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Hacer un recuento de los barcos que cruzan el Atlántico es una tarea compleja. Sin embargo, si se consideran solo las embarcaciones en las que cuatro tripulantes reman los 4.828 kilómetros que separan Gran Canaria de Barbados, y en las que todos enfrentan la pérdida de un miembro o alguna lesión física, el navío 'Row4Ukraine', liderada por el exmarine británico Lee Spencer, es un caso único.
El 1 de diciembre, esta barca zarpará desde Las Palmas de Gran Canaria para emprender un desafío de un mes y medio hasta el Caribe. Spencer estará al frente de un equipo marcado por cicatrices físicas y emocionales provocadas por el conflicto entre Rusia y Ucrania. Unidos, remarán con el propósito de visibilizar las vidas perdidas y recaudar fondos para la recuperación de los heridos. «Más de 70,000 ucranianos han sido asesinados, y casi un cuarto de millón han resultado heridos. Mi propósito es poner la atención en este sufrimiento», explica Spencer.
La historia de este navegante comienza en 2014. Tras 24 años de servicio militar, incluyendo tres misiones en Afganistán, un accidente de tráfico cambió su vida. Mientras ayudaba a un conductor herido, un bloque de motor desprendido le arrebató la pierna derecha.
En el hospital, compartió habitación con Cayle Royce, un militar sin piernas y con varios dedos amputados. Royce le relató que había cruzado el Atlántico remando y, en ese instante, el exmarine encontró un propósito: «Por primera vez desde que perdí la pierna, me di cuenta de que esto no tiene por qué ser el final de todo».
Impulsado por esa convicción, se convirtió en la primera persona con discapacidad física en remar en solitario desde Europa hasta Sudamérica. Durante esa travesía, llegó a Las Palmas de Gran Canaria para reparar un corte eléctrico en su embarcación.
A pesar de los desafíos, superó todas las expectativas: rompió el récord de la travesía en remo más larga realizada por una persona con discapacidad físicapor el Atlántico .
Ahora, Spencer regresa a la capital grancanaria, no para romper récords, sino por una causa que, según él, «hace que volver a hacer algo tan difícil valga la pena». Durante esta nueva expedición, los tripulantes remarán en turnos de dos horas durante el día y tres por la noche. El desgaste físico será extremo: mientras una persona promedio quema 2.300 calorías diarias, ellos consumirán entre 8.000 y 10.000. «Comer todas esas calorías al día no será fácil; usaremos mucha salsa picante», bromea el inglés.
Cuando termine esta travesía, Spencer ya tiene en mente otro reto: un triatlón «épico» en verano. Planea nadar a través del Canal de la Mancha, recorrer Gran Bretaña en bicicleta y escalar los tres picos más altos del Reino Unido. Y tras este esfuerzo, admite que «finalmente me tomaré un merecido descanso».
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