Los bomberos de Las Palmas de Gran Canaria se plantan: no reforzarán los fuegos de San Lorenzo
Más de 80 agentes se niegan a hacer horas extras para criticar la gestión del cuerpo y sus carencias de medios humanos y materiales
Más de 80 bomberos del poco más de centenar que presta servicio en Las Palmas de Gran Canaria ha decidido plantarse por las condiciones laborales que soportan y han decidido no realizar horas extraordinarias, como ya hicieron sus compañeros de la Policía Local. La decisión de no reforzar los turnos con personal voluntario comenzará a aplicarse a partir del próximo 8 de agosto, con lo que es posible que el primer gran evento ciudadano afectado sea el de los fuegos de San Lorenzo, que este año se celebra en la noche del sábado al domingo.
No sería la primera vez que los bomberos de Las Palmas de Gran Canaria ejercen esta medida de presión y protesta. En los últimos años, al menos en 2018 y en 2022 el grupo de gobierno ha optado por completar el dispositivo de seguridad de emergencias y extinción de incendios con la contratación de bomberos privados, con un coste cercano a los 2.000 euros por el despliegue.
En años anteriores, el espectáculo pirotécnico de San Lorenzo ha requerido el despliegue de unos 33 agentes y mandos, lo que supone el refuerzo sobre el turno ordinario de unos 18 profesionales. Para llegar a ese número, en otras ocasiones se ha concentrado la dotación de Miller en San Lorenzo y se ha recurrido no solo a una empresa privada de bomberos, sino también a dotaciones de Medio Ambiente del Cabildo de Gran Canaria y voluntarios de Protección Civil.
Las carencias que denuncian los bomberos
Las carencias de medios humanos y materiales, los retrasos en los pagos de las horas extraordinarias, la dirección del cuerpo y la falta de diálogo por parte de la administración son las razones que esgrime Raúl Esclarín, cabo del Servicio de Extinción de Incendios y Salvamento (SEIS) y representante de UGT en el cuerpo, para justificar el inicio de la protesta.
«Hoy (ayer para el lector) han estado cerrados los parques de bomberos de Vegueta y La Isleta, mientras que en el parque central de Miller solo había cuatro agentes», denuncia Esclarín, «¿cómo se puede mantener así una ciudad como Las Palmas de Gran Canaria y cómo puede ser que esto se normalice?».
La protesta trata de recorrer todo agosto para que en septiembre, los bomberos puedan decidir en una asamblea, de la mano de las fuerzas sindicales, las medidas a adoptar.
El representante de los bomberos asegura que las reivindicaciones no están motivadas por mejoras salariales, sino por la necesidad de conseguir unas condiciones laborales dignas. «¿Cómo vamos a estar pensando en pedir dinero cuando faltan diez bomberos en cada turno o nos vemos obligados a sentarnos en camiones deteriorados?», se pregunta Raúl Esclarín.
Dicen estar cansados de tantas promesas que no se materializan, como la de los camiones nuevos (en noviembre se adjudicó la compra de 3 primera salida por 1,4 millones de euros; y en julio, un autobomba de casi 600.000 euros), «que ni sabemos cuándo van a llegar». A ello se suma una gran desilusión con la nueva gestión del servicio, que no dudan en calificar de caótica porque se sigue trabajando con los mismos procedimientos de hace 22 años y no se incluyen mejoras en rescates en altura o incendios en vehículos eléctricos. Por no citar el problema que han denunciado con las horas extras, ya que consideran que el 40% de las mismas se concentra en tres trabajadores. A eso se añade un sistema de organización que consideran desfasado y el retraso de un año en el pago de las extras.