las familias vivían en chabolas con fardos y cañas. Así lo cuenta Carmelo Suárez, hijo del que fuera alcalde del pueblo en los años 50. «En aquel entonces no había ni carretera hacia Mogán», dice. Fue su padre quien redactó el primer censo de vecinos. A partir de ahí se levantaron las primeras casas dignas para dejar atrás las chabolas. «Todo ha cambiado. Lo único que sigue igual es como vive la gente la fiesta. Aquí el Día del Carmen da para todo», expresa con ilusión.

Porque si hay una fecha que une a Arguineguín es el 16 de julio. Ese día, la Virgen del Carmen recorre el pueblo acompañada por residentes hacia el mar, al son del Rosario de la Aurora, en una procesión que este año recuperó su recorrido terrestre tras casi una década sin celebrarse.

Lo que no han vuelto han sido los tomateros. Donde hoy está el centro de salud, antes aterrizaban helicópteros que rociaban azufre a las plantaciones. Cuando soplaba viento del este, los vecinos relatan que caía más en el pueblo que en los cultivos. Toda esa zona del faro para abajo era verde, y la brisa olía a trabajo.

Pero como todo en la isla, el tiempo pasó. Donde antes la guagua llegaba a las diez y se iba a las cuatro, ahora el tráfico no cesa. «En quince años esto se convirtió en un pueblo turístico», dice Ricardo. Aunque los vecinos lo aceptan y agradecen, debajo de ese barniz, hay algo que siempre permanece.

Aito, que ya no trabaja la madera, sigue tallado en el paisaje. Amalia, que vino por amor desde Maspalomas, ahora es parte del alma del lugar. Vicente se levanta al alba porque la pesca no espera. Carmelo guarda fotos en blanco y negro como quien guarda mapas de una ciudad ya desaparecida. Y Ricardo, aunque jubilado, sigue acudiendo a la cofradía. Arguineguín es todavía un pueblo pesquero que se resiste a vivir solo turismo y que se reconoce, sobre todo, por su gente.

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para registrados.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

canarias7 Arguineguín, el pueblo marinero que no olvida sus raíces

Arguineguín, el pueblo marinero que no olvida sus raíces