¿Cuánto ha bajado la población de aves esteparias y fringílidas en Gran Canaria?

La Consejería de Medio Ambiente del Cabildo de Gran Canaria ha decidido contratar el seguimiento, censo y estudio de la tendencia poblacional de varias especies de aves fringílidas y esteparias en la isla durante un período de cuatro años para estimar su evolución ante la certeza, puesta de relieve por los estudios realizados en años anteriores, en concreto en 2015, 2016, 2017 y 2023, de que su número ha descendido en la mayoría de especies.

Las especies fringílidas a valorar serán el serín verdecillo (Serinus serinus), el serín canario (Serinus canaria), el verderón común (Chloris chloris), el jilguero europeo (Carduelis carduelis) y el pardillo común (Linaria cannabina). Entre las aves esteparias se estudiarán el alcaraván (Burhinus oedicnemus), el corredor sahariano (Cursorius cursor), la terrera marismeña (Calandrella rufescens) y el camachuelo trompetero (Bucanetes githagineus).

El último censo de aves esteparias en la isla se hizo en 2015, hace ya una década, y el fringílidas se llevó a cabo en 2023.

Medio Ambiente se ha propuesto realizar censos de forma periódica, siendo lo óptimo en años alternos. Así el seguimiento de las primeras se llevará a cabo en 2025 y 2027 y el de las segundas en 2026 y 2028 para obtener «datos fiables de su tendencia poblacional» y de este modo «aplicar la estrategia de conservación más adecuada, en función del estado de la población de cada especie».

Se trata, según recoge el informe de justificación del concurso abierto, de una «actividad necesaria y herramienta imprescindible para el conocimiento de la situación de los ecosistemas insulares, así como del conjunto de la biodiversidad».

De hecho, los datos de aves recopilados sirven para realizar numerosos estudios científicos que aportan información sobre varios aspectos de sus poblaciones, entre ellos distribución, abundancia, impacto de cambios en el medio, efecto del cambio climático, patrones de tendencia de poblaciones en distintas regiones o hábitat, influencia de los factores adversos de carácter antropogénico, etc.

El objetivo del estudio será conocer los tres parámetros básicos de cada una de las especies: tamaño de población y evolución de la misma, el área de ocupación y sus cambios. Estos tres parámetros, representados en el terreno y clasificados por especies según su grado de amenaza, serán la base para trabajar en la conservación de cada una «y en la delimitación de espacios a proteger».

Sobre ese concepto de espacios protegidos los pliegos indican que «cada vez está más cuestionado, pues lo realmente eficaz no es crear islas de protección, sino que exista un sistema sostenible de todos los recursos y de todo el territorio», exponen.

Al respecto, añade que las poblaciones de las especies objeto del estudio «son totalmente dependientes de los recursos tróficos y en consecuencia de la climatología, las presiones ambientales, las modificaciones del territorio, los predadores introducidos e incluso, de las capturas ilegales».

Entre las presiones ambientales que han aumentado en los últimos años destacan, sin duda, las generadas por la proliferación de parques eólicos y fotovoltaicos en espacios del sureste y otros en los que estas aves anidan.

Para la ejecución de este trabajo se prospectarán las 187 estaciones o puntos fijos de detección seleccionadas en los trabajos realizados anteriormente, además de prospectar los hábitats potenciales para estas especies, durante el período reproductor en toda la geografía insular.

Se evitarán los días con condiciones adversas, como calor excesivo, calima, viento, lluvia o cualquier circunstancia que impida el recuento de aves con normalidad. Y para las especies que lo requieran se utilizarán medios de reproducción de cantos/reclamos.

La Consejería de Medio Ambiente también ha licitado la realización de un seguimiento, censo y estudio durante cuatro años, de 2025 a 2028, ambos inclusive, de la población reintroducida de paloma rabiche.

El objetivo es obtener la información precisa para determinar el área de distribución actual y potencial, el porcentaje de superficie de las Zonas de Especial Conservación (ZEC) que ocupa, los patrones de dispersión juvenil y de desplazamiento estacionales y otras pautas de comportamiento.

También se busca conocer sus usos y preferencias de hábitat, los factores adversos detectados para la población, el tamaño poblacional alcanzado y su evolución durante el contrato, su abundancia por localidades, las tasas de supervivencia y mortalidad y las causas de muerte.

Además, el estudio deberá estimar el número de parejas reproductoras por localidades y los patrones de emparejamiento, prospectar las zonas de nidificación constatadas y localizar nuevas zonas de cría, así como localizar nidos y seguir su éxito reproductor y las tasas de supervivencia, muerte y depredación.

Durante la vida del proyecto Life-Rabiche se liberaron un total de 338 ejemplares de esta especie que salieron del centro de cría en cautividad que se creó y clausuró en Osorio.

Finalizado su desarrollo, «es necesario conocer la evolución de la población reintroducida», lo que implica un seguimiento exhaustivo de los ejemplares liberados al medio natural para «evaluar el éxito del proceso de reintroducción, la distribución espacial y fidelidad al territorio, así como la detección de posibles factores adversos que pueden estar afectando a la población reintroducida y/o la progenie».

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