Diez mitos sobre tu gato que deberías desterrar
Ni siempre caen de pie ni se mueren por beber leche
Existen unos mil millones de gatos en todo el mundo, de los que más de 350 millones son domésticos. Solo en España hay más de ... seis millones de felinos de compañía; unos animales que despiertan auténtico furor tanto en las redes sociales como en los principales destinos turísticos del planeta (quién no va Estambul y disfruta acariciando a los miles de gatos que pueblan sus calles, por ejemplo).
Sin embargo, pese a las pasiones que suscitan, siguen siendo unos grandes desconocidos: en torno a estos animales –considerados guardianes místicos del Antiguo Egipto– circulan muchas ideas preconcebidas (y erróneas). ¿La más extendida? Que son ariscos y descastados. Desmentimos a continuación este y otros mitos:
Mito 1: son solitarios por naturaleza
Son comunes los casos de ansiedad por separación con sus dueños y, en un plano más anecdótico, abundan los vídeos de gatos desesperados cada vez que su humano de confianza se encierra en el baño o la habitación. Sí, puede argumentarse que esto ocurre únicamente porque los animales han sido domesticados (se han habituado a la presencia de los integrantes del hogar), pero es que los gatos callejeros también tienden a formar colonias de marcada jerarquía social. ¿La prueba definitiva de que estamos ante un mito? Algunos gatos entablan amistad con otras especies (perros inclusive).
Mito 2: si se restriegan contra ti, es que algo quieren
Si un gato se restriega contra nuestras piernas, no es únicamente para llamar nuestra atención y conseguir comida. Al hacerlo marca su territorio depositando feromonas de sus glándulas faciales (imperceptibles para el olfato humano) y nos hace saber que formamos parte de su espacio seguro. Los expertos también lo consideran una muestra de afecto, similar a los discretos cabezazos que a veces nos propinan cuando los tenemos en el regazo.
Mito 3: si ronronean o 'amasan' es que están felices
El ronroneo (ese sonido vibrante y continuo) suele indicar que el gato se encuentra a gusto, pero no exclusivamente. En ocasiones lo emite para expresar miedo o dolor. Además, la conducta de 'amasado' (a imitación de cuando eran bebés y promovían la extracción de la leche materna con el movimiento alterno y acompasado de sus patas) puede obedecer a una situación de estrés, como la llegada de un nuevo animal a la familia.
Mito 4: no puedes entrenarles
Aunque los perros demuestran una mayor facilidad o predisposición para aprender determinados trucos o pautas de comportamiento, los gatos también son perfectamente capaces de llevarlas a cabo. En manos de un experto pueden aprender a sentarse, tumbarse, rodar... También a evitar determinadas superficies para rascarse las uñas y a sobrellevar situaciones que les son habitualmente traumáticas, como las visitas al veterinario.
Mito 5: siempre caen de pie
No, los felinos no tienen muchas vidas (una creencia radicada en el Antiguo Egipto, al asociarse estos animales con la reencarnación de 'Ra', el dios del Sol). Por consiguiente, no conviene confiar en su capacidad para salir ilesos de las situaciones más peliagudas. Aunque pueden sobrevivir a caídas desde alturas considerables gracias a su gracilidad y reflejos, la mayoría de veces éstas tienen un desenlace fatal (motivo por el que muchas protectoras obligan a instalar redes en las ventanas de los pisos antes de tramitar cualquier adopción).
Clínicas veterinarias como el Schwarzman Animal Medical Center de Nueva York señalan además que muchas lesiones en felinos (esguinces, fracturas...) se producen por caídas a baja altura, cuando no tienen tiempo para reaccionar y posarse correctamente.
Mito 6: odian el agua
Intentar bañar a un gato resulta una experiencia traumática tanto para el animal como para su humano. Sin embargo, durante su infancia suelen encontrar en el agua una fuente de entretenimiento. Además, existen razas como el Van Turco que además de adorar el agua son excelentes nadadores.
Mito 7: las embarazadas no pueden convivir con gatos
Los médicos son claros al respecto: cualquier embarazada tiene más posibilidades de contraer toxoplasmosis manipulando carne cruda o trabajando en el jardín que por el contacto con un gato. Pese a ello, se recomiendan medidas preventivas como que un tercero vacíe su cajón de arena a diario.
Mito 8: pueden ver en completa oscuridad
Sus ojos están preparados para ver en condiciones de baja luminosidad (ya que permiten una mayor entrada de luz), pero no pueden hacerlo cuando la oscuridad es absoluta. A este respecto, también se comenta que son animales nocturnos cuando en realidad son crepusculares: duermen durante la noche (con algún desvelo esporádico), mostrándose más activos al atardecer y al amanecer.
Mito 9: los de interior, sin enfermedades infecciosas
Expertos de la Cat Fancier's Association (CFA) lo desmienten: un gato 'de interior' está más expuesto a los gérmenes que circulan por el aire o que portamos en la ropa (de ahí la importancia de quitarnos los zapatos al entrar en casa). También pueden contraer enfermedades infecciosas por ingerir insectos portadores.
Mito 10: les encanta la leche
Después del destete, en realidad, los gatos se vuelven intolerantes a la lactosa. Los felinos no acostumbrados a su ingesta pueden experimentar problemas digestivos como hinchazón, diarrea o gases. ¡Clásicos del cine como 'Los Aristogatos' son responsables de esta falsa creencia!
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