El polizón gafe de Shackleton

El barco en el que navegaban Shackleton y sus hombres era el Endurance. En septiembre de 1914 atracó en Buenos Aires en su viaje hacia la Antártida y Blackborow –cuyo anterior buque se había hundido, una mala señal– se coló a bordo. Durante tres días se escondió en el interior de una taquilla. Cuando fue descubierto era incapaz de ponerse de pie por haber pasado tanto tiempo encogido en el casillero. Shackleton, rojo de ira, juró que sería al primero al que se comerían si debían recurrir al canibalismo.

El 24 de octubre de 1915, casi un año después, el Endurance tuvo que ser abandonado. El hielo había atrapado al navío y la presión estaba aplastando la quilla. Shackleton inició entonces un viaje increíble.

Utilizando los botes salvavidas del Endurance como trineo y para remar entre icebergs consiguieron llegar a la inhóspita Isla Elefante. Para entonces se habían comido a los perros de la expedición y al gato que servía de mascota. Comenzaron a exterminar a los pingüinos que habitaban el islote. El joven Blackborow, el menos entrenado de la tripulación, empezó a sufrir congelaciones.

Desde Isla Elefante, Shackleton y cinco hombres realizaron un viaje épico de 1.300 kilómetros hasta la estación ballenera de las islas Georgia del Sur para conseguir un rescate. Dejaron atrás a una veintena de compañeros. Entre ellos, el agonizante Blackborow. La gangrena amenazaba con costarle la vida. El veterinario del grupo le amputó los dedos del pie izquierdo en un intento desesperado por salvarle.

Blackborow mejoró pero seguía estando enfermo. Consiguieron mantenerle con vida hasta llegó a rescatarles un buque chileno en el que viajaba el propio Shackleton. Con el tiempo, Blackborow se recuperó y fue condecorado con la Medalla Polar.