
Cuando atacó a Juan Betancor no estaba borracho ni había consumido cocaína
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Los informes forenses desmienten la tesis de Antonio Paulo G., que será juzgado a partir de hoy por haber asesinado al abogado grancanarioEste viernes comenzará el juicio por el crimen del conocido abogado grancanario Juan Betancor, quien falleció en mayo de 2022 a manos de su empleado, el caboverdiano Antonio Paulo G., en el interior de su finca de Santa Brígida, después de que el acusado lo rociara con combustible y posteriormente le prendiera fuego. Mientras que la Fiscalía interesa una condena de 30 años y medio por asesinato, amenazas y detención ilegal, la acusación particular eleva su petición a 33 y 100.000 euros de indemnización por daños morales.
Se da la circunstancia de que dicha acusación particular la ejercerá el hijo de la víctima, Juan Jacob Betancor, que trabajó codo con codo desde su graduación en el despacho de su padre, por lo que la carga emocional que tendrá que soportar durante toda la semana será tremenda.
La principal tesis que planteará la defensa -que estará representada por el letrado Emilio Collazos-, será que Antonio Paulo G. cometió el crimen en un escenario de intoxicación etílica, consumo de cocaína y marihuana y bajo arrebato u obcecación. Eso, al menos, es lo que declaró hasta el momento el acusado, tanto ante la Guardia Civil como en el Juzgado de Instrucción número 5 de la capital grancanaria que tramitó la causa.
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Pero este planteamiento, a juicio de las acusaciones, se cae por su propio peso ya que los informes toxicológicos realizados al acusado tras ser detenido fueron contundentes. Por una parte, determinaron que no había restos de cocaína en su organismo, sí que encontraron presencia de marihuana, aunque la misma se puede detectar en la orina hasta 18 días después de su último consumo y, por último, solo dio 0,10 g/l de alcohol en sangre, una cantidad bastante baja para un supuesto bebedor habitual.
En cuanto a su estado mental, las consideraciones médico forenses fueron concluyentes y describieron que el presunto asesino no «mostraba síntomas de ideación delirante o psicosis», así como tampoco de «intoxicación por sustancias o síndrome de abstinencia a las mismas».
También observaron que conservaba «la capacidad de juicio», que reconoció «los hechos cometidos y las consecuencias derivadas de los mismos» y, aunque manifestó «estar arrepentido por haber quitado la vida a otra persona» y dijo que acabaría «su vida en prisión», sí que llegó a justificar su conducta al considerarla «resultado de lo mucho que sufrió en el tiempo que estuvo en la finca», es decir, durante 16 años.
En síntesis, no se acreditó estar bajo los efectos de la cocaína, apenas se detectó alcohol en su sangre y conservaba la capacidad de juicio, el control de sus impulsos y la integridad de todas las funciones psíquicas superiores.
Este juicio comenzará el viernes a las 9.30 horas con la selección de los nueve miembros del jurado -más dos suplentes- para que luego la magistrada presidente Inocencia Eugenia Cabello Díaz de paso a la declaración del investigado.
El lunes se reanudará la vista con las declaraciones de los testigos propuestos, entre los que se encuentra la viuda de Juan Betancor -que salvó su vida trepando por el muro que delimita su finca- así como la declaración de dos policías locales de Santa Brígida. El martes se proseguirá con seis guardias civiles intervinientes y cinco peritos forenses, mientras que el miércoles se procederá a la lectura de los informes y la redacción del objeto del veredicto que será entregado al jurado popular para que comience con su deliberación para el posterior veredicto.
Antonio Paulo G. declaró a la instructora que «tenía el demonio dentro» y por eso lanzó gasolina al abogado hasta que empezó a arder. Betancor se tiró al aljibe para salvarse de las llamas y, en ese instante, y según manifestó su esposa, le gritó pidiéndole auxilio: «Fátima, Fátima, que Antonio me quiere matar», escuchó. La testigo narró que Antonio la empujó, la cogió por el cuello empuñando un cuchillo. Le rompió la camisa que llevaba, la arrastró hasta el interior de un salón cocina y le empezó a gritar «dame el móvil, dame el móvil que acabo de matar a Juan y no vas a llamar a la Guardia Civil», contó la víctima. El investigado le arrebató el móvil y la encerró. Fue en ese momento cuando la esposa del fallecido saltó por la ventana, sorteó un muro de tres metros y llegó a la casa de unos vecinos para salvar su vida.
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