El comité asesor insiste: la bajada de cabras en Guguy no es efectiva
El informe final de los científicos insta al Cabildo a replantearse la metodología de captura del ganado guanil, ahora centrada en las apañadas. Nada asegura, dice, que esté siquiera bajo control.
El comité científico que asesora al proyecto Life Guguy concluye, una vez analizado el informe final de esta iniciativa cofinanciada por la UE, que «no se puede asegurar que se haya podido controlar, y mucho menos minimizar, la población de cabras asilvestradas presentes en las zonas de actuación». Apunta que, aunque aprecian el esfuerzo hecho entre octubre de 2017 y mayo de 2019, «la disminución de la población no es efectiva ni significativa». Es más, pone en duda los datos estimados de población que se han dado por la dificultad de detectar a los animales.
La posición científica y técnica de estos cuatro expertos, concretada en un informe fechado el 25 de septiembre de 2019, es relevante en la medida en que pone en cuestión la apuesta que ha hecho el Cabildo por recurrir únicamente a las apañadas como método de captura de ese ganado guanil. El proyecto Life Guguy ha reforestado con más de 20.000 árboles y arbustos la Montaña de Los Cedros, en La Aldea, y la presencia de las cabras no contribuye a que sobrevivan. Literalmente se los comen.
Como el proyecto, presupuestado en un millón de euros, es cofinanciado con fondos europeos, la UE ha advertido de que exigirá que funcione y, para que eso sea posible, no puede haber cabras sueltas en Guguy, que es, además, un espacio protegido, una reserva natural especial. Es un impacto que hay que eliminar, pero ese objetivo, según recalca este comité científico, «lamentablemente a día de hoy no se ha conseguido». Y tan clara es esa constatación como que la presencia continuada de cabras es «totalmente incompatible» (lo ponen en mayúsculas) con la recuperación del espacio, por pocas que sean las que queden.
Así las cosas, y aunque en ninguna de las seis páginas del dictamen se cita explícitamente la vuelta a la batida a tiros de las cabras, que generó una oleada de protestas en 2016, sí solicita al Cabildo que se replantee la metodología del plan que ha diseñado para el control de este ganado asilvestrado «con el fin de incluir medidas efectivas de control y erradicación», tal y como, le recuerda, se está haciendo en islas tan cercanas como La Gomera o Tenerife, «donde se ha podido demostrar que es viable, así como conveniente, tanto la inclusión de la población local en la búsqueda de soluciones (que es lo que ha hecho el Cabildo grancanario), como la puesta en marcha de medidas probadas técnica y científicamente». No las cita textualmente, pero aluden a las batidas con armas de fuego.
La protesta no es impedimento
El comité dice ser «totalmente consciente de la problemática que este tipo de actuaciones produce en la opinión pública, donde muchas veces es difícil explicar estas medidas cuando se interponen sentimientos», pero recuerda que esta reacción de protesta «no es un problema aislado» de Gran Canaria y que, sin embargo, en los otros lugares en los que ha pasado «no ha sido un impedimento para actuar de forma efectiva». Resalta el «esfuerzo y desarrollo» de medidas como las apañadas, pero acto seguido subraya que «no pueden tomarse como única metodología».
Además, hace dos consideraciones. Una, que la recuperación de un hábitat no consiste solo en plantar árboles o arbustos, sino que lleva aparejado una serie de procesos ecológicos que se ven frenados «por el continuo ramoneo o pisoteo de las cabras». Advierte de que el cerco metálico con el que han tratado de proteger del ganado a las plantas no garantiza la recuperación del hábitat. No permitirá, sostiene, la regeneración natural. Y dos, cuestiona el balance que los técnicos hacen de las apañadas dado que, a su juicio, obvia la escasa detectabilidad de estos animales. No da fiabilidad a los datos. El último censo, de junio, hablaba de 95 cabras.
Un censo ampliado
Después de esta nueva advertencia del comité científico, el Cabildo anunció un ligero cambio en su estrategia. Mantiene su apuesta por las apañadas, pero abre el punto de mira y encargará un censo de las cabras en todos los espacios protegidos en torno a Guguy. Constata que su presencia ha vuelto a aumentar y la atribuye a poblaciones llegadas de otros parajes.