Las Palmas de Gran Canaria se atraganta en la circunvalación: crónica de un atasco de seis horas
La prueba de carga del viaducto del Guiniguada atrofia el tráfico, que se agrava con el concierto de Quevedo y se espesa con la falta de policías
El cierre de la autovía de circunvalación, a la altura del viaducto del Guiniguada para hacer una prueba de carga del puente tras una rehabilitación de tres años atragantó este sábado el sistema circulatorio de Las Palmas de Gran Canaria con un trombo que se inició a media mañana en la parte alta de la ciudad, en el entorno de Siete Palmas, y que poco a poco se fue extendiendo por el resto de la red viaria de la ciudad.
El Cabildo de Gran Canaria había anunciado la realización de la prueba en el viaducto del Guiniguada, un puente clave en la circunvalación, pero nadie previó sus consecuencias. El tiempo en el que la vía estuvo cerrada provocó un atasco general que se fue extendiendo por Las Palmas de Gran Canaria a medida que los conductores trataban de encontrar alternativas para dirigirse a sus destinos, poniendo de manifiesto la fragilidad del esquema circulatorio de una ciudad que lleva esperando años por un sistema de transporte rápido y de alta capacidad (MetroGuagua) y una sobrepresión del vehículo privado.
En torno a las once, el tráfico ya estaba parado y no fue hasta las cinco de la tarde, aproximadamente, que se recuperó la normalidad de un sábado, tras seis horas de congestión.
Fue el entorno de Siete Palmas el primero que empezó a dar síntomas de la trombosis. La imposibilidad de conectar con la circunvalación en dirección sur pronto atascó la parte alta del barrio, así como sus alrededores. Poco a poco, también la avenida del Pintor Felo Monzón dio pruebas de su desbordamiento.
La situación en Siete Palmas se agravó por el hecho de que a esas horas ya se empezaba a intensificar la afluencia de personas que se dirigían al concierto del cantante Quevedo en el estadio de Gran Canaria.
La huida de esta parte de la ciudad provocó una embolia en las carreteras urbanas. En menos de una hora, la GC-23, la Carretera General del Norte, el túnel de Julio Luengo y la conexión con la GC-2 se envenenaron y se transformaron en una trampa en la que iban cayendo cada vez más vehículos que escapaban de la prueba de carga del puente del Guiniguada.
Los policías suelen emplear una escala numérica para hacer referencia a la fluidez de las vías. Va desde el cero, que indica el colapso absoluto, hasta el 5. En torno a las dos de la tarde, la situación mostraba un tráfico muy lento en la Carretera General del Norte (nivel 2), y en peores condiciones todavía (nivel entre 1 y 2) en la GC-23, en la bajada por los túneles de La Ballena, por los dos sentidos de Julio Luengo y por la rotonda de Plaza de Las Américas, según las fuentes policiales consultadas. Por el interior, la avenida de José Mesa y López y la calle Presidente Alvear también mostraban un tráfico viscoso.
Solo podía escapar del atasco el que llegaba la Avenida Marítima (GC-1), donde se empezaba a formar también una cola importante en sentido Sur-Norte, en los carriles que dirigen el tráfico hasta la boca de los túneles de Julio Luengo. Aquí, las retenciones llegaban hasta el muelle deportivo.
El taxista Antonio León, antiguo representante del sector y una de las voces más críticas de las vías urbanas, explicaba la situación. «Como era de esperar, con el cierre de la GC-3 y el conflicto laboral de la Policía Local, la ciudad está totalmente colapsada y sin policías ni agentes de movilidad», señaló a través un documento de audio remitido en torno a las 12.30, «llevamos tres horas colapsados en la entrada a Julio Luengo, como también en Juan XXIII, Siete Palmas, Buenos Aires o Primero de Mayo».
La falta de agentes de Policía Local era evidente. En la mañana de este sábado había 38 agentes activos, pero como hubo que distribuirlos entre los servicios de transmisiones, atestados, los puestos adaptados, los puntos fijos (jefatura de Miller, comisaría de Santa Catalina, Ayuntamiento y San Telmo, entre otros), no había efectivos concretos para la regulación del tráfico. A ello se añade el hecho de que este sábado, como viene siendo habitual desde que estalló el conflicto laboral con el Ayuntamiento, no hubo refuerzos extraordinarios. «Antes del conflicto, los fines de semana había hasta 30 policías haciendo el trabajo extra y, con eso, se cubrían los múltiples eventos que había en la ciudad», detallan otras fuentes.
Desde el Cabildo se indicó que la prueba de carga del viaducto del Guiniguada se hizo un sábado para tener el margen del domingo en caso de que hubiera fallado alguna prueba, según informó Jesús Quesada.
Por su lado, fuentes del Ayuntamiento explicaron que tanto la prueba de la GC-3 como el concierto son actuaciones que dependían del Cabildo de Gran Canaria. Aseguraron que la señalización de los cortes empezó hace dos días y que hubo un dispositivo de tráfico en el interior de las vías urbanas, a pesar de las críticas por la falta de agentes.
Estas explicaciones no son compartidas por el taxista Antonio León, quien lamentó la descoordinación entre el Cabildo de Gran Canaria y el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. «Somos montones de personas, agentes, repartidores, conductores, taxistas... que dependemos de la ciudad para poder trabajar», lamentó.
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