¿Existe el 'gatillazo' femenino?
No se debe pasar por alto, «a la larga puede derivar en problemas»
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Qué será un gatillazo, eso que nadie ha sufrido nunca, al menos de cara a la galería, como casi todas esas situaciones que parecen desmentir ... nuestra condición de máquinas sexuales infalibles. Para empezar, hay que destacar que nuestro conocimiento sobre este fenómeno es bastante escueto: el común de los mortales entendemos por 'gatillazo' que no se logre una erección del pene para poder efectuar el coito, lo que suele redundar en un parón y a veces en un minidrama por eso de la autoestima del dueño del pene en cuestión. Pero ¿esta escena tiene una versión femenina? ¿A alguien le ha dado por pensar si esto es posible cuando la 'desmotivación' se produce en la vagina?
Dos expertas nos sacan de dudas: sí, hay un 'gatillazo' femenino... «Es cuando la vagina está mostrando claras señales de no estar preparada para la penetración. La lubricación es lo más llamativo, pero en la excitación genital también existen otros signos: a nivel muscular se produce un alargamiento de las paredes de la vagina, lo que evita molestias», indica la sexóloga Lucía Jiménez. ¿Qué pasa si en un encuentro sexual esto no ocurre y los genitales femeninos no están en absoluto preparados para la acción? ¿Parón y bucle drama-vergüenza-culpa, como cuando les ocurre a ellos? Pues no: normalmente, se sigue adelante, porque al no ser un impedimento en sí para la penetración... Y es una mala decisión continuar, por cierto. «Cuando se dan estos 'gatillazos', no es solo una cuestión de añadir lubricantes para salir del paso y tirar para adelante. Hay que ver un poco más allá», advierte.
Y no equivocarnos al interpretar. Una pregunta que Jiménez oye muchas veces en consulta es si esa falta de humedad tiene que ver con que la otra parte no te 'pone' lo suficiente o hasta con la falta de emociones. «La intervención de la otra persona puede influir: si sabe o no cómo estimular la vulva y la vagina de forma paulatina y adecuadamente para permitir al cuerpo excitarse, por ejemplo. Pero, por lo general, tiene más que ver con otras cosas», indica la experta de la firma de bienestar sexual Diversual. El nivel hormonal, el estrés, la hidratación y el consumo de alcohol, tabaco o medicamentos son las pricipales causas de esa incapacidad para la excitación genital femenina, tal y como enumera. Por eso, Jiménez recalca que «no se deberían hacer deducciones sobre sentimientos a partir de respuestas fisiológicas, porque, de hecho, lubricar muchísimo tampoco significa siempre que la otra persona te excite una barbaridad...». Y aquí ya está sembrando la duda dañina en muchos, ¿verdad?
¿Parar o cambiar el chip?
Al igual que si sucediera en un pene, la sexóloga aconseja no dar, en principio, mayor trascendencia al 'gatillazo' femenino... puntual. Eso sí, avisa de que «no es recomendable» ignorarlo y empeñarse en el coito. «Como derivación de esto pueden surgir problemas en la zona como quemazón, rozaduras, dolor que puede transformarse, a la larga, en una dispareunia o vaginismo y pérdida del deseo sexual –enumera–. Por ello, si en algún momento detectas que tú o tu pareja no estáis aún en ese punto de excitación, lo mejor que se puede hacer es pasar a otro tipo de estimulación o juego, aprovechar el momento para descentralizar el placer de los genitales, apoyarse en lubricantes, geles y juguetes y dejar al cuerpo que pida conforme se sienta preparado. Esta es la manera más respetuosa de escuchar los procesos fisiológicos y entender que a veces puedes estar con mucha excitación a nivel psicológico, pero el cuerpo no tiene por qué acompañar ese estado o, por lo menos, no con el mismo ritmo e intensidad».
Mónica Chang, experta en bienestar sexual de la firma iroha, marca de placer japonesa, habla de ello como de «fracaso en el rendimiento femenino», pero para criticar este concepto tan extendido. Tal y como indica, la diferencia entre la anatomía masculina y la femenina ha llevado a que existan distintas expectativas en torno a los signos físicos de excitación. La 'visibilidad' de la falta de erección masculina es tan evidente que, dada la ausencia de manifestaciones fisiológicas llamativas en las mujeres, su equivalente femenino ha sido tradicionalmente ignorado, hasta por ellas mismas. Si mecánicamente el sexo es posible, todo va bien, ¿no? Claro que no: a estas alturas todos sabemos ya que en el sexo no se trata solo de encajar piezas, no consiste en máquinas de inserción con 'fallos' que se callan si pasan más o menos desapercibidos. «Persiste el tabú de la sexualidad femenina y una falta de conocimiento sobre el orgasmo y la anatomía de las mujeres», sentencia Chang.
Antes, durante y después...
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Excitación el clítoris se llena de sangre, se agranda –hasta puede duplicar su tamaño– y se enrojece la zona genital, que también se humedece.
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Durante habitualmente por la estimulación del clítoris, que está lleno de terminaciones nerviosas, los músculos genitales y el útero experimentan contracciones rítmicas (una cada 0,8 segundos). El ano se estrecha y también las paredes de la entrada de la vagina. El útero se eleva.
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Después segundos después del orgasmo, la zona sigue, por así decirlo, 'congestionada' –llena de sangre– y, si continúa la estimulación, la mujer puede experimentar otros orgasmos –como una sensación ondulante– sin hacer apenas pausa.
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