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«Tengo 9 años y todavía me hago pis en la cama»

«Tengo 9 años y todavía me hago pis en la cama»

Ahora que empiezan las vacaciones y los campamentos muchos niños se enfrentan a uno de sus grandes miedos, la enuresis nocturna

Miércoles, 24 de junio 2020

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Javier cumple diez años el próximo mes de agosto y nunca ha ido a un campamento de verano con sus compañeros de clase. Tampoco sabe lo que es dormir una noche fuera de casa, ni siquiera en la de su abuela Aurori. «No quiere. Todavía se hace pis de vez en cuando y le da mucha vergüenza. La verdad es que el pobre lo pasa fatal. Una vez tuvimos que ir a buscarle a casa de un amigo a medianoche porque era incapaz de dormir por el miedo a mojar la cama», recuerda su madre. Pilar y su marido ya han perdido la cuenta del número de veces que han tenido que levantarse de madrugada para cambiar la cama y duchar al niño. «Ha pasado por épocas en las que se hacía pis hasta dos veces en una noche. Ahora ya lo tiene más o menos controlado, pero aún así prefiere dormir con un pañal especial, de esos que parecen calzoncillos», explican sus padres.

Lo que le pasa a Javier le ocurre a muchos más niños de los que él se piensa, incluso a más de los que se imaginan sus padres. Probablemente en su clase haya tres, cuatro o cinco compañeros más que han mojado la cama ya mayorcitos, pero ninguno lo dice. Según un estudio de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP), la llamada enuresis nocturna afecta al 16% de los niños de 5 años, al 10% de los de 6 y al 7,5% de los de 10. Y más a los chicos que a las chicas. No obstante, solo se considera un 'problema' cuando a partir de los 5 años el niño todavía se hace pis al menos dos veces por semana durante un periodo mínimo de 3 meses. «Cuando esto ocurre es recomendable buscar ayuda profesional y no subestimar los escapes de orina para evitar así que se alarguen hasta los 7 u 8 años o incluso hasta la adolescencia, donde ya supone un mayor trastorno para la vida del niño», explica Mariola Bonillo, psicóloga sanitaria del Centro de Psicología Área Humana de Madrid.

En estos casos también es importante diferenciar entre enuresis primaria, en la que el niño nunca ha tenido control de la vegija por las noches, y secundaria, cuando después de un periodo de al menos 6 meses sin hacerse pis vuelve a orinarse en la cama. «Las causas suelen ser diversas. Desde infecciones, estreñimiento, desequilibrios hormonales, antecedentes familiares a predisposición genética o simplemente un mal hábito adquirido. La mayoría de veces suele deberse a causas fisiológicas de maduración de la vejiga o de producción de orina, pero existen otros casos de enuresis cuyas causas tienen que ver con la aparición de acontecimientos estresantes en la vida del niño como puede ser el nacimiento de un hermano, la separación o divorcio de los padres, el comienzo del cole, vacaciones...», añade la psicóloga Natalia Franco.

Ahora que se empieza a retomar la normalidad y en algunas comunidades incluso se ha dado luz verde a la organización de campamentos es importante que los padres tengan en cuenta una serie de consideraciones a la hora de abordar este tema con sus hijos. «Si va a dormir fuera de casa es bueno ayudarle a entender y a normalizar las emociones que puede sentir ante estos hechos (alegría, ilusión, nervios) y también ante los escapes nocturnos (preocupación, vergüenza, miedo). Además, es importante contarles que se va a informar a los monitores o familiares con los que se quede a dormir para que puedan ayudarle si se producen», recomiendan las psicólogas del centro Área Humana.

CÓMO ACTUAR

No castigar ni enfadarnos con el niño. Normalizar la situación. Tenemos que tener presente que el escape de orina es un reflejo involuntario. No lo hace queriendo.

No culparlo. Es una situación que suele generar mucha vergüenza e incomodidad.

Prestar atención a emociones como la vergüenza o el miedo (si tiene miedo a ir al baño solo o vergüenza al decírselo a sus familiares, profesores, monitores o cuidadores)

Transmitirle que le vais a ayudar con los escapes nocturnos tanto si está en casa como si viaja con sus familiares. Mostrad calma y comprensión.

Animarle a que vaya al baño al menos 3-4 veces en el día y como rutina antes de dormir.

Hacer que no beba mucho líquido antes de ir a la cama.

Utilizar protectores de cama.

Si tiene un escape nocturno, es recomendable que ayude a cambiar las sábanas y a llevarlas a la lavadora como parte del proceso. No hacer ningún comentario añadido.

No despertarlo en mitad de la noche para que orine. Se acostumbra a orinar estando despierto (igual que por el día) y no entrenamos la detección estando dormido.

Ver si los escapes de orina vienen acompañados de otros síntomas (dolor o escozor, enuresis diurna...)

Ayudarlo a diferenciar las señales fisiológicas durante el día (cuando la vejiga está muy llena o cuando está menos llena y puede aguantar más). Enseñarle a dirigir su atención y a focalizarse en dichas señales fisiológicas para que sea más consciente de su cuerpo.

Se puede apuntar en un calendario las noches de cama seca y mojada con premios cuando siga los pasos: no ingerir líquidos unas horas antes de irse a la cama, hacer pipí antes de acostarse, ayudar a recoger la ropa mojada. Si apuntarlo no le ayuda, no insistir ya que le puede generar frustración.

Informarse sobre el uso de alarmas tipo pipí-stop. Ayudan a reconocer las señales fisiológicas con las primeras gotas de pipí.

Reforzar y alabar mucho el solo hecho de intentar solucionar su problema y los avances que vaya consiguiendo.

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