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Cómo los premios pueden ser igual de dañinos (o más) que los castigos

Cómo los premios pueden ser igual de dañinos (o más) que los castigos

La disciplina positiva da las pautas para motivar a los hijos y alumnos más allá de las recompensas inmediatas

Miércoles, 16 de diciembre 2020, 18:46

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Quique nunca termina sus deberes. En busca de soluciones, sus padres le prometieron que si los hacía todos y a tiempo podría jugar un rato con la tablet. A la semana, Quique, mal que bien, acaba su tarea y jugaba a la tablet. El niño parece contento y sus padres, satisfechos. ¿Lo ve todo correcto? Seguro que la situación, o por familiar o por referencias por analogía con otras, no le parece extraña. Incluso la ve correcta. Pues hay educadores y expertos en pedagogía y psicología infantil que sostienen que esta forma de educar hace más daño, incluso, que recurrir a los castigos. Está usted criando a un futuro dependiente de los 'likes', con baja autoestima y que haría lo que fuese por tener la recompensa de la aprobación externa. Y cuando se habla de 'lo que sea' a ciertas edades se refiere a terrenos peligrosos.

La corriente educativa que promulga la importancia de eliminar de la lista de recursos para relacionarse con los hijos -o alumnos- los premios y los castigos se llama Disciplina Positiva (DP). No defiende un'buenismo' naíf en el que los hijos adquieran roles que no les corresponden; sino relaciones de igualdad, basadas en el respeto, enfocadas a la búsqueda de soluciones. Soluciones para las que los menores también pueden aportar ideas. Sin autoritarismo ni complejos de superioridad paterna.

«El premio como método para que el niño haga algo tiene consecuencias más tremendas, como el desarrollo de conductas adictivas a largo plazo»

María Soto | autora 'educa bonito'

María Soto, educadora especializada en Disciplina Positiva y autora del libro 'Educa bonito' (Ed. Vergara), sostiene que le resulta más perjudicial el premio como recurso que el propio castigo. «Este tiene consecuencias más tremendas, como el desarrollo de conductas adictivas en plena etapa de crecimiento del niño. Con este sistema, se enseña que el mecanismo más válido es el placer que da, en un momento puntual de subidón, lograr un premio, un reconocimiento. Es lo que pasa en las redes sociales con los 'likes'. Y ahora estamos viendo cómo muchos adolescentes (y adultos) viven por y para esta recompensa. En este terreno pueden entrar luego el alcohol y las drogas. Creo que el impacto más negativo es el premio, más que el castigo, porque además no te das cuenta: el niño está contento y tú también porque logras que haga lo que tú quieres. Pero el daño queda a largo plazo», reflexiona Cano.

En el fondo de este recurso conductista, con el que casi toda una generación ha sido educada, lo que se busca es corregir comportamientos. Pero, más que enseñar, lo que se logra es una suerte de adiestramiento en el que no se tiene en cuenta más que a uno mismo y su recompensa. Cristina Sanz, miembro de la junta directiva de Asociación Disciplina Positiva España (ADPE) y entrenadora en esta filosofía en el ámbito de las familias,aula y primera infancia por la Positive Discipline Association, pone el acento en este último aspecto tan relevante para una vida adulta sana. «Si basamos todo nuestro planteamiento en el incentivo, esa persona no tendrá en cuenta a los demás. Solo estará centrado en preguntar qué obtiene a cambio. Esto tiene sus problemas a largo plazo: los menores se convierten en personas caprichosas, exigentes, intolerantes a la frustración... Que no saben dar, solo recibir», advierte.

«El castigo y el premio es algo que funciona, pero solo a corto plazo y además es muy pobre como motivación para aprender. Si queremos hijos responsables y autónomos no valen»

cristina sanz | asociación dp españa

En los talleres que imparten estas especialistas se encuentran con padres que quieren mejorar las relaciones con sus hijos, y que, por supuesto, quieren lo mejor para ellos, pero aducen falta de recursos a la hora de corregir conductas que consideran malas. Porque, insisten, y es cierto, el binomio castigo/premio funciona. «Sí, pero es cortoplacista y pobre como motivación para aprender cosas. Si queremos hijos responsables y autónomos, tendrán que encontrar la motivación en sus propios logros», insiste Sanz, al tiempo que recuerda que un buen recurso es «alentarlos» a obtener logros, por muy pequeños o cotidianos que sean, más que «alabar» o «reñir» constantemente que no crea más que dependencia.

¿Qué hago entonces si lo hemos hablado y no me hace caso?, se preguntan muchos padres y educadores. Lo primero, «preguntar antes de regañar». Tras un mal comportamiento siempre hay un por qué que merece ser analizado. Después, buscar soluciones entre las dos partes implicadas. «Pregúntale, ¿tú qué harías», propone Sanz. Solo así se generan vínculos de confianza que dan fruto en el futuro. Cano, por su parte, repite como un mantra que la solución pasa por: «expectativas cero, confianza cien». A veces, explica, los conflictos surgen de tener planteamientos rígidos sobre lo que está bien y lo que no. De ahí que proponga eliminar expectativas, «modular nuestra respuesta» (sin gritos ni dramas) y, sobre todo, reconocer que el error que se comete es la «oportunidad para aprender».

«Esta filosofía requiere de un esfuerzo constante y prolongado a lo largo del tiempo porque los frutos se ven a largo plazo. Por eso mucha gente se desanima y abandona»

adriana díaz | coach dp

Adriana Díaz, también experta en DP, habla de cómo las reuniones familiares pueden ser una fórmula para la resolución de conflictos. En ellas, los niños pueden plantear sus puntos de vista y aprenden a buscar soluciones. Puede parecer más propio de una empresa, pero en su caso hasta recurren a un orden del día. Los niños apuntan en una nevera cuestiones que les van inquietando y que creen que deben resolver en familia y establecen un día de la semana para sentarse y debatir. «En mi casa lo hacemos desde hace años y, al final, tras haber creado una rutina, me doy cuenta de que son ellos mismos los que lo demandan», explica sobre su experiencia personal en familia, donde ha visto frutos tras años aplicando las claves de la disciplina positiva. «Mucha gente abandona porque los resultados solo se ven a largo plazo y debe ser un esfuerzo constante», advierte, mientras aconseja tener informado a todo el entorno familiar de que se van a hacer las cosas de forma diferente porque se trata de «ponerlo todo patas arriba». Ella cree que esta revolución debe comenzar con una pregunta clave: qué se logra con el castigo en cuestión, quitándole la 'Play' o, por el contrario, premiando con dejar ver la tele o cualquier otra cosa. «Pues nada absolutamente. Lo primero es saber qué quiero enseñar a mi hijo», propone. Y después actuar con vistas a un futuro basado en la confianza. Dicen que «nunca es tarde para empezar»,

CONSECUENCIAS DE LOS CASTIGOS SEGÚN LA DP

  • Empatía. El aprendizaje basado en el castigo/recompensa genera que la única motivación de la persona es ella misma, que solo sepa recibir, no dar, no tenga en cuenta a los demás.

  • Nula responsabilidad. El autoritarismo «anula» a la persona y el aprendizaje de resolución de conflictos. Al no tener voz en el aula o la familia, los niños se comportan de forma pasiva.

  • Intolerantes a la frustración. El premio es recompensa automática y lo que logra es aumentar la sensación de frustración cuando no se logra todo lo que se quiere. Es un bucle peligroso.

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