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Trampas caseraspara moscas.

Las moscas se comen las medianías

Guía. Montaña Alta, Santa Cristina o El Palmital sufren desde hace meses una plaga de moscas que no deja vivir a los vecinos. Algunos culpan al estiércol de gallina sin tratar

Lunes, 10 de agosto 2020, 01:00

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Insecticidas, trampas caseras, miel, pegamento, botes trampa... los vecinos de las medianías norteñas viven desde marzo, calculan, rodeados de moscas. Han contabilizado cuatro grandes plagas, aunque en realidad estos molestos y sucios insectos nunca se han ido. «Matamos un millón y viene otro millón al entierro», afirma con socarronería y sin perder el humor José Castellano.

«Desde aproximadamente marzo, antes del confinamiento, estamos con plagas de moscas que se iban y venían. Con la última llevamos unos 10 días. En total, llevamos cuatro o cinco plagas, aunque en realidad es la misma. Es un sinvivir, estamos hablando de miles de moscas». Se refiere así José Castellano a la situación que en los Altos de Guía, Montaña Alta, El Palmital o Santa Cristina, donde tiene ubicada él su casa. El Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (Seprona) «ya ha estado allí, aunque el asunto es competencia del Ayuntamiento. Le han mandado fotos y hay un informe».

El problema de las moscas afecta a una amplía zona de las medianías del Norte de Gran Canaria. «Yo tengo una casa rural y la gente se nos va. Hemos hecho trampas con garrafas de 8 litros untadas de miel y pegue de ratones y con un palito le damos por fuera y las moscas se quedan pegadas. Pones las trampas por la mañana y a media mañana está negro. Es horrible, muy fuerte».

En el Ayuntamiento de Santa María de Guía apuntan que el problema es común al de otros municipios

En el caso de José Castellano y su familia, se están planteando cerrar la casa rural que explotan. «Tenemos un contrato con un señor que nos lleva a casa y nos quiere traer turismo», pero es estas condiciones se hace cada vez más difícil, apunta. «El Ayuntamiento nos exige una serie de condiciones para tener una casa rural, para traer turismo. Pero después de venir de miles de kilómetros, qué hacemos con la gente en un lugar lleno de moscas. Nos hemos planteado hasta cerrar la casa. Tenemos miedo de salir a la calle, y de estar dentro; allí no se pude comer, ni abrir una cerveza, se meten dentro de todo lo que se pueda imaginar y la vajilla hay que lavarla constantemente. En realidad, todo hay que lavarlo con lejía sin parar».

En los altos y las medianías de Guía los vecinos no tiene pruebas, pero se atreven a decir que las moscas y larvas tiene «un origen al 99,9% en el estiércol de gallina que no viene tratado sino fresco, y que tiene larvas que frían moscas si no se tapa y se trata. Ese estiércol procedería de alguna granja de gallinas cercanas, abono que estaría siendo utilizado por agricultores de la zona. «No tienen medios para tratar el estiércol y se lo venden o regalan a los agricultores de forma rápida», afirma José Castellano, que señala también que «es una zona muy amplia la afectada y muchos los vecinos. Las moscas están llegando hasta el casco de Guía».

Apunta este vecino de Santa Cristina que «el Ayuntamiento de Guía dice que está inspeccionando. El Seprona inspeccionó. Los agricultores dicen que no usan» el estiércol sin tratar de gallina lo usan... Mientras, «ya gastamos más en insecticida y pegamento para rampas que en comida», señala José Castellano que vive en realidad en la capital grancanaria, pero que cuenta con una casa familiar en explotación de alojamiento rural. Además, su madre de 87 años vive en la zona, por lo que sube regularmente a atenderla. «Aparte de lo molestas que son las moscas, grandes y negras, es un problema sanitario. En la zona se compra el insecticida de 10 en 10, más tiras para recogerlas». Pero «ninguna trampa es efectiva si no se acaba con el problema. Son oleadas, como las cigarras en África. Nosotros nos planteamos cerrar la casa, y allí hay 8 o 10 casas rurales en la zona. Los huéspedes que tenemos ahora dicen que no vuelven más, y gracias que han aguantado. Los entiendo». Con el calor, y las moscas, puertas y ventanas cerradas, raquetas eléctricas y demás parafernalia y, según los vecinos, en las medianías n o hay quien esté.

Preguntado al respecto el alcalde de Santa María de Guía, Pedro Rodríguez, este asegura que no hay ninguna plaga de moscas declarada. Eso sí, reconoce que el municipio norteño, «como otros», tiene en estos momentos bastantes moscas, pero no lo achaca a ninguna utilización de estiércol animal ni nada por el estilo. Además, Rodríguez dice que aunque conoce las quejas de algunos vecinos sobre la presencia de moscas, en el Ayuntamiento no hay ninguna incidencia ni queja formal recogida.

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