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Solange Vázquez
Miércoles, 15 de mayo 2024
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El desamor llega por muchos caminos, a menudo por los menos pensados, por esos que ni siquiera tienen que ver con los sentimientos de una persona hacia otra. Y en multitud de ocasiones es lo material, el dinero, lo que crea brechas que acaban siendo insalvables. Suena poco romántico, pero la realidad a veces es asquerosamente práctica, qué se le va a hacer. Adriana Auset, abogada especializada en derecho de familia, fundadora de Auset Abogados y experta en estas lides –en su despacho ha visto y oído de todo al respecto– nos da cinco consejos para evitar que en el futuro sea el dinerito lo que nos arruine el amor (o, en su defecto, la buena relación con el 'ex').
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Demasiadas veces el origen del problema de pareja es que uno de los dos, el que más ingresos tiene y, por tanto, el que más aporta a la economía doméstica –evidentemente, se debe contribuir con una cantidad proporcional al sueldo de cada cual– acaba cansándose de 'poner más'. «Acaba sintiendo una carga sobre sus hombros y reprochándole al otro si gasta más de lo que debería –indica Auset–. Por lo tanto, uno acaba llamando derrochador al otro, y este último tacaño al primero... Y la crisis está servida en bandeja». ¿Qué podemos hacer si no queremos vernos en esta situación? Evidentemente, la experta considera que cada pareja debe buscar su propia fórmula para compartir gastos –una cuenta conjunta y luego cada cual la suya, todo junto...–, pero ella, visto lo visto, aconseja lo siguiente: «Se recomienda mantener cuentas separadas, aumentando así la libertad y autonomía financiera, y aprender a ser justos en el reparto proporcional del sueldo de cada uno a ingresar en la cuenta bancaria común para gastos».
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Cuando empieza a surgir el sentimiento de que aportas mucho más que el otro –en dinero, en tiempo, en esfuerzo porque todo vaya bien, en sacrificios, en tareas domésticas, en lo que sea–, empieza a resquebrajarse la armonía. A nadie, con razón o sin ella, le gusta sentir que se aprovechan de su persona y menos aún que sea la pareja. Por eso, para evitar esta desagradable sensación (o realidad) hay que establecer un 'contrato' previo. Es decir, negociar «y hacer una verdadera labor didáctica para entender la aportación de cada miembro de la pareja, quizás uno en cantidad económica y otro en la organización familiar y con los hijos». «Sobre todo, deben entender que son un equipo. Y el que más aporta económicamente debe apartar pensamientos como que con 'su dinero se paga todo'», aconseja la abogada. Esto suele ocurrir en las separaciones frecuentemente: uno de los dos dice que el otro ha vivido un montón de años a su costa y el otro recuerda que ha invertido su tiempo en la casa y los hijos de ambos, renunciando a trabajar, a un empleo mejor remunerado o incluso a ascensos profesionales. Por eso, cuando todo va bien es mejor decidir cómo organizar ese 'equipo'.
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En muchas ocasiones, abrir un negocio o pagar un tratamiento de fecundidad, por poner dos ejemplos habituales de inversiones fuertes, se convierten en el principio del fin del amor.Sobre todo, si estos procesos no van bien. «Si se hace un desembolso importante, la decisión debe ser mutua. Si las inversiones resultan en pérdidas, la ausencia de un acuerdo previo, podría desencadenar una crisis en la relación», advierte Auset.
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«Es básico mantener transparencia en el matrimonio y no ocultar la existencia de otros bienes o ganancias», añade Auset. En este sentido, aunque cueste creerlo, hay personas que se embolsan un dinero extra y se lo guarda para ellos o que tienen alguna herencia o ingreso que no ha 'declarado' en casa. Obviamente, si se descubre el pastel, eso tiene todos los visos de terminar en ruptura. A nadie le gusta que su pareja ande con esas triquiñuelas.
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«Los principales motivos de divorcio son la infidelidad y el desgaste de la convivencia... donde los motivos económicos tienen un peso muy importante», asegura la abogada. La administración del dinero realizada por uno o por ambos, no saber priorizar los gastos o pretender vivir por encima del nivel de ingresos son cuestiones que, según subraya la experta, «desembocan en una catastrófica e inevitable ruptura».
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