Una apuesta actual por la lana hecha arte
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'Lanarte', el proyecto de la tejedora Jennifer Cabrera, afincada en Acusa Verde, puede visitarse en la sala La Caldereta de San Mateo hasta el día 23Lana de Caideros de Gáldar hecha arte tras pasar por las manos de Jennifer Cabrera en Acusa Seca, Artenara, que ahora puede verse en la sala La Caldereta de San Mateo.
Ese es el recorrido somero del proyecto Lanarte que se hace visible gracias a la coordinación de la propia artesana tejedora, la Fundación Canaria Lidia García, la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Vega de San Mateo, y la promoción de la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias.
Hasta el próximo 23 de julio pueden contemplarse, en horario de mañana, una cuarentena de piezas de diversas formas y tamaños, elaboradas a partir de la lana local, es que apenas ya se trabaja en Gran Canaria.
No en vano, en la isla son contadas ya las tejedoras artesanas. Unas cinco, según Jennifer Cabrera, una de ellas.
Que no se extinga este oficio artesano es una de las razones de muchas de las acciones que llevan a cabo instituciones locales e insulares. De ahí la importancia de visibilizar su existencia.
Y ahí entra en juego la Fundación Canaria Lidia García, que ha iniciado una nueva andadura, esta vez en el ámbito de promocionar y visibilizar las tradiciones y cultura autóctonas.
Una enamorada del telar
La responsable de Lanarte recuerda que empezó a tejer hace ya 30 años. «Me enamoré de un hombre de Cumbre» y con ello «se desencadenó lo del telar», en el que se inició de forma autodidacta.
Habla de los años 90, cuando «tenía mucho trabajo y me encargaban traperas y mucho telar». «Y lo de la lana, es que me llamaba la atención el trabajo de la lana. No sé si me viene del pasado, pero me brotaba lo de aprender».
Trabajar el telar es «fácil», dice, «porque hay bibliografía, y que aprendí lo básico con Paula Monzón, una artesana de Las Palmas. Que fue bastante. Y luego a base de libros y en el telar, enhebrando y aprendiendo», señala Jennifer Cabrera.
A trabajar la lana «aprendí en Guayadeque, en Cueva Bermeja con Antonia Cazorla, tía de un buen amigo. Me enseñó a hilar y luego seguí; a lavarla a escarmenarla, cardarla y luego a hilarla para mí».
Una trabajo laborioso
Y esto sí que «es bastante laborioso. Antes era una necesidad hacer una manta de pastor hilada a mano en el telar, dos piezas que se unían y formaban la manta del pastor. Algo que no tiene nada que ver con las mantas que vemos ahora en el folclore o a pastores y que ya vienen tejidas de máquina».
Pero es en el fieltrado, que conoció a través de una artesana holandesa, donde Jennifer Cabrera se mueve para elaborar sus cuadros, con motivos abstractos, paisajes, símbolos amazig, notas musicales.
Trata así, de alguna manera, de «recuperar así la lana a día de hoy. No se puede trabajar como antes porque hilar la lana a mano está a 120 euros el kilo».
Y entonces, preguntada, recuerda esta tejedora artesana que «la lana se tira, los pastores no te cobran por la lana; la vamos a buscar con su permiso, tengo con dos o tres vellones para el año».
Y «cuando surge un encargo de un hilado a mano, eso se paga a 120 euros el kilo hasta llegar al hilado, es lo que cuesta el material». Es caro, pero es que tiene su trabajo.
«La lana en sí lleva un proceso hasta el cardado, que se puede hilar o fieltrar. El hilado lleva otros tres procesos y el fieltrado es directo, se acortan pasos y es mas económico. Darle salida a la lana de esta manera es un potencial que se puede explotar y así consumir sector primario. La artesanía ligada a este sector primario, a los ganados; darle salida de esta forma es despertar también un chispazo a la gente, a la sociedad, para consumir productos nuestros durante todo el año».
Contribuir al mantenimiento del sector primario
Y es que lo tiene clarísimo Jennifer. Hacer economía, contribuir al mantenimiento de las tradiciones, del campo, de la agricultura, de la ganadería, de los oficios artesanos... todo eso es posible con un poco de concienciación general y personal.
«Hay que regalar artesanía, hay un abanico maravilloso. Hay productos que son muy específicos», otros menos, pero se puede y se debe contribuir al sostenimiento del sector primario. Que es como decir, al sostenimiento de la tierra.
Al hilo, nunca mejor dicho, viene la colaboración entre Jennifer Cabrera y la Fundación Canaria Lidia García, que trabaja para que se haga realidad la transmisión generacional «de ese patrimonio intangible maravilloso de manera que la sabiduría de la gente mayor se valore. Lo que no se conoce no se valora».
De ahí que la exposición 'Lanarte' se complemente con una serie de talleres que se desarrollan también en la sala La Caldereta. Los talleres de fieltrado para niños, y de fieltrado y cardado para adultos buscan de alguna manera que el ciudadano sepa apreciar un trabajo manual en el que Jennifer, sin ir más lejos, invierte de media unas 8 o 10 horas diarias, «un trabajo normal».