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Una imagen del N 35. C7

¿Qué hay detrás del buque cazatesoros apresado por Venezuela?

El N35 es un remolcador de altura que había en Las Palmas de Gran Canaria el pasado 10 de abril

Rafael Muñoz Abad

Las Palmas de Gran Canaria

Domingo, 29 de junio 2025, 16:41

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Procedente de Holanda, el pasado 10 de abril arribó a Las Palmas de Gran Canaria un discreto remolcador de altura, pintado de gris naval, bandera de Panamá, con el numeral N35 en sus amuras, y aquí dimos la primera noticia. En esta columna contamos historias relacionadas con las aguas circundantes al archipiélago, y como la febril actividad portuaria del principal puerto de Canarias nos trae visitantes curiosos.

¿Quién es el N35? Se trata de un remolcador de altura, o supply, botado en 1983 y con 81 metros de eslora, que presumiblemente pertenece a su capitán; tratándose así de un buque privado, cuya principal actividad parece ser buscar fortuna en el lecho marino. Este buque pasó hasta tres semanas atracado en Las Palmas, con una varada de por medio en Astican, para algún tipo de reparación, preparándose para una campaña de 100 días en la mar.

A ojos neófitos, podría tratarse de un simple remolcador offshore para dar apoyo a plataformas en campos petrolíferos. ¿Pero quién lleva una planeadora, neumáticas con más de 250 caballos en la popa, y una grúa oruga con un amplio juego de pinzas?

La primera vez que vi el buque fue en Tenerife y barajé dos teorías. Que se tratara de una armería flotante, o de un barco de investigación submarina. Las empresas de seguridad privada en la mar usan viejos remolcadores como buques nodriza para prestar servicios de protección a los armadores en tránsitos en zonas de alto riego de piratería, caso del Delta del Níger, o Golfo de Adén-Somalia. La segunda vez que lo ví, el pasado mes de abril en Las Palmas, era ya evidente que el buque se dedicaba a la recuperación de restos de naufragios. Eufemismo de cazatesoros.

La arqueología submarina es una actividad que está regulada por ley, y que habitualmente es objeto de saqueos, principalmente por iniciativas privadas que aprovechan la incapacidad de ciertos estados para tener vigiladas sus aguas. Estos episodios son habituales en África, y áreas del Caribe. Antes de cruzar el océano hacia la costa venezolana, el N35 pasó bastantes días al sur de Canarias, realizando patrones de búsqueda que delataban el uso del sonar para mapear el lecho marino. Búsquedas que coinciden con varios pecios históricos en sondas de poca profundidad. Estos trabajos se llevaron a cabo en los lindes de la indefinición de las Zonas Económicas Exclusivas de España-Marruecos-Sahara occidental. ¿Todo bajo la aparente indolencia, por no decir desconocimiento, de la inteligencia naval española?

El N35 sabe perfectamente que el éxito de sus búsquedas va en función de la discreción, y que de noche todos los gatos son pardos. Sí, su disfraz de buque militar es una astuta estrategia para disuadir a terceros de intentar abordarlo, sobre todo en aguas del Golfo de Nigeria, donde los incidentes de pillaje, piratería, están al orden del día. Y así lo reconoció el propio buque en una entrevista concedida en Las Palmas antes de zarpar en la que intentó dar la cara más romántica a sus aventuras en la mar.ç

Aunque los estados ribereños no tengan soberanía en su ZEE (Zona Económica Exclusiva), área del océano que alcanza hasta las 200 millas náuticas contadas desde la costa, si tienen jurisdicción en pesca, prospecciones del subsuelo marino, y estudios, o recuperación de objetos del fondo. Todo, con el añadido que un pecio sumergido puede ser aún propiedad del estado de abanderamiento del barco, o un cementerio de guerra protegido. Esto nos conecta con la falta de presencia que España parece tener en los espacios marítimos al sur de Canarias para no molestar a Rabat.

¿Quién paga la aventura?

Alguna base de datos internacional relaciona al buque con un despacho de charter en Oviedo, lo cual significaría poco, respecto a la titularidad de su armador. El mundo marítimo se caracteriza por la explotación de los activos flotantes por medio de empresas pantalla, o fideicomisos, para minimizar el rastro del verdadero armador con el buque que subroga a un tercero a cambio de un pago. Sobre todo, en el negocio el petróleo, para evitar quedar señalado por un desastre medioambiental.

