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Gaumet Florido y Santa Lucía de Tirajana
Lunes, 18 de diciembre 2017, 10:31
Es un ídolo chato y grueso. Apareció el 7 de noviembre pasado, entre las piedras de ese muro que sellaba el habitáculo. Los arqueólogos que ahora excavan esta estructura se lo mostraron días atrás al consejero de Cultura del Cabildo, Carlos Ruiz, al director general del área, Oswaldo Guerra, y al técnico de Patrimonio en la institución insular y también arqueólogo, Xavier Velasco. Dada la forma en la que fue hallado, Verónica Alberto, arqueóloga de Tibicena, defiende que fue colocado allí ex profeso. La hipótesis principal es que formó parte de lo que llaman un ritual de clausura, prácticas de carácter religioso con las que, por ejemplo, los canarios anteriores a la conquista castellana buscaban garantizarse cierta protección o prosperidad.
El Cabildo financia con 60.000 euros esta nueva intervención en La Fortaleza, que permitirá culminar la excavación de esta estructura 7, la también llamada casa de Rosa Schlueter por la arqueóloga que la excavó en 1992; excavar otra estructura del complejo sagrado situada en la cima de La Fortaleza; y, finalmente, hacer un primer sondeo para definir qué tipo de construcciones esconde el subsuelo que se halla al pie de la casa de Schlueter.
Pero no fue ese ídolo la única sorpresa que deparó la retirada del sellado de piedras. Tras ese muro los prehispánicos que habitaron esta casa siglos atrás depositaron adrede un relleno de tierra con el que buscaron clausurar el espacio después de que, según los indicios a partir de lo excavado, ya llevara un tiempo abandonado o sin uso. ¿Y para qué usaron ese habitáculo de forma cuadrada? Como silo doméstico, como almacén para conservar alimentos, apunta Marco Moreno, codirector de Tibicena. Hallaron hasta un mínimo de ocho vasos de cerámica, y de gran tamaño, un número que resulta elevado para un área tan reducida. Según Alberto, los encontraron en su sitio, aunque no estaban enteros, producto tanto de ese periodo de abandono previo al relleno como del vertido en sí de toda la tierra.
El equipo de Tibicena tiene claro también que ese relleno y el sellado de piedra se ejecutaron de forma simultánea con ánimo de cerrar ese recinto «tan singular», elevado unos metros del suelo del resto de la estructura, y respecto al que Moreno apunta que de alguna manera puede poner en duda la tesis hasta ahora habitual de atribuir a estos habitáculos un uso exclusivo como alcoba.
Han llegado al nivel suelo de ese espacio mientras fue usado como almacén, pero lo seguirán excavando a ver qué encuentran, y han enviado a datar a Seattle un hueso de mandíbula de cabra para comprobar si su uso como silo coincide en el tiempo con el nivel suelo del resto de la estructura 7, que data de entre los siglos XIII y XV.
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