Imagen de la Quema del Barco y el Castillo de 2024.José Luis Yánez
La Quema del Barco y el Castillo por la tierra y por la fe
Es ahí donde está la raíz de la celebración del Barco y el Castillo de la Villa Mariana, en los Dávilas que, sobre la década de 1930 la trajeron desde la Fiesta de La Naval
José Luis Yánez
Cronista Oficial de Teror
Domingo, 4 de mayo 2025, 23:02
El 6 de octubre de 1595 una escuadra inglesa con 27 barcos y tres mil hombres atacó Las Palmas de Gran Canaria. Venían bajo el ... mando de Francis Drake -Sir por decisión de la reina Isabel I de Inglaterra, que premió así sus servicios-, un bravucón corsario, esclavista y peleón contra España. Desde una década antes, andábamos en guerra contra los súbditos de Isabel I por su política pirática contra los barcos españoles y el apoyo que prestaba a los Países Bajos. La defensa la hicieron los milicianos de nuestra tierra. Su patria era la Gran Canaria que les había acogido; su honra, la de buena gente de campo y mar, que lo eran y mucho; y su fe, el sustento ideológico que los mantenía fuertes frente a las constantes andanadas de los intentos de invasión.
Consultado el Archivo Histórico Nacional en 1948 por Pablo Artiles, el libro 2.° de hacienda del convento de San Pedro Mártir de Las Palmas detalla que «los mayordomos de la Cofradía de Ntra. Sra. de la Victoria que es el pro. domingo del mes de Octu. de cada año de la Cofradía de los soldados. Pagan doze doblas por la Fiesta Naval y una missa cantada de réquiem el día siguiente por los soldados difuntos, y doze rezadas cada mes una. De todo ay assientos y escrituras ante Andrés de Rosales scrinº» puª año de 1605».
Asimismo, el cronista Pedro Socorro ha investigado a este respecto y detalla el acuerdo del cabildo catedral, que, en su reunión del lunes 9 de octubre de 1595 -apenas tres días después de la huida inglesa- y a petición de los soldados y del mismísimo gobernador militar Alonso Alvarado, encomendaba que todos los años el día de Santa Fe, que es el 6 de octubre, se haga procesión y fiesta solemne de hacimiento de gracia a Dios Nuestro Señor, y que para ello por su Señoría del Señor Obispo se mandará guardar aquel día como día de fiesta, y que este año se haga el Domingo 15 de este mes que viene, y se vaya en procesión al convento de San Pedro Mártir de esta Isla y se venga a decir misa a esta Catedral.
Muchos autores sitúan por ello en estos hechos histórico el inicio de la celebración de La Naval. Sebastián Jimenéz Sánchez afirmaba en 1955, asimismo, la relación de Nuestra Señora del Rosario con esta fiesta, detalle fortalecido años después por la batalla de Lepanto, así como la relación de la celebración posterior emanada de este hecho, con la Cofradía y Hermandad del Santísimo Rosario del Convento dominicano de San Pedro Mártir. Al año siguiente de la Firma de la Paz de 1604, el capitán Jerónimo de Valderrama promueve desde su cargo de gobernador la constitución de la Cofradía y Hermandad de Nuestra Señora del Rosario, al objeto de, tal como resaltara el historiador Rumeu de Armas, exaltar la resonante victoria de la escuadra española en Lepanto en 1571 contra el amenazador poderío de la armada turca. La desamortización del siglo XIX pasó fiesta y responsabilidad de los frailes dominicos a los Alcaides y Castellanos del Castillo de La Luz o Principal de Las Isletas. La donación hecha en 1694 por un Capitán, que regaló a la Virgen del Rosario del Convento un trono con la expresa condición de que sólo se utilizara para la procesión de La Naval es una prueba del paso de manos frailescas a militares.
