«No me juzga», «no paso vergüenza»... por eso nos gusta más recurrir a la IA que al médico
Nueve de cada diez jóvenes y la mitad de los jubilados se autodiagnostica
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Pregúntale a la IA si esa película está en cartelera, cómo preparar una salsa americana, quién ganó la batalla de Lepanto, en qué orden hay ... que sentar a la familia en Navidad... Pero no le traslades tus dudas sobre esa herida en la piel o esa tos que no cesa. Para eso hay que ir al médico. Parece de cajón, pero lo estamos haciendo mal, como tantas cosas.
'Los peligros del autodiagnóstico digital', un informe realizado por la psicóloga Ruth Castillo y el médico Justo Menéndez para Línea Directa, detalla que siete de cada diez personas recurren a la Inteligencia Artificial cuando tienen una dolencia o una preocupación sobre su salud. Entre los jóvenes, esa dinámica se dispara: nueve de cada diez la usan para esto y más de la mitad de forma habitual. Que los jóvenes son quienes más recurren a internet para sus dudas médicas es un hecho: nueve de cada diez entre los 16 y los 19 años y ocho entre los veinteañeros. ¿Y entre los jubilados? El 40% también lo hace.
¿Por qué? Los motivos para evitar poner un pie en la consulta y arreglarlo con el móvil son básicamente los mismos que disparan las compras online: la disponibilidad, la rapidez y la inmediatez. Pero hay otro motivo que quizá nos deba hacer pensar. Los jóvenes de 16 a 34 años explican que la IA «no les juzga» y «da menos vergüenza» porque preserva su intimidad a la vez que se sienten escuchados. Aquello del secreto profesional que parecía suficiente para otras generaciones se ha desvanecido en ellos. Asimismo, el informe concreta que hay más mujeres que hombres que recurren a la IA para no sentirse juzgadas.
De todos modos, una cosa es hacer una consulta o buscar algo de información médica y otra «priorizar» lo que diga la IA hasta el punto de no pisar jamás el ambulatorio. Ahí están ya uno de cada cuatro españoles, que se autodiagnostica de forma digital. Entre los jóvenes, cuatro de cada diez «prefieren buscadores o 'influencers' antes que acudir a un médico o a urgencias».
Pero no todas las dolencias nos hacen tirar del wifi para saber qué se dice por ahí. «La mitad de las personas con un diagnóstico de ansiedad y depresión en España utiliza la IA casi a diario», constata el informe, basado en una encuesta realizada a 1.700 personas el pasado octubre.
Cuando uno observa el mismo parámetro en otras dolencias -la hipertensión, pongamos- se da cuenta de que quienes lo sufren no hacen esas búsquedas intensivas. «A mayor malestar emocional, mayor uso frecuente de la IA. Esta herramienta se convierte en un refugio para personas con dificultad para gestionar sus emociones o que están constantemente dando vueltas a sus problemas generando un círculo vicioso perjudicial porque alimenta la paranoia», apunta el informe. «La búsqueda compulsiva de información provoca un alivio a corto plazo», añaden.
Los hipocondríacos saben bien que tienen desaconsejado recurrir a internet porque alimenta sus preocupaciones. El mecanismo es sencillo. Si uno hace una búsqueda con síntomas genéricos -molestias en el pecho, por ejemplo- no encontrará testimonios de que era solo un catarro que se quedó en nada pero es probable que se tope con el relato de los casos que resultaron más graves. Solo el médico y sus pruebas diagnósticas son un filtro fiable. Para evitar la 'cibercondría', los autores sugieren «identificar la emoción que guía las búsquedas, recordar que los pensamientos no son diagnósticos -hay que tomar distancia de ellos- y priorizar la conexión humana».
Pequeñas dudas
Como todo, hay un uso razonable de la IA también para temas médicos. Solventar pequeñas dudas, echar un vistazo a alternativas a un tratamiento -consultando siempre antes de tomarlo al especialista- o incluso rastrear un poco en busca de una segunda opinión médica. El problema surge cuando, en tiempos de inacabables listas de espera, hay quien tira por el camino más fácil. Para un uso responsable, la clave sería no sustituir nunca al profesional sanitario por la IA. Una cosa es trastear un poco para saber más y otra renunciar a la experiencia y el saber de los médicos.
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