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Se libraron porque el domingo salieron a pasar el día en familia. Si no, puede que no lo estén contando. Cuando David Martínez, a eso de las siete de la tarde, regresó a su casa en donde llaman Lugar El Matorral Bajo, en San Bartolomé de Tirajana, vio los escombros amontonados al final del pasillo de entrada. Literalmente, se le vino abajo el techo de la cocina.
De la noche a la mañana este joven de 35 años, su pareja, de 18 y embarazada, y los dos niños, de 12 y 4 años, que él tiene de una relación anterior, se quedaron sin su vivienda y ahora no tienen a dónde ir. Como ellos está la hermana de David, Zuleima, que vive con otros dos menores, de 6 y 3 años, en la casa contigua, tan maltrecha y con grietas que los policías locales que les asistieron el domingo le instaron a dejarla.
«Se nos cayó el techo de la cocina y me he visto en la calle», se lamenta David, que lleva durmiendo desde entonces en el coche, como su pareja y su hermana, y que se pregunta cómo es que el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana no cuenta con un recurso alojativo de emergencia para casos como el suyo.
«Llevo dos días pidiéndoles ayuda y lo único que tienen es un hostal en El Tablero que, encima, me dicen que está ocupado y al que, en todo caso, no me dejarían ir con menores. ¿Y dónde dejo yo a mis hijos?», pregunta David. Aunque está separado de la madre de los críos, comparten la custodia y se los turnan cada semana. Justo esta que pasa le tocan al padre, por lo que, de forma provisional, se están quedando con su abuela, Rosa, pese a que tampoco tiene espacio y ha recurrido a la ong Karuna para que le facilitara otro colchón.
Estas dos familias habitan antiguas cuarterías dentro de tierras que fueron del Condado de la Vega Grande y que se levantaron para acoger a los jornaleros que las plantaban. Zuleima calcula que deben tener 60 o 70 años y que, por eso, se hallan en bastante mal estado. «Mira la grieta que tengo ahí», y señala a la cubierta de la pequeña sala que sirve de entrada a la casa. «Si a mi hermano se le cayó el techo de la cocina y no tenía aparentemente nada, ¿cómo quieren que yo duerma tranquila y con mis hijos en esta casa con esa raja ahí?». De hecho, y por ahora, sus críos los ha mandado con el padre.
Tanto David como Zuleima reclaman el auxilio del Ayuntamiento, al que interpelan para que les tramite, si es posible, la visita de un técnico municipal que les certifique si sus viviendas son o no seguras y para que, en el caso de que sí, les facilite alguna ayuda para arreglarlas. «Aunque sea para comprar los materiales», apunta David. Los dos hermanos advierten de que no cuentan con suficientes ingresos. Él entró a trabajar el día 15 y aún no ha cobrado siquiera su primera nómina y ella está de baja desde hace un año por depresión y su salario apenas le da.
Los dos viven en este pequeño núcleo de infraviviendas, casi en tierra de nadie, porque no les queda otro remedio. «Yo lo que quiero es que nos saquen de aquí ya, tengo 25 años y llevo toda mi vida escuchando esa promesa al Ayuntamiento y mira, aquí seguimos». Pero deja claro que no buscan que les den una casa gratis. «Solo que nos ayuden y que nos faciliten una vivienda digna donde pagar un alquiler asequible».
Están casi en la linde con el barranco de Tirajana, rodeados por huertas solares gigantes y muy cerca de la central térmica de Juan Grande. Junto a la puerta de acceso a esta estratégica instalación insular parte la vía de tierra de 1,7 kilómetros que lleva hasta sus casas, un poblado aislado donde resisten, según calculan estos hermanos, una veintena de familias. «Antes podíamos entrar también por arriba, pero nos han ido cerrando los caminos», subraya Zuleima. «Cada vez nos están arrinconando más para que nos vayamos, pero no tenemos a dónde», añade David.
Recuerdan que cuando llueve mucho se quedan aislados, que las ambulancias se niegan a entrar y que el servicio de residuos les llega una vez a la semana, «pero ha habido veces que se han pasado 15 o 20 días sin venir», se quejan estos hermanos.
El actual gobierno municipal, conformado por un pacto entre PP-AV y CC, ha tramitado la desafectación de una parcela en Juan Grande con la idea de que acoja un edificio de 40 pisos en el que serían realojadas las familias que habitan en las infraviviendas de El Matorral Alto, pero no las de Matorral Bajo, según confirmó este martes el consistorio.
En todo caso, a Zuleima y David les urge una alternativa de emergencia. «¿Cómo es que con lo rico que es este municipio no tenga algo preparado para casos así? ¿cómo van a dejar a familias con chiquillos en la calle cuando ha habido un derrumbe?», preguntaba con insistencia David, muy descontento con las salidas que les ha ofrecido el Ayuntamiento.
«Nos dicen que no tienen ayudas para rehabilitar nuestras casas y solo nos ofrecen para alimentos o que busquemos una vivienda de alquiler y ellos nos darían una ayuda para pagarlo, pero solo hasta 3.400 euros al año, ¿y el resto del tiempo, cómo lo pagamos con lo caros que están?», apuntó Zuleima.
Desde el gobierno local confirmaron este martes que esas fueron las ayudas que se les ofrecieron, pero que se las rechazaron. E insistieron en que ni cuentan con un recurso habitacional para casos de emergencia ni tampoco con ayudas para arreglar las casas.
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