Inventarios al rescate del patrimonio industrial: una palanca para salvarlo
Investigación y divulgación ·
La doctora en Historia del Arte Amara Florido disertó en la Universidad de Verano de Maspalomas sobre los bienes industriales | En Gran Canaria ha registrado 1.014En un tramo poco conocido del icónico barranco de los Cernícalos, a su paso por Lomo Magullo, un inmueble abandonado y medio derruido resiste a duras penas. Tras años de ostracismo, una estación con panel interpretativo del corredor paisajístico de Telde le da su sitio en la historia. Es el pozo de La Federica, de principios del siglo XX. Conserva incluso parte de su maquinaria, oxidada, pero en pie. ¿Cuántas familias vivieron de esta industria hidráulica? ¿Cuánta vida dio a los campos que lo rodean? Mucha, pero hoy nadie, o casi nadie, lo recuerda. Su actual estado, tristemente, no es excepcional. Es solo un ejemplo más de cómo está el patrimonio cultural «más castigado, infravalorado y menospreciado» de Gran Canaria y de Canarias.
Esos adjetivos no son gratuitos ni fruto de una ocurrencia. Los pronunció Amara Florido Castro, una voz autorizada, una de las mayores expertas del archipiélago en ese tipo de bienes. Y los compartió junto a otros reconocidos especialistas en un curso sobre patrimonio industrial en la Universidad de Verano de Maspalomas, en San Bartolomé de Tirajana. Florido, doctora en Historia del Arte por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, sabe de lo que habla porque, aparte de dedicarle años de estudio y varias publicaciones, es la autora de los inventarios que desde 2009 le ha estado encargando y financiando la Dirección General de Cultura y Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias. Los ha estado acometiendo por islas. Solo le queda La Palma.
Como explicó en ese curso, estos inventarios del patrimonio industrial tienen la virtud de erigirse en «herramientas de gran utilidad para la gestión y la valorización» de todo este legado material, que, dicho sea de paso, presenta, en líneas generales, una situación de deterioro alarmante. «Suponen el primer paso para visibilizar elementos de gran valor». En esencia, consisten en un «censo exhaustivo de bienes materiales industriales (muebles e inmuebles)», que son identificados, descritos y valorados, hayan o no perdido su función original.
Florido lo materializa en completas fichas, que contienen una información organizada por áreas y campos, definidos y numerados. A la hora de hacer la criba de los bienes que entrarán a formar parte del inventario, se fija una horquilla temporal flexible, que abarca vestigios desde finales del siglo XIX hasta de los años 60 del siglo XX. Hacer cada ficha conlleva primero un trabajo de campo, para el que también recurre a testimonios vivos y que incluye la consulta de material bibliográfico, y otro trabajo de gabinete, con la redacción de las fichas, que integran una base de datos y un anexo fotográfico.
2.736 bienes industriales, a falta de La Palma
Fruto de todo este esfuerzo, esta autora ha logrado registrar 2.736 bienes, a falta de que se elabore el inventario de La Palma, la única isla que le queda. La primera que fue objeto de su estudio fue Gran Canaria, donde llegó a catalogar 1.014 registros, de los que 616 están incluidos en la categoría de bienes inmuebles, y 398, muebles. Le siguió Fuerteventura, en 2011, con 286 fichas, la mayoría, 214, correspondientes a la sección de inmuebles. El de Tenerife, la isla que conserva el mayor patrimonio industrial del archipiélago, lo hizo en siete fases entre 2012 y 2019 y le permitió documentar 1.018 elementos. En La Gomera, en 2020, catalogó 109 bienes; en El Hierro, en 2021, 69 fichas; y en Lanzarote, en 2024, 240 vestigios.
La idea, o esa es la esperanza de Florido, es que estos inventarios permitan a las administraciones con competencias «un conocimiento censal y pormenorizado» de los restos industriales que les facilite protegerlos. Y para ese mismo objetivo se antoja fundamental que sean difundidos, otro reto con el que se ha implicado el Gobierno de Canarias. De los catálogos elaborados por Amara Florido, se han publicado los de Gran Canaria, Fuerteventura, Tenerife y La Gomera. Ahora, avanza la autora, trabaja en la edición del de El Hierro.
Con este esfuerzo añadido busca generar conciencia sobre la importancia de este patrimonio, que es, a su juicio, una de las claves que explican su abandono: la sociedad lo valora menos que al arqueológico, al artístico o al arquitectónico. ¿Por qué? Porque en su mayor parte son bienes de fechas recientes y eso hace que mucha gente «no lo considere digno de ser recuperado y considerado como parte de su identidad» como pueblo. Pero hay otro motivo: el desapego, apunta Florido. Muchos vinculan esos vestigios a un pasado de sacrificio, a épocas duras. También juega en su contra la ausencia de instrumentos de protección y la presión, a veces insaciable, del mercado inmobiliario.