La montaña de Escanfraga por la punta de los Riscos y otras marcas tradicionales de la mar
Jerónimo Gómez recopila más de cien enclaves de las piedras de pesca que usaban los marineros de Puerto del Rosario cuando no existían GPS y otras tecnologías
La montaña de Amaro asomando por el valle que está por debajo de El Castillo, el filo de Peña Erguida por la manchita que está por fuera de la casa de La Cocina, la parte alta de la montaña de Tao por la caso de los González: son marcas tradicionales que usaban los marineros de Puerto Cabras para señalar los pesqueros o piedras. Jerónimo Gómez Martín las oyó a los pescadores y ahora recopila ese patrimonio oral en el libro 'Fuerteventura. Marcas del este', que edita la Consejería de Cultura del Cabildo.
Con esta publicación, Jero -como todo el mundo lo conoce-desvela el secreto mejor guardado de los marineros del siglo XX: las montañas, majadas, llanos, picos y casas por las que se orientaban para localizar sus caladeros. Nadie podía conocer las piedras de otro pescador, y por tanto sus marcas, porque le levantarían las capturas. El secreto pasaba de generación en generación, lo que no hizo falta cuando irrumpieron las nuevas tecnologías en forma de GPS, plotter o sondas. Aquella sabiduría en torno a la orografía majorera cayó entonces en el olvido de la que ahora la rescata este pescador deportivo.
Cuando Jero (1948, Las Palmas de Gran Canaria) llegó a Fuerteventura, comenzó a recopilar por escrito las marcas de toda la vida, a las que añadió las nuevas surgidas de su propia experiencia. Unas y otras, más de un centenar, se añaden al significado de términos marineros.
Cabezos o piedras de chopas es uno de los términos de la pesca que explica Jero, que son unos pesqueros de entre doce y 25 brazas donde desovan chopas, mugarras y seifios, por tanto donde se capturan más ejemplares. Piedras de fuera (la zona más variada de captura como samas, cabrillas y pejeperros), alto (cuya hondura entre 250 y 500 metros) y calamaderos (que, como su nombre indica, son pesqueros sólo de calamares) son ejemplos del vocabulario de la mar.
Con el libro en la manos, sólo resta desear una buena pesca.