El pacto está servido: Marcelino Cerdeña acepta dejar el acta de consejero del Cabildo

Los dos consejeros del Cabildo cesados, Sergio Lloret y Marcelino Cerdeña, se han pronunciado por primera vez desde la ruptura del pacto y lo han hecho echando mano a la política de tierra quemada. Ambos se justifican asegurando que han sido «leales y entregados a este pacto de gobierno, pero no aceptamos hacer el papel de perritos falderos, ni de subalternos del PSOE o del presidente Blas Acosta».

Los dos consejeros de Asambleas Municipales de Fuerteventura (AMF) se sienten «agradecidos» al presidente del Cabildo de que los haya cesado fulminantemente, «porque este hecho nos permite justificar sin mucho esfuerzo que nuestros actos son acertados. El presidente ha puesto de manifiesto con ello que acatas todo lo que quiera o estás en la calle. Preferimos estar cesados que comulgar con ruedas de molino». Y todavía añaden más distancia con el PSOE al confirmar como se había conjeturado desde un principio en relación a una segunda moción de censura que, «al objeto de poder facilitar una gobernabilidad como merece Fuerteventura, Marcelino Cerdeña Ruiz estaría dispuesto a renunciar al acta de consejero» y volver a de dedicarse en exclusiva a su cargo de alcalde de Betancuria.

Sobre los presupuestos de 2021, rechazados por la oposición al ausentarse los dos consejeros de AMF, fueron elaborados «sin contar con nosotros y sin respetar los compromisos políticos adquiridos, sino también en numerosos desplantes e injerencias en la gestión de nuestras áreas de responsabilidad, especialmente en los últimos meses». Es más, aseguran que las cuentas de sus departamentos fueron preparadas por Acosta en reuniones en las que ni les invitaban, ni tampoco se enteraban.

Para ambos, los presupuestos para 2021 «no suponen una mejora para Fuerteventura, ni representan esa reactivación socioeconómica tan necesaria para Fuerteventura en el actual contexto de crisis sanitaria y económica». Por ello, el pasado martes se ausentaron del pleno el Cabildo «para no votar en contra de los presupuestos, porque a favor no los íbamos a votar de ninguna manera». Las dos diferencias fundamentales radicaban en que las cuentas insulares no recogían la dotación de personal para el funcionamiento del segundo tren de recebe de la Isla y los tractores agrícolas, y las partidas necesarias para algunas de las obras hidráulicas esenciales, algo por lo que ya habían trasladado su disconformidad al equipo de gobierno. Tampoco se incluían las partidas necesarias para poder materializar algunas de las obras del Plan de Cooperación de Infraestructuras y Abastecimiento de Agua Potable, varias de las cuales ya tienen en marcha sus expedientes y sin esas partidas no se puede culminar la contratación de las obras.

Tal y como permite el reglamento del Cabildo, apuntan Lloret y Cerdeña, el presidente Blas Acosta pudo haber dejado los presupuestos sobre la mesa, «para negociarlos con nosotros y volver a llevarlos para su aprobación poco tiempo después. En lugar de esto, optó, en su legítimo derecho, por someterlos a votación, para perderla y así justificar nuestro cese o en ejecución de un hipotético Plan B, esperando la abstención o el voto a favor de alguno de los partidos de la oposición».