El método 7-7-7 y el sistema 55-38-7: dos fórmulas 'mágicas' para salvar tu relación de pareja
Tratan de luchar contra los 'enemigos el amor': la rutina y los malentendidos
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Existe cierto consenso respecto al principal enemigo de cualquier relación de pareja a largo plazo: la monotonía. Entrar en un bucle cotidiano donde no queda ... espacio para la sorpresa o el disfrute hace que muchos descarguen su frustración en el otro, lo que acelera el desgaste y, a menudo, tiene consecuencias catastróficas. Y es tan frecuente que desde el campo de la psicología se estudian estrategias para evitar ese deterioro del amor, como estas dos que explicamos a continuación.
El método 7-7-7
Consiste en reservar tiempo de calidad con nuestra pareja en periodos de 7 días, 7 semanas y 7 meses: «El objetivo del método no son grandes gestos o eventos, sino encontrar momentos en los que fomentar la conexión emocional, la intimidad y el tiempo juntos para mantener vivo el vínculo que se ha decidido cultivar», explican desde el gabinete psicológico MensActiva.
En términos prácticos, los expertos recomiendan que organicemos una cita con nuestra pareja al menos una vez a la semana (son las llamadas 'horas rosas'). No tenemos por qué gastar dinero para ir a un restaurante o al cine: puede bastar con una cena en casa, sin niños y abordando temas de conversación que no tengan que ver con las facturas pendientes o el trabajo. Otras opciones válidas son practicar ejercicio juntos, dar un paseo...
También oxigenaremos la relación cada 7 semanas con un plan algo más elaborado, como aprovechar algún puente o fin de semana para visitar pueblos cercanos, hacer rutas de senderismo... Y si no podemos ausentarnos de casa varios días, siempre nos queda asistir a una función de teatro, tener alguna experiencia gastronómica o visitar una exposición.
Cada siete meses, por último, un periodo vacacional puede afianzar lazos. ¿Por qué no marcharse una semana a ese destino soñado y aprovechar para decirle a nuestra media naranja que lo sigue siendo (sí, a veces es necesario expresarlo abiertamente). De nuevo, si la economía o los condicionantes laborales no lo permitiesen, emprender algún proyecto en común (redecorar una habitación, por ejemplo) suelen reforzar las sensaciones de unión y compromiso.
Desde MensActiva recalcan, en cualquier caso, que estos planes periódicos deben ser cosa de dos: ambos han de organizarlos por igual y fijarlos en el calendario de forma inamovible. Además, hay que tener en cuenta que son lo mínimo exigible: «No podemos caer en el error de que 'cumpliendo' con esto ya estamos asegurando la relación a largo plazo. Este método no servirá de nada si una parte de la pareja no se siente cuidada, querida, atendida y prioritaria y eso es algo que hay que trabajar y cultivar a diario».
Cierto es que el método 7-7-7 no es universal: habrá parejas para las que llegue a resultar desaconsejable (¿cuántas hemos visto discutir en pleno destino turístico porque arrastran problemas de comunicación severos?). Frente a los conflictos más profundos y las dinámicas tóxicas, hablamos más bien de un parche temporal.
Otra combinación: el 55-38-7
El psicólogo Albert Mehrabian enunció la fórmula 55-38-7 allá por la década de los 60. Quiso demostrar, con una serie de experimentos, que las personas concedemos mucha más importancia a la información no verbal que a las palabras en aquellas interacciones de marcado cariz emocional (siempre que haya una contradicción entre lo que se dice y lo que se deja entrever).
En dichos casos, damos un 55% de prioridad al lenguaje corporal (los gestos y las expresiones faciales); un 38% al tono de la voz y un 7% a las palabras que pronunciamos (de ahí el nombre de 55-38-7). Así, si al preguntarle a un amigo cómo está responde con un escueto 'bien', pero con tono dubitativo y gesto compungido, lo normal es que no demos credibilidad a su respuesta y le insistamos para que nos cuente sus verdaderos sentimientos.
¿Cómo pueden ayudarnos las conclusiones de Mehrabian a reforzar nuestra relación? Siempre teniendo en cuenta que sus indagaciones respondieron a muestras limitadas y no necesariamente extrapolables (diferentes temperamentos o contextos familiares pueden dar significados distintos a los mismos gestos o tonalidades), al comunicarnos con nuestra pareja debemos prestar tanta atención a lo que decimos como a la forma en que lo hacemos; procurar que nuestras palabras concuerden con nuestra gestualidad (siendo más conscientes de nuestras expresiones faciales, manteniendo el contacto visual...) y cuidar el tono de la voz (volumen, ritmo, inflexiones...) de forma que resulte calmado y empático.
Siguiendo estos consejos generaremos confianza en el otro y se reducirán de manera drástica los malentendidos, responsables del 99% de las discusiones de pareja que nos asaltan a diario a todos y que, como hemos visto, van minando el vínculo emocional y creando un caldillo de confrontación que llega a alcanzar extremos irreconciliables.
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