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Higinia Garay
Ojo con ver vídeos al doble de velocidad: nos vuelve «más primitivos»

Qué es el speedwatching y sus consecuencias

Ojo con ver vídeos al doble de velocidad: nos vuelve «más primitivos»

Se llama 'speedwatching' y hacerlo de manera habitual cambia la manera en que nuestro cerebro procesa la información: «Se vuelve más pasitvo», dicen los expertos

Domingo, 11 de febrero 2024, 09:02

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Seguro que alguna vez ha tenido la tentación –o incluso lo ha hecho– de reproducir un audio de WhatsApp al doble de velocidad. Bien porque quien se lo manda es un poco pesado o porque le apremia la agenda. Pues que sepa que lo que está haciendo tiene un nombre: 'speedwatching'. Se trata de un fenómeno de la generación Z, pero que cada vez practica más gente de otras edades. Y no solo con los audios, lo hacen también con vídeos y podcast.

«Es un modelo de consumo que ofrece varias ventajas, aunque también tiene consecuencias», apunta Sylvie Pérez, psicopedagoga y profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Estas últimas las sufren, sobre todo, los más jóvenes, «que se encuentran en un periodo de formación y aprendizaje, así como en un proceso de madurez de capacidades como la atención, la retención, la comprensión y la memoria».

YouTube introdujo la posibilidad de acelerar la velocidad de reproducción de un vídeo en 2010. Desde entonces, aplicaciones de mensajería como WhatsApp o Telegram, redes sociales como TikTok, los podcast y las plataformas de vídeo como Netflix o Amazon Prime Video han copiado el modelo. Lo que en un principio nos puede servir para ahorrarnos tiempo, también puede volverse contra nosotros.

«Los usuarios de YouTube ahorraron un promedio de más de 900 años de tiempo por día al mirar vídeos a velocidades más rápidas»

Google

«Este fenómeno es la respuesta a visualizar las cosas desde un mundo con prisas, en el que la gestión de los tiempos de espera no es suficiente. Y en muchas ocasiones y en muchos campos se está yendo demasiado rápido en este proceso, especialmente para los adolescentes», ahonda Pérez. Más allá de cómo tengamos la agenda para ver, por ejemplo, el capítulo de la serie que nos toca, lo que está pasando es que hay gente que lo pone a doble velocidad por esa ansiedad de poder comentarlo en redes o en la oficina el primero. Es lo que también se conoce como fenómeno FOMO, por sus siglas en inglés: el miedo a perderse algo.

Pero la pregunta es si realmente les da tiempo a asimilar todo lo que ha pasado en ese episodio. A juicio de la experta, la estimulación rápida y permanente genera una gratificación en el cerebro y no requiere tanto esfuerzo mental. «Y debido a esta estimulación constante es normal que no se procese toda la información aportada». Además «se pierde la valoración del esfuerzo que hace el emisor del mensaje, ya sea el profesor, un compañero o el propio producto audiovisual», advierte.

En cuanto a datos concretos sobre el 'speedwatching', «los usuarios de YouTube ahorraron un promedio de más de 900 años de tiempo por día al mirar vídeos a velocidades más rápidas», señala Google en sus informes.

A la carta

En el caso de los podcast, tan de moda en los últimos años, la situación es similar. Las estadísticas del consumo del año pasado de la plataforma iVoox reflejan que un 10% de los usuarios los escucha a una velocidad acelerada. No son muchos todavía, pero llama la atención en un producto que se hace para consumirlo a la carta, es decir, cuando nos venga bien. «La retención y comprensión de la información permite interiorizarla y desarrollar sobre esta base la capacidad crítica, pero con el consumo acelerado estamos anulando esa capacidad, así como la atención o la gestión de los tiempos de espera», explica Pérez.

Un reciente trabajo de la Asociación Americana de Psicología coincide en que este fenómeno afecta a la comprensión del contenido, aunque también tiene el beneficio de que recibimos una mayor cantidad de información en menos tiempo. No obstante, hay que tener en cuenta que los réditos de esta forma de consumo dependen del conocimiento previo sobre la temática, el modelo de aprendizaje y el interés de cada persona.

«Actualmente, vivimos en la cultura de la prisa y el estrés. Los adultos mayores tienen el cerebro formado, pero un menor se encuentra en una fase de construcción, por lo que su cerebro es más frágil y mucho más débil», argumenta la psicopedagoga. Según su criterio, si este tipo de consumo se prolonga o se convierte en costumbre, «se necesita mucho más esfuerzo para contrarrestar el daño que esto haya podido ocasionar en capacidades como la atención, la concentración, la retención, la memoria o la crítica, así como en el desarrollo cognitivo, emocional y social».

Cerebro vago

Eso sí, no hay que perder de vista que otros estudios explican que los adultos más jóvenes pueden ver vídeos de conferencias a velocidades más rápidas sin déficits significativos en la memoria, mientras que el rendimiento de los adultos mayores a velocidades más elevadas se ve afectado. Es más, las velocidades de reproducción más rápidas pueden llegar a reducir las distracciones en los jóvenes.

La cifra

1 de cada 10

usuarios de podcast en Ivoox escucha los programas a velocidad rápida

Más allá de todo esto, si preguntamos a los expertos qué es mejor, todos coinciden en que, independientemente de nuestra edad, es peor acelerar los vídeos solo por ahorrar tiempo. Coinciden en que cada vídeo o audio tiene una complejidad, dificultad, diálogo y superposición audiovisual específica que pueden perderse al practicar 'speedwatching'. En los mensajes de WhatsApp no hace falta ningún título para darse cuenta de que, muchas veces, perdemos parte del mensaje: vamos, que no nos enteramos bien.

«Ante tanto estímulo acelerado, el cerebro 'se aburre' y se vuelve más pasivo si no lo recibe». Perdemos capacidad de concentración y «nos volvemos más primitivos: solo actuamos ante el estímulo–respuesta sin procesamiento de la información», detalla la experta de la UOC. «A esta técnica se debe recurrir solo de una forma consciente y responsable, evitando su abuso continuado», concluye.

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