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Tres semanas después de que el volcán entrara en erupción en la isla de La Palma un nuevo empujón de lava se llevaba por delante las pocas construcciones que habían quedado en pie en el pueblo de Todoque, que quedó sepultado para siempre. Tras caer la iglesia el 26 de septiembre de 2021 -símbolo del pueblo- el 10 de octubre la lava engullía lo poco que quedaba en pie en el centro del pueblo, como la farmacia y el popular Bar Las Tejas, punto de encuentro y de reunión de los todoqueros. Fue el último golpe para los vecinos de este pueblo con alma, identidad y sentimiento propio.
Hoy los todoqueros están esparcidos por toda la isla donde tratan de sobrellevar, con gran dificultad, la tragedia que han vivido. La mayoría de ellos siguen habitando en el valle de Aridane, entre Tazacorte, El Paso y Los Llanos, municipio en el que reside el mayor número.
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Hoy todos viven en pisos, donde se sienten asfixiados, acostumbrados como estaban a estar al aire libre, con sus fincas, sus huertos, su ganado... Y desorientados. Están fuera de su entorno y ya no se relacionan ni con sus allegados -la idiosincracia de La Palma provoca que los miembros de una misma familia suelan vivir muy próximas- ni con los vecinos de siempre, con los que apenas se ven ahora. Sus rostros reflejan la angustia con la que viven y según ellos mismos aseguran, nunca volverán a ser los mismos.
En medio de tanta tristeza los todoqueros han recuperado al menos su lugar de encuentro: el bar Las Tejas. Su propietaria, María del Carmen Cardona, tras muchas semanas de darle vueltas a la cabeza decidió reabrir el negocio en Los Llanos y por allí pasan hoy todos los todoqueros para reencontrarse con sus paisanos y compartir las penas. «Es como si el pueblo de Todoque estuviese vivo aquí», indica María del Carmen, que ha colocado en lugar bien visible una foto del local que tenía en Todoque y que quedó bajo la lava.
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El bar Las Tejas reabrió en Los Llanos el pasado 10 de mayo y el primer día fue «muy emotivo», recuerda María del Carmen, porque muchos de los vecinos se reencontraban por primera vez tras el volcán. «Lloramos mucho y es que aquí hay mucha gente que ha perdido todo», indica esta mujer que no puede reprimir las lágrimas mientras lo recuerda.
Ella vivía en Puerto Naos de alquiler y el negocio, que trabaja junto a su tres hijos -Jorge, Lissé y Juan- también estaba arrendado, con lo que no ha perdido ninguna propiedad. Sí había invertido unos 50.000 euros en arreglarlo que se quedaron bajo la lava. «Yo apenas perdí nada pero siento como propio el dolor de la gente de Todoque. Era gente alegre, con la vida resuelta. Venían y te traían unas yucas o cualquier cosa que habían plantado y conversaban. Ahora les cambió la cara. Se ve la tristeza en sus ojos», indica María del Carmen.
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Ella y sus hijos cerraron el bar el 19 de septiembre, tras estallar el volcán, y en estos meses han cobrado la prestación por cese de actividad de los autónomos. Han pasado momentos duros -cobraban 950 euros y 300 se iban a pagar el alta de autónomos- en los que han salido adelante porque, como explica María del Carmen, son una familia unida y han compartido alojamiento y comida en este tiempo.
Los «ahorritos» que tenían les permitió llegar a mayo, que fue cuando reabrieron. Además, María del Carmen, siempre llevó bien las cuentas de su negocio, evitando tener deudas. Eso le permitió sobrevivir económicamente al volcán y reabrir el negocio en otro sitio con ayuda de la Cámara de Comercio.
Inicialmente miraron locales más cercanas a donde estaba Todoque, como La Laguna, pero finalmente optaron por Los Llanos al ser el lugar donde residen el mayor número de todoqueros y animados por ellos mismos. «Queríamos estar cerca de ellos. Son nuestra gente», dice María del Carmen, que de origen colombiano llegó a La Palma hace 20 años y en la isla ha criado a sus tres hijos y ha nacido su nieto. «Yo estoy muy agradecida a la gente de Todoque porque se han portado muy bien con todos nosotros», indica María del Carmen, que ahora vuelve a empezar de nuevo.
Apunta que todos los días trata de pasar página pero es difícil viendo el bajo ánimo de los todoqueros. «El otro día vino una mujer que era muy enérgica y me dijo, Carmen hay días que no salgo de casa. Me acuesto y no salgo porque no puedo. Es que fue mucha la pérdida de esta gente», indica la propietaria del bar Las Tejas, que lamenta que las ayudas estén tardando tanto en llegar a los afectados. «No es fácil lo que están pasando porque no van a recuperar nada comparado con lo que perdieron», dice.
Por su establecimiento, en el tiempo que se desarrolló la visita de CANARIAS7, no dejaron de pasar todoqueros.
El bar las Tejas es su «refugio», como ellos mismos apuntan, el lugar en el que encuentran a otros afectados y que entienden bien cómo se sienten porque están en la misma situación. «Mucha gente no nos entiende porque piensan, bueno, pues perdió su casa pero no es solo eso. Perdimos todo. Todo lo que estuvimos trabajando una vida», indica Germán Jesús Hernando Armas, que tenía su casa en el barrio de El Paraíso, en Todoque, y a 200 metros una finca con animales, y hoy acude a Las Tejas a «charlar» un rato con alguien.
Apunta que vive en un «zulo» en Los Llanos. «No estamos mal, el piso está bien pero es un sótano. Hemos pasado de una casa en el campo a un lugar dónde no vemos nada», indica Germán Jesús, que vive con su mujer y su hija. En su caso, como cobraron del Consorcio de Seguros porque tenían la vivienda asegurada no tienen derecho a un piso ni ayudas del alquiler. «30 años pagando el seguro, ¿qué culpa tenemos de haberlo pagado?, se pregunta.
Hasta ahora han recibido tres meses de ayuda al alquiler de la Cruz Roja y 10.000 euros del Cabildo. Poco más. Se queja de que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, insiste en que se han dado a La Palma 400 millones de euros, un dinero que no ha llegado a los afectados. «Nosotros solo queremos que nos digan dónde podemos construir para poder hacer una casa y vivir», indica Germán Jesús, que empezó a trabajar con 9 años y hoy, con 57, ha perdido todo.
Germán Jesús se queja de que tiene un terreno de 1.700 metros en Tajuya, que es «lo único que le quedó» pero en el que no le dejan construir porque es espacio protegido. «Hay una pequeña construcción pero no me dejan convertirlo en vivienda cuando esa opción me liberaría a mí de esta pesadilla. Podría volver a tener mi casa y mis animales», señala Germán Jesús.
Al rato aparece por allí Pedro Ángel Armas, también vecino de Todoque. «El volcán se llevó todo lo que teníamos. Nos dejó la vida pero estoy aburrido. Un día estás bien y los dos siguientes, mal. No tengo ganas de vivir», señala.
Él vive junto a su mujer en Los Llanos, de alquiler. El Gobierno les ha llamado para darles una casa contenedor pero la han rechazado. «Ahí no se puede vivir, preferimos la ayuda al alquiler ( de 530 euros por tres años)», apunta Pedro Ángel.
En su caso ha cobrado 60.000 euros del Gobierno por la vivienda y diversas ayudas que rondan los 12. 000 euros. «Podría empezar a construir una casa pero no podría terminarla», señala. «Este volcán me ha quitado años de vida», concluye.
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