Los gestores del Kasbah invertirán 20 millones para tirarlo y levantar otro

Alonso apunta que para financiar esta ambiciosa propuesta contarán con la implicación de potentes inversores, en concreto, grandes superficies comerciales que aspiran a radicarse en la que durante muchos años se consideró la milla de oro del sur turístico, hoy reconvertida en un agujero negro que lastra la imagen del destino. Solo el Kasbah resiste abierto frente al estado ruinoso y de abandono del Metro y al cierre a cal y canto por precinto municipal del Plaza.

El Kasbah cuenta con una baza a su favor. Según Alonso, no tiene colmatada toda su edificabilidad, por lo que el futuro nuevo complejo se antoja una perita en dulce para los inversores que llevan años buscando suelo para implantarse en zona turística.

Conocidas empresas dedicadas a la distribución alimentaria quieren hacerse un hueco en Playa del Inglés, pero hasta ahora no han tenido éxito por falta de disponibilidad de terrenos, de ahí que el posible derribo del Kasbah o el ya ordenado del Metro se convierten en una atractiva oportunidad.

Así lo confirma también el edil de Urbanismo en San Bartolomé de Tirajana, Samuel Henríquez, que si bien desconoce los pormenores del proyecto que ultima la comunidad del Kasbah, no le caben dudas de que puedan contar con el respaldo económico de algunos de los decenas de inversores que hacen frecuentes consultas en Urbanismo sobre las opciones de suelo y de planeamiento para instalarse en mitad de la zona turística.

Hasta ahora este tipo de superficies han intentado implantarse en el entorno urbano de Maspalomas Costa Canaria, en núcleos más residenciales como El Tablero o de la mano del desarrollo de nuevas urbanizaciones, como la prevista en El Hornillo, al lado de Sonnenland, pero esta puerta de entrada puede ser incluso más lenta y, al fin y al cabo, no les ubica donde buscan, en suelo turístico.

Javier Alonso, responsable de la comunidad de propietarios del Kasbah, tiene claro que para que Playa del Inglés vuelva a despegar necesita urgentemente sacudirse el lastre que le produce el esqueleto arquitectónico y gigantesco basurero en el que se ha convertido el Metro. «Tienen que tirarlo cuanto antes, es una vergüenza», se queja. «Nosotros vamos a hacer un esfuerzo por renovarnos, pero también debe mejorar este entorno».