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Solange Vázquez
Domingo, 21 de enero 2024
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Todos tenemos guardado en la memoria algún episodio de nuestra vida que nos duele o nos pone tristes cuando volvemos a él. Y quizá, en algún momento, hasta habríamos aceptado la oferta de un científico aventurero que nos hubiese prometido borrarlo de nuestra cabeza para siempre. Pero, claro, esto de eliminar recuerdos como si fuesen los archivos de un ordenador es una fantasía, un tema recurrente de la ciencia ficción... ¿o no? El físico y neurocientífico Rodrigo Quian Quiroga afirma que «la neurociencia está avanzando a un ritmo estremecedor y muchas de las ideas de películas como 'Origen', 'BladeRunner' o 'El planeta de los simios tienen cada vez más de ciencia y menos de ficción'». Así lo explica en su nuevo libro, 'Cosas que nunca creeríais' (ed. Debate), donde repasa qué temas presentes en películas del género son ya (más o menos) factibles), como esa posibilidad de borrar recuerdos que aparece, por ejemplo, en el filme 'Desafío total', protagonizado por Arnold Schwarzenegger. ¿Acaso a día de hoy eso es viable?
En neurociencia, muchas de estas preguntas tan categóricas se responden con un 'sí, pero no' (y hasta con un 'no, pero sí). Antes de llegar al meollo del asunto, Quian Quiroga quiere que entendamos que implantar recuerdos sí es ya una realidad. «Se hizo en ratones. Gracias a la Optogenética, se pueden manipular genéticamente de modo que luego sea posible 'iluminar' ciertas neuronas, 'activarlas' mediante luces led que se insertan en el cerebro, en un contexto determinado.De este modo, al ratón se le induce a creer cosas que nunca han pasado, se le crea un falso recuerdo. ¡Esto ya está hecho! ¡Pero no en personas!», aclara.
¿Por qué? Porque, primero, hay que manipular genéticamente al individuo (implantar un virus...) para que las neuronas se vuelvan fluorescentes y se pueda realizar el proceso. Y esto no está permitido éticamente. La otra cara de la moneda de este proceso de crear falsos recuerdos, la de borrar recuerdos verdaderos –«ambas cosas van ligadas, de la mano», recalca Quian Quiroga– también es «asequible». De hecho, afirma que ya existen muchos trabajos que analizan si sería éticamente aceptable según en qué situaciones. Por ejemplo, para fines muy justificados, como para tratar el párkinson, ya se recurre a esa vía. ¿Y en casos de estrés postraumático, cuando un mal recuerdo compromete gravemente la salud mental de una persona? «Lo que ocurre es que en estos casos los recuerdos son muy fuertes y están muy afianzados, de modo que sería muy difícil actuar sobre ellos», matiza el neurocientífico. Por eso, lo que se intenta, por ejemplo, es que un veterano de guerra que no puede eliminar ciertos recuerdos dramáticos al menos pueda rememorarlos con una carga emocional menos dañina, sin entrar en pánico.
Rodrigo Quian Quiroga
Físico y neurocientífico
Así que para casos graves y necesarios es complicado y para cosas del día a día... ¿realmente es necesario? Repasemos nuestro archivo de recuerdos. ¿Querríamos borrar alguno? Es la pregunta del millón, que formulamos a Quian Quiroga. «Yo no me los borraría, me hacen ser quien soy. Si he tenido algún fracaso, eso marcó algo y luego me sirvió de guía», revela. ¿Eliminaríamos un gran amor de nuestra cabeza porque acabó mal y sufrimos? «No lo aconsejo. Como anécdota, he de decir que, cuando investigamos sobre este tema, ha habido quien nos ha preguntado si no hay 'algo' para 'borrar' a su ex de su cabeza para siempre... Y yo les digo que cuidado con eso, porque imagina que, como no te acuerdas, vuelves a acabar una y otra vez con la misma persona», bromea.
También se puede, sí. «Eso ya lo hicimos, confirma el neurocientífico. Pero aclaremos: leer la mente no es saber qué piensa alguien en todo momento y usarlo para cuestiones como saber si te quiere tu mujer o no... Es que yo eso no creo que se deba hacer», subraya. Ya, pero ¿se puede? Quian Quiroga es el descubridor de las neuronas de concepto, también llamadas 'de Jennifer Aniston', porque responden a estímulos tan específicos como la imagen de la actriz. Este hallazgo científico implica que hay neuronas 'asignadas' a cosas concretas –y a personas–, de modo que, conociendo el 'mapa' cerebral de alguien, esto es, qué neuronas se 'iluminan' cuando piensa en algo o en alguien, es posible predecir qué está pensando y se calla o qué está a punto de decir.
«Aunque parezca mentira, implantar una memoria, leer la mente, comunicarse con pacientes en coma, predecir la decisión de una persona segundos antes de que la tome, crear cyborgs o volver a hacer caminar a un paralítico ya no son quimeras: es una realidad sólida que nos tiene fascinados a los neurocientíficos...», asegura Quian Quiroga.
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