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El campanario de la iglesia de Fayón sobresale de las aguas del embalse de Mequinenza (Zaragoza).
El pueblo que murió dos veces

El pueblo que murió dos veces

Lugares imposibles ·

El campanario de Fayón es el único recuerdo de una aldea que desapareció bajo el Ebro, en el embalse de Mequinenza (Zaragoza)

Óscar Beltrán de Otálora

Miércoles, 19 de agosto 2020, 23:16

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En el embalse de Mequinenza, en Zaragoza, el campanario de una iglesia asoma entre las aguas como si un templo hubiese sufrido un naufragio. No es difícil imaginarse que los únicos fieles que ahora acuden a esa parroquia son los siluros, esos monstruos de agua dulce que pueden pesar más de doscientos kilos y que desde hace una década han colonizado ese pantano aragonés.

Quizás algunos días, en el coro de la sumergida parroquia resoplan estos dinosarios acuáticos. Para comprobarlo hay que perderse en un embalse rodeado de naturaleza salvaje y no fiarse por el nombre del pueblo al que pertenece el edificio religioso: Fayón. Por que hay dos Fayón, uno bajo el agua y otro a pocos kilómetros que se creó para acoger a los vecinos antes de que las aguas arrasaran la vieja localidad.

Pero Fayón es un pueblo que murió dos veces. La última, en 1967, cuando se creó el embalse de Mequinenza. La presa de Ribaroja encerró el Ebro e hizo que lentamente las aguas engulleran una población que se había dedicado a las minas de lignito y que contaba con su propia estación de tren para sacar el minera. La mayoría de los edificios fueron derribados mientras crecía el embalse y tan solo se respetó la iglesia. El desalojo de los habitantes no fue pacífico ya que fue necesaria la intervención de la Guardia Civil. Hace pocos años, algunos vecinos relataron a un periódico local como en 1967 tuvieron que infiltrarse de noche en el pueblo, remando en pequeñas embarcaciones, para poder recuperar las imágenes de los santos del pueblo. Les habían sacado del pueblo a toda prisa y no les habían dejado tiempo para llevarse las esculturas.

La primera muerte de Fayón se había producido entre julio y noviembre de 1938. En esos meses tuvo lugar la Batalla del Ebro, uno de los enfrentamientos más largos y sangrientos de la Guerra Civil. En la zona de Fayón, la ofensiva republicana consiguió avanzar de forma enérgica pero muy pronto el ataque tuvo que frenarse por la resistencia franquista. Comenzó entonces una guerra de trincheras que finalizaría en agosto, el momento elegido por los ejércitos del futuro dictador para intentar una contraofensiva. En esa ocasión, los soldados leales al Gobierno se vieron sobrepasados y huyeron a la desesperada. Al intentar cruzar los improvisados pontones colocados para cruzar el Ebro, estos puentes se hundieron e impidieron la huida republicana. Muchos soldados murieron ahogados. La batalla de Fayón fue uno de tantos episodios brutales de la guerra.

La España vacía

El nuevo Fayón está situado a unos kilómetros del embalse y toda su historia está enterrada bajo las aguas. Ahora es un pueblo nuevo, de apenas medio siglo de historia, enclavado en medio de lo que se considera al España vacía. Las minas de la zona acabaron cerrando y la industria no se desarrolló. Ahora el negocio más boyante es llevar a turistas rusos a pescar los siluros gigantes, los únicos visitantes de las hornacinas de la vieja iglesia sumergida.

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