Tres propósitos para la vuelta al trabajo (y llevarlo mejor)
El regreso de las vacaciones es buen momento para marcarse metas y hacer cambios
Iratxe Bernal
Martes, 2 de septiembre 2025
La vuelta al trabajo no tiene por qué ser sólo sinónimo de rutina y prisas. También puede marcar un punto de inflexión para replantearnos cómo ... queremos vivir y trabajar los próximos meses. «No se trata únicamente de ponerse objetivos profesionales, sino de encontrar un equilibrio real que también potencie nuestro bienestar personal. Es en el momento idóneo para detenerse y preguntarse con honestidad qué queremos realmente para el nuevo 'curso'», nos anima Nadia Maestro, directora de la consultoría en recursos humanos Aldalan.
Si efectivamente aprovechamos la 'rentrée' para reflexionar, las dos preguntas clave que debemos plantearnos son, según la experta, «qué metas profesionales deseamos alcanzar que sumen a mi bienestar y relaciones y qué hábitos o situaciones debo dejar para no repetir patrones que nos desgastan».
Una vez marcados los objetivos, Maestro recomienda ir a por ellos «desde el primer día». También nos aconseja que «sean realmente alcanzables y medibles». «Los podemos dividir en metas más pequeñas, más a corto plazo sobre las que realizar revisiones que sirvan como paradas en el camino», apunta. Además, subraya la necesidad de contar con «alertas tempranas que nos permitan detectar si volvemos a hábitos que nos restan».
En resumen, «debemos cultivar la autodisciplina, que es el combustible para nuestros objetivos. Para eso podemos redactar un 'contrato de objetivos', como si se lo entregáramos a nuestro yo de junio de 2026. Así tendremos un compromiso claro y visual con las metas que hoy nos ilusionan», señala la experta, quien, para ayudarnos a centrarnos un poco, propone que nos enfoquemos en tres áreas.
1. Bloques de tiempo
Lo primero sería equilibrar trabajo, vida familiar y espacio personal. Es decir, establecer límites. «Que tu jornada laboral termine realmente cuando sales o cierras el portátil y, del mismo modo, cuando estés trabajando, evita que otras preocupaciones se cuelen en tu cabeza. Muchas veces tenemos el pensamiento donde no toca. Este desajuste no solo nos desconcentra; también nos desgasta... y no nos va a conducir a la solución. La clave está en no dedicar energía mental a algo que no puedes solucionar en ese momento», afirma Maestro.
Para que hacerlo sea casi casi tan fácil como decirlo debemos reservar «bloques de tiempo» con horarios claros para cada parcela de la vida. Para todas. No sólo la laboral y la familiar, que también hay que contar con ratitos solo para nosotros. Después conviene priorizar las tareas según su importancia y urgencia y servirnos de listas o agendas que nos ayuden a preservar ese orden. A partir de ahí lo suyo es centrarse, algo que se aprende. «Cuando notes que tu mente se va a otro tema no te castigues; simplemente regresa a lo que estás haciendo. Como cualquier hábito requiere entrenamiento, pero si eres constante en unas tres o seis semanas tendrás mayor capacidad para centrarte en lo que realmente importa en cada momento y notarás la diferencia», sostiene.
¿Algún consejo práctico en ese camino? Podemos, por ejemplo, «aparcar» en un papel que ya miraremos luego esa idea que nos ha venido a la cabeza a deshora, evitar las multitareas y silenciar las notificaciones del móvil o el email para revisar los mensajes en momentos concretos. Finalmente, podemos establecer «rutinas de transición, rituales de cierre y apertura que nos ayuden a establecer el paso de una parcela de nuestra vida a otra». Cosas como finalizar el trabajo con una misma actividad –repasar la lista de tareas, por ejemplo– o cambiarse de ropa e incluso ducharse al llegar a casa pueden hacer que nuestra disposición para afrontar el siguiente tramo del día sea más positiva.
2. Potenciar una habilidad
El segundo objetivo se centra en el desarrollo profesional, «algo que no es exclusivo de quienes aspiran a un ascenso o un cambio de puesto. Es mantener la curiosidad por aprender, tanto en lo técnico como en habilidades como la comunicación, la empatía, la gestión del tiempo o la resolución de conflictos que nos hacen mejores compañeros y mejores personas», matiza Nadia Maestro, quien insiste en que «es una actitud que podemos cultivar todos, sin importar la profesión, el cargo que ocupamos o la antigüedad que tenemos en la empresa».
¿Y por dónde empezamos? Aquí la experta nos recomienda elegir una habilidad que queramos potenciar y dedicar un tiempo fijo a entrenarla cada semana. «Si quieres mejorar la comunicación, practica presentaciones breves o escribe un resumen diario de tus ideas. Si buscas empatía o liderazgo, dedica unos minutos a escuchar activamente a un compañero o mentor y reflexiona sobre cómo apoyar mejor a tu equipo. Y para un aprendizaje técnico, reserva un tiempo semanal para un curso, un tutorial o leer artículos de tu área», indica. Ah, y en cualquier caso, «celebra cada paso, por pequeño que parezca».
3. Reforzar la red social
El tercer objetivo sería reforzar nuestra red social. De momento, al menos en el trabajo. «El desarrollo no ocurre en solitario. Ni el personal ni el profesional. Las relaciones que construimos en nuestro entorno laboral son un pilar fundamental para aprender, motivarnos y crear un clima de trabajo saludable. Se trata de conectar de manera auténtica, colaborar y apoyarse mutuamente, y no solo por el bien de la organización, sino porque un buen entorno nos hace mejores personas y profesionales», señala Maestro. Cultivar esas «relaciones que suman» implica prestar atención «de verdad» a lo que dicen los compañeros, reconocer y valorar sus logros, cooperar, compartir conocimiento, prestar apoyo y mostrar empatía.
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