Tenía además de los actos religiosos, el añadido de la anual escenificación pirotécnica de la victoria bélica en defensa de tierra y fe. Este tipo de celebraciones fue hecho extendido en tierras de todo el imperio español; con pervivencias en algunos lugares como Barlovento o Santa Cruz de La Palma. Gabriel Duque Acosta en su Pregón de la Bajada del año 1970 en Santa Cruz de La Palma definió esta peculiar forma de permanencia en el tiempo de esta manera: «Los viejos cañones que protegieron a la Villa del ataque corsario saludarán el nombre de María; la pólvora, en otros tiempos hostil, se derramará en nubes de incienso para servirle de aureola. El barco de piedra: exvoto monumental a un pasado marinero que nos honra enfilará su proa, guiado por el astrolabio del amor, hacia los mismos horizontes de la fe».
Vista del espectáculo pirotécnico que se celebra en Teror cada año.
C7
Esta relación del acto bélico con la defensa del honor y del catolicismo fue uno de los principales motivos de esa pervivencia, también en otros municipios de Gran Canaria, como San Lorenzo o Santa Brígida. El traslado de esta festividad marinera, costera y hasta militar durante algún tiempo, a otros pueblos del interior de Gran Canaria; se debe en Teror a la aparición a mediados del siglo XIX de una familia, que al día de hoy, es patrimonio intangible y valioso de la Villa Mariana. Todo comenzó con Gabriel Dávila Trujillo, primer fueguista destacado en la isla de la Gran Canaria que nació en La Aldea el 3 de noviembre de 1814. Trasladado por matrimonio a Gáldar, comienza allí sus actividades en la pirotecnia que transmite a los hijos tenidos con su primera mujer, María Dolores de Quesada. Uno de ellos, Francisco Dávila Quesada, fue bisabuelo de Juan Ramón Martel fundador en 1982 de la empresa de Pirotecnia San Miguel de Valsequillo. Gabriel Dávila terminó por recalar en Guanchía de Teror en 1850.
Y es ahí donde está la raíz de la celebración del Barco y el Castillo de la Villa Mariana, en los Dávilas que, sobre la década de 1930 la trajeron desde la Fiesta de La Naval del Puerto donde ellos lo celebraban y preparaban desde el último tercio del siglo XIX, a la fiesta terorense de San José y La Santa Cruz que, aunque programada en sus inicios por los carpinteros de Teror, presentaban una activa participación de la familia Dávila. Por ello, con los años y el progresivo abandono del gremio carpinteril -siempre en el recuerdo Candidido Ortega- ha quedado hoy, con toda justicia y mérito en manos de los fueguistas de la Villa, verdadero lujo, patrimonio y tradición de todo Teror. Ya en 1918, Francisco González Díaz escribía de ellos: «En Guanchía se prepara y carga la pólvora que arde en las fiestas de Gran Canaria, de Guanchía salen sorprendentes monumentos pirotécnicos; en Guanchía están los brujos de la magia flamínea y sonora que encanta las vísperas patronales de nuestras aldeas».
En la actualidad, Benjamín Dávila Sosa y su hijo Benjamín Dávila Rodríguez son prueba de ello, y han recuperado con la iniciativa del ayuntamiento capitalino y de Héctor Alemán, Concejal-Presidente del Distrito Isleta Puerto Guanarteme, la quema en el lugar donde se originó, sin que ni ellos ni Teror renuncien al papel de custodios y transmisores de esta singular muestra de nuestro patrimonio y nuestra historia.
Los corsarios siguieron golpeando al Imperio Español hasta la Firma de la referida Paz de 1604. Las patentes de corso fueron abolidas en la Declaración de París de 1856. Los piratas consentidos por los gobernantes desaparecieron así, al menos de la pública legalidad. En Gran Canaria lo espantamos; pero en otros muchos lugares a lo largo de su carrera pirática; Sir Francis Drake demostró, tal como afirmara uno de sus cronistas, que a fuerza de abordajes pudieron sentarse los cimientos de un Imperio.
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