¿Cuál fue el acto más ruidoso del carnaval de Las Palmas de Gran Canaria?
Las mediciones durante el carnaval demuestran que los vecinos estuvieron expuestos a niveles de ruido superiores a lo permitido por la legislación
Las mediciones de ruido que encargaron los vecinos del Puerto que han acabado denunciando la celebración de conciertos y la instalación de la feria de atracciones cerca de sus casas demuestran que estos ciudadanos estuvieron expuestos a niveles de contaminación acústica superiores a los que permite la normativa.
En la denuncia se incluyen los resultados de las mediciones realizadas durante la fiesta. Estos análisis certifican que estos residentes estuvieron sometidos a niveles de ruido «propios de actividades industriales».
Así, se llega a medir un pico máximo de hasta 92,6 decibelios, lo que supone superar en un 4.166% el límite permitido de los niveles de ruido recibidos en todos los receptores. Este nivel se registró durante la celebración de una jornada del carnaval de día y supone un nivel similar al que tendríamos si en el salón de nuestra casa tuviéramos un camión en marcha todo el día.
El nivel de los otros conciertos
El resto de los conciertos y zonas del carnaval de Las Palmas de Gran Canaria también superaron los niveles permitidos para las zonas residenciales (55 decibelios de día y 45 decibelios de noche). Hay que tener en cuenta que la escala de ruido es logarítmica, de manera que un aumento de tres decibelios significa multiplicar por dos la intensidad de sonido, mientras que un incremento de 20 decibelios supone aumentar la intensidad de la fuente de ruido unas cien veces.
Así, los conciertos nocturnos de la plaza de Manuel Becerra resultaron los siguientes más ruidosos, con mediciones en las viviendas de entre 90,6 y 90,7 decibelios, lo que supone superar entre un 10.615% y un 10.739% el límite permitido. Hay que tener en cuenta que los sonómetros no deberían haber registrado niveles superiores a los 75,6 decibelios medidos a un metro de los equipos de sonido, pero la realidad fue que en las viviendas -alejadas varias decenas de metros del escenario- se llegaron a medir hasta 25 decibelios por encima del umbral máximo.
En cuanto a los conciertos celebrados en el entorno del Mercado del Puerto y la plaza de Nuestra Señora de La Luz, se midieron intensidades de ruido en torno a los 88,7 y los 88,9 decibelios, también por encima de lo permitido.
Por tanto, prosigue el análisis, «se concluye que, para poder cumplir con los niveles máximos permitidos, los sistemas de reproducción sonora de los altavoces tendrían que emitir a unos 70-80 decibelios. Si extrapolamos esto a una situación en la que hay multitud de personas, se daría la paradoja de que el nivel de ruido producido por los asistentes sería mayor que el de los propios altavoces, por lo que se enmascararía dicho sonido por el público, y aun así se seguiría incumpliendo los niveles de ruido». Ni siquiera las medidas correctoras que puso en marcha el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria para atenuar los niveles de ruido resultaron suficientes.
Sin embargo, el récord lo sigue manteniendo el carnaval de 2024, cuando se llegaron a medir hasta 103 decibelios, un nivel casi similar al que genera el paso de un avión de caza F-18.
«Los datos contradicen las reiteradas declaraciones de la concejala de Carnaval (Inmaculada Medina) que afirma cumplir, año tras año, todos y cada uno de los límites acústicos y medidas de seguridad», recoge la denuncia vecinal.
Los datos de la feria de atracciones
Tampoco la feria de atracciones se libra de este análisis. Los equipos de medición registran picos máximos de 78,2 decibelios por la mañana; de 82,4 decibelios por la noche; y de hasta 88,4 decibelios por la tarde, lo que supone un nivel similar al de los conciertos del entorno del Mercado de Vegueta y de la plaza de Nuestra Señora de La Luz.
Ni siquiera cuando se cerró la feria se logró entrar en una situación de normalidad. En efecto, el desalojo del lugar genera un nivel de contaminación sonora superior al permitido. En ese caso, cita el informe, «la única fuente de ruido proviene de la aglomeración de público abandonando el evento una vez han finalizadas las actuaciones, alcanzando unos niveles de ruido en el exterior de las viviendas de 69 decibelios, superando los límites permitidos».
Como ocurre con los conciertos, se señala que «no es posible implementar ninguna medida correctiva que permita no incumplir con los niveles máximos permitidos».
Con esta profusa información, los denunciantes concluyen que «el Ayuntamiento viene incumpliendo reiteradamente sus obligaciones legales en materia de contaminación acústica, habiéndose constatado en el año 2023, 2024 y ahora en el 2025, año tras año, (...) sin que haya adoptado en las 3 anualidades referidas medidas correctoras algunas, prueba de que es imposible su adopción dado que son actividades al aire libre ubicadas en zonas residenciales».
Advierten de que la intromisión domiciliaria no se puede considerar una molestia, sino un daño, y recuerdan que «hay estudios epidemiológicos que señalan que no solo hay correlación entre los niveles elevados de decibelios y la salud, sino que hay causalidad».
Desde el Consistorio capitalino se pronunció ayer el concejal de Cultura, Josué Íñiguez, defendió que hay «un espacio para el diálogo» con el fin de evitar judicializar la fiesta, pero los vecinos no obtuvieron respuesta alguna cuando presentaron sus pretensiones al Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria.