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«Si seguimos consumiendo antibióticos al ritmo actual, puede que en unos años una simple neumonía sea una sentencia de muerte». Las autoridades sanitarias no se andan con paños calientes a la hora de valorar la situación respecto al consumo de este tipo de fármacos en todo el mundo, que califican de «excesivo e inadecuado». ¿La consecuencia? «Los antibióticos están perdiendo eficacia a un ritmo que era impensable hace solo cinco años. De hecho, el desarrollo de bacterias resistentes a este tipo de medicamentos ya se considera uno de los mayores problemas de salud pública a los que se enfrenta la humanidad. Si no ponemos freno, el éxito de tratamientos tan necesarios como la quimioterapia, los transplantes de órganos o las cirugías se pueden ver seriamente comprometidos», alertan los responsables del Plan Nacional de Resistencia a los Antibióticos (PRAN).
Los datos están ahí. Las llamadas bacterias multirresistentes o superbacterias, que se reproducen a una «velocidad imparable» al ser capaces de burlar la eficacia de los medicamentos, causan más de 33.000 muertes al año en Europa y generan un gasto sanitario adicional de 1.500 millones de euros anuales. Con este panorama «tan preocupante» encima de la mesa, las previsiones de los expertos a medio y largo plazo no son nada optimistas. «Si no solucionamos este problema, en el año 2050 morirán 40.000 personas cada año como consecuencia de infecciones que antes eran fácilmente curables, como, por ejemplo, las transmitidas por vía respiratoria, sexual o urinaria», pronostican los responsables del PRAN.
La gran baza de los antibióticos, descubiertos a mediados del siglo XX, es precisamente su gran poder para sanar. «La mayoría de los medicamentos nos ayudan a paliar diferentes síntomas y a vivir mejor, que no es poco, pero solo algunos son realmente curativos. Es decir, resuelven el problema de salud al atacar directamente su causa, como es el caso de los antibióticos. Estos fármacos curan las infecciones de origen bacteriano porque van directos a la base del problema al destruir o paralizar el crecimiento de los patógenos que están detrás de la enfermedad. Se trata, por tanto, de un arsenal terapéutico que debemos cuidar para no retroceder a una época en la que una neumonía te podía matar», señala Mar Santamaría, responsable de Atención Farmacéutica de PromoFarma.
A pesar de que es uno de los medicamentos más recetados en todo el mundo, existe un «desconocimiento generalizado» en torno a las propiedades de los antibióticos y su resistencia. Estas son algunas de las dudas más frecuentes sobre un medicamento para el que todavía no existen alternativas y que solo se puede comprar con receta médica.
Olvídese de insistirle al farmacéutico que le venda amoxicilina sin pasar antes por el ambulatorio porque, además de que no puede, probablemente tampoco la necesite. «Debemos grabarnos a fuego que este tipo de medicamentos solo curan las infecciones causadas por una bacteria. Y teniendo en cuenta que hasta el 80% de las infecciones invernales que afectan a la nariz, los oídos, la garganta y los pulmones son de origen vírico, tomarnos un antibiótico no solo no sirve de nada –en algunos casos incluso empeora los síntomas– sino que además contribuye a incrementar la resistencia de nuestro organismo a estos fármacos. En resumen: antibióticos y virus no hacen match. Antibióticos y bacterias, sí», aclara Mar Santamaría.
Incluso en las infecciones de origen bacteriano, no siempre es necesario un tratamiento antibiótico. «En la mayoría de los casos de enfermedades leves causadas por este tipo de patógenos (rinosinusitis, bronquitis o dolores de garganta y oído) nuestro propio sistema inmunitario es capaz de resolver la infección sin recurrir a estos fármacos», coinciden los expertos.
¿Cuál sería entonces la solución a este problema de resistencia a las superbacterias? «Claramente usar menos antibióticos y mejor. La mitad de los españoles todavía piensa que matan los virus y más de un tercio los considera eficaces contra los resfriados. ¡No insistas a tu médico que te los recete! Ahora bien, cuando son necesarios es importante que el paciente complete el tratamiento pautado aunque se empiece a encontrar mejor a los dos días de iniciarlo», insisten los expertos. Y, ojo, porque tampoco todos los antibióticos sirven para todas las infecciones bacterianas. «Hay que usar el adecuado para cada caso»
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