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Estará un mes fuera. Los feligreses de Ingenio la van echar en falta, pero la aparición de unos pequeños orificios en el rostro de la talla de la Virgen de la Candelaria, la patrona del municipio, han aconsejado que sea sometida a un proceso de restauración. Operarios especializados de la división de arte de la empresa Esmenso, a la que la Diócesis de Canarias le suele encargar estas tareas, cuidaron al mínimo detalle los trabajos para su traslado este jueves desde la iglesia del casco hasta el taller de restauración en la capital donde será tratada esta talla , que data del siglo XVIII, de 1797, y que, aparte del valor religioso que entraña para los cristianos, está considerada una pieza de arte por la legislación canaria sobre patrimonio.
El dispositivo se montó en las primeras horas de la mañana en presencia de la restauradora Amparo Caballero, que ha sido la experimentada y reconocida especialista contratada por la parroquia para rehabilitar esta escultura de madera. Y al mando de los operarios de Esmenso estuvo Juan José Fernández, encargado de la división de arte de esta compañía, que acababa de aterrizar, como quien dice, de Fuerteventura y Lanzarote, a donde había acudido para mudar obras de un recinto museístico grancanario. Junto a ellos, sin perder detalle, el sacerdote Jesús Vega, que aprovechó para inmortalizar el momento en fotos. Explica que su intención era dejar ayer vacía la hornacina central desde la que la Virgen de la Candelaria preside el templo, aunque estos días y durante el mes será posiblemente ocupada por un Crucificado del siglo XIX, obra atribuida a Silvestre Bello, que habitualmente está emplazado junto al altar mayor.
Primero la retiraron, con sumo cuidado, de su hornacina del retablo principal de la nave central de la iglesia. Ya colocada en la zona del camarín, los operarios procedieron a su embalaje. Primero cubrieron con esmero la parte inferior y luego forraron el resto de la imagen. Según explica Fernández, el material que se usa para envolver a este tipo de tallas es el papel tisú. Una vez cubierta y sellada con cintas, fue trasladada a mano por dos de los operarios hasta la calle, por la parte trasera del templo, donde esperaba el camión técnicamente adaptado que usa Esmenso. La llevaban dos operarios. No por su peso, que no es excesivo, en torno a 60 kilos, sino para evitar dañarla mientras era cargada. «La Virgen viaja de pie, anclada al vehículo; si va recostada puede sufrir daños con los vaivenes del camión en la carretera», explica Juan José Fernández.
Amparo Caballero se mostraba cauta este jueves sobre el origen y el grado de la afección de esos daños que se aprecian en el rostro de la imagen, pero apuntó que es muy probable que se trate de la acción de los temidos xilófagos. Confía, en todo caso, que, de ser así, el daño sea superficial. En un mes la devolverá como nueva.
El coste de la restauración, que sufraga la propia parroquia con la ayuda de sus feligreses, asciende a 5.400 euros. Este encargo precisó del visto bueno de la Diócesis y de la Comisión Mixta Canarias-Iglesia, la encargada de velar por la correcta conservación de sus obras de arte.
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