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Instalación fotovoltaica. Enercoop
Comunidades energéticas, otra forma de ahorrar en la factura de la luz

La comunidad energética, otra forma de ahorrar en la factura de la luz

ods 7 | energía sostenible y no contaminante ·

Estos proyectos permiten reducir el importe un 30% al «no depender de las fluctuaciones del mercado»

Jueves, 10 de febrero 2022, 06:07

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Hay casi 2.000 proyectos de comunidades energéticas en Alemania, cerca de 700 en Dinamarca, medio millar en Países Bajos, más de 400 en Reino Unido. ¿Y España? No llega a la media centena. «Hay que tener en cuenta que en España no tenemos una cultura asociativa muy amplia», responde Luis García Benedicto, jefe del departamento de Energías Renovables y Mercado Eléctrico del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE). «Eso hace que nuestro desarrollo vaya más lento, aunque hay ciertas regiones españolas más desarrolladas», añade.

Un concepto novedoso que «busca poner al consumidor en el centro», detalla García. Con solo dos años en el ordenamiento jurídico español, se recoge en el Real Decreto-ley 23/2020, de 23 de junio de 2020, las comunidades energéticas quedan definidas como «entidades jurídicas basadas en la participación abierta y voluntaria, autónomas y efectivamente controladas por socios o miembros que están situados en las proximidades de los proyectos de energías renovables que sean propiedad de dichas entidades jurídicas y que estas hayan desarrollado, cuyos socios o miembros sean personas físicas, pymes o autoridades locales, incluidos los municipios», señala el texto normativo.

«Existe una confusión muy típica que son los autoconsumos colectivos y compartidos y las comunidades energéticas», destaca García Benedicto. «Son términos que no son, ni mucho menos, sinónimos», añade Joaquín Mas, director general de Enercoop, impulsor de la primera comunidad energética en España.

En el primer caso, un grupo de ciudadanos consigue generar energía a través de, por ejemplo, instalaciones fotovoltaicas y se hace un consumo compartido. «Pero no es una comunidad energética», aclara García. En este supuesto, se trata de entidades jurídicas formadas por ciudadanos, pymes o entidades locales que «lo que van a hacer es promover diferentes tipos de proyectos energéticos», explica Luis García Benedicto.

«Actualmente se están autocalificando así iniciativas que no son tales y que no cumplen los requisitos establecidos, ya sea por su gobernanza o bien por estar orientadas, de forma velada, a un objetivo parcialmente lucrativo», denuncia Mas. «Desde nuestra experiencia, crear una comunidad energética es mucho más que una instalación de autoconsumo colectivo. Se trata de introducir la variable energética en la cultura local y desarrollar un proyecto de largo recorrido que llegue a formar parte del ADN de sus miembros», advierte.

Crevillente, pionero

Con la transición energética en el punto de mira y con la factura de la luz engordando, las comunidades energéticas son una solución para «proporcionar beneficios medioambientales, económicos o sociales a sus socios o miembros o a las zonas locales donde operan», explica el IDAE en su página web.

Bajo esa premisa en 2019 se activó COMPTEM (Comunidad Para la Transición Energética Municipal), un proyecto del Grupo Enercoop en colaboración con Crevillente (Alicante), con la Generalitat Valenciana y con el IDAE. «El proyecto se apoya en tres pilares fundamentales: desarrollo de un modelo de producción de energía bajo la modalidad de autoconsumo colectivo celular «As A Service», una herramienta digital de divulgación y culturalización energética destinada la ciudadanía y, por último, un sistema público de información energética mediante paneles digitales ubicados en espacios exteriores estratégicos del municipio», explica Mas.

Con cerca de 30.000 habitantes, esta localidad alicantina es ya el kilómetro cero de las comunidades energéticas españolas. «En 2020 concluyó la implantación de la primera célula piloto de autoconsumo colectivo a partir de energía solar fotovoltaica situada en la pedanía crevillentina de El Realengo», apunta el director general de Enercoop. «Nuestro objetivo, para 2030, es contar con hasta 22 células plenamente operativas y con capacidad para satisfacer el 50% de las necesidades energéticas del municipio», añade.

«Las comunidades energéticas ayudan a la sociedad a ser menos sensibles a las fluctuaciones del mercado mayorista de energía»

Joaquín Mas

Director general de Enercoop

Desde hace dos años, los cerca de 300 vecinos del Realengo ya ven los primeros beneficios de esta asociación comunitaria en su factura de la luz. «Los usuarios tienen acceso desde el primer día, y sin ninguna inversión económica personal, a ahorros de hasta el 30% en su factura eléctrica», apunta Mas. «Las comunidades energéticas ayudan a la sociedad a ser menos sensibles a las fluctuaciones del mercado mayorista de energía».

Sin embargo, estos proyectos, además, son un potente dinamizador económico local. «Todos tenemos claros los beneficios medioambientales de estos proyectos», asegura Luis García Benedicto, jefe del departamento de Energías Renovables y Mercado Eléctrico del IDAE. «Pero, también, hay beneficios sociales y económicos, porque ayudan a generar empleo local y se impulsa la participación ciudadana».

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