Mantener un buque en la mar es un gasto que demanda de un gran capital, y es precisamente esta la letra pequeña de la historia romántica de una pareja que decidió vivir de manera diferente, y buscar tesoros. Combustible, reparaciones, seguros, provisiones, consignatarios, equipamiento, tasas portuarias, tripulación, o comunicaciones satélite, incluida una varada en dique, son los principales gastos a los que un armador debe hacer frente.

El romanticismo de ser un Goonie, o el holandés errante, y buscar monedas de oro y plata en la desembocadura del Orinoco no se financia fácilmente; por lo que no descarto que el N35 tal vez pudiera tener algún mecenazgo en la trastienda como una casa de subastas. La arqueología submarina puede ofrecer suculentos hallazgos en forma de antigüedades y metales preciosos. Las aguas del Mar Caribe están repletas de pecios históricos. Muchos de los cuales podrían ser aún patrimonio español, cuando no del estado ribereño, caso de Venezuela. La navegación del N35 en las aguas objeto de disputa entre Venezuela y Guyana es similar a la que llevó a cabo al sur de Canarias. Patrones de búsqueda describiendo paralelas a baja velocidad en las inmediaciones de varios pecios cartografiados como históricos.

¿Es legal el apresamiento del N 35 por parte de Venezuela?

En mi opinión sí, pues el buque habría estado realizando «investigaciones», o «trabajos submarinos», supuestamente sin permiso, en un área que si bien está en disputa entre Guyana y Venezuela, Caracas la considera parte de su ZEE, y Guyana no se habría pronunciado al respecto del suceso. El incidente pone de manifiesto como Venezuela realiza un ejercicio de monitorización de sus aguas, que contrasta con la laxitud que España habría mostrado con las actividades del buque al sur de Canarias, o a la hora de inspeccionarlo en puerto.

El N35 fue apresado por el patrullero de altura PC-21 GUAQUERI el pasado 20 de junio previo a haber estado siguiendo sus actividades en aguas internacionales. Tras un tenso intercambio de preguntas por VHF, el buque fue conducido hasta Isla Margarita, donde permanece retenido, y es objeto de una investigación por parte de Venezuela para esclarecer su actividad. Entre sus 9 tripulantes, incluidos dos perros dóberman, hay un canario, que estaría actuando de interprete entre el armador, de origen neerlandés, y las autoridades.

El máximo responsable del buque siempre es el capitán, que se enfrentaría al ordenamiento jurídico venezolano, caso de acusación formal, pese a estar en aguas internacionales. Las autoridades pueden esgrimir en su contra no sólo su normativa nacional, sino el derecho marítimo internacional, y cuestiones de interés y seguridad nacional. La última noticia al respecto es que en la mañana de hoy, el buque podría haber sido liberado, pues su señal AIS aparece activa, y navegando al sur de Isla Margarita.

Si como parece, armador y capitán son la misma figura, el panorama es jurídicamente más simple para el estado ribereño. Los abogados del N35 argumentarán que el apresamiento se llevó a cabo en aguas internacionales, en la ZEE del Esequibo. Área del mar que Venezuela reclama a Guyana, como continuación de la masa continental, y que por consiguiente es un acto hostil que va contra el derecho de libre navegación.

De la misma manera que en principio descarto prospecciones petrolíferas piratas, no contemplo la teoría del buque espía, y sólo veo lucro en esta historia fallida que quiso aprovecharse de la zona gris del derecho marítimo en unas aguas en disputa, en las que Guyana, aún no dispone de control efectivo en forma de patrulleros de altura.

El 'viejo' del remolcador gris-naval sabe moverse bien en las páginas sueltas y grises del derecho marítimo internacional. Su disfraz es efectivo, pero nada escapa al ojo de las redes sociales, y un tuit cruza el océano en un click... El fin de esta aventura era lucrativa; escondida y envuelta en el romanticismo de buscar tesoros que tal vez tengan dueño, y el capitán lo sabe, también quién está detrás de esta empresa. En el sainete sólo faltan las buenas relaciones de José Luis Rodriguez Zapatero con el régimen de Maduro, haciendo de interprete para que se libere al canario.

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