Tu dieta es 'tóxica' para tus tripas y no te lo acabas de creer
Tres reglas fáciles de seguir para que tu intestino esté feliz... y tú también
Julia Fernández
Martes, 16 de septiembre 2025, 18:00
Tóxico es una palabra que está de moda. Hay cosmética así, relaciones así y hasta una dieta así. En el primer caso, muchos de quienes ... lo usan lo hacen mal porque, salvo que sea una crema que no tenga registro sanitario, nada de lo que sale al mercado con este sello puede serlo por ley. En el segundo, es una cuestión más de salud mental: vamos, que ninguna persona es tóxica en el sentido literal. Pero en el tercero... no hay lugar a dudas: existe y estás más cerca de ella de lo que crees. Se llama dieta occidentalizada. Y efectivamente aquí ese adjetivo nada tiene que ver con su significado en los ámbitos históricos, donde a menudo se usa como sinónimo de moderno y mejor. Más bien es justo al contrario: es moderno, sí, pero peor.
Ahora bien, no pongas el grito en el cielo ni entres en pánico. No es que todo lo que comas te esté envenenando y debas vaciar la nevera y el armario, y desinfectarlos como si hubiera un escape radioactivo. Se trata de reflexionar sobre qué es lo que comes exactamente y qué te aporta. «La dieta 'occidentalizada' o patrón dietético 'occidentalizado' es, grosso modo, una forma de alimentarnos poco sana, con gran presencia de alimentos ricos en azúcares y grasas añadidas, alimentos procesados y pobre en frutas y verduras», describe Iñaki Milton, profesor del departamento de Farmacia y Ciencia de los Alimentos de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) e investigador del grupo Nutrición y Obesidad del CIBERobn Instituto de Salud Carlos III.
Claro, con esta definición estarás pensando que eso no va contigo, si comes sanísimo, por favor. Tu tostada de aguacate a las mañanas, tu buena dosis de frutos secos para la merienda... y los yogures con bífidus, bacterias y lo que haga falta... Pues por desgracia estás bastante equivocado. «Atribuimos esta alimentación a los americanos y nosotros estamos convencidos de seguir la dieta mediterránea, pero muchas veces terminamos consumiendo alimentos procesados que aportan mucha energía, pero nutricionalmente son pobres». Y esta es precisamente la clave: alimentar no es lo mismo que nutrir. Y tú necesitas dar prioridad a lo segundo.
Con esto claro, toca hacer revisión de nuestros hábitos. Muchas veces, nos asustamos porque nos duele la tripa, estamos hinchados, no vamos bien al baño... y buscamos la culpa fuera: será el gluten, la lactosa, la lechuga de la noche que es indigestísima... Sin embargo, está más dentro: en las elecciones que hacemos, a veces por desconocimiento y otras por nuestra forma de vida, que, ojo, como bien dice Milton, no hay que fustigarse, pero sí saber algunas cosas para no caer día tras día en el mismo error. Concretamente, hay tres reglas básicas y sencillas con las que haremos feliz a nuestro intestino... y lo seremos nosotros.
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Huye de la carbofobia... pero no te empapuces
¿Cuántos carbohidratos tomas? ¿Y cuántos de ellos son simples? Es difícil responder a esta pregunta si no tenemos un poco de idea de nutrición. La dieta 'occidentalizada' peca de tomar de más de estos últimos y esto acaba inflamando nuestro intestino. Esos carbohidratos simples,«o azúcares», están muchas veces «adicionados a un alimento que consumimos», explica Milton. Y son sobre todo fructosa. Así que hay que evitar comprar productos que la lleven...
Otro apunte, cereales, derivados y legumbres no son los culpables de que nuestras tripas se quejen. Son alimentos ricos en carbohidratos, sí, pero «complejos, tenemos que ingerirlos a diario porque son nuestra principal fuente de energía, aunque en cantidades adecuadas, eso sí». Sin empapuzarnos. Ya saben, la virtud está en el medio.
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Frutas sí, fructosa no
Un momento, igual estás pensando que si debemos evitar la fructosa, como decíamos unas líneas más arriba, tenemos que hacer algo con las frutas, que son precisamente ricas es este elemento. Pues no. No se te ocurra creerte a esos que dicen que hay que evitarlas y que engordan.
La ingesta excesiva de fructosa viene casi siempre de un gran consumo de alimentos procesados a los que se le echa este azúcar que, además, nos puede confundir porque nos suena como «a sano». En el caso de las frutas, «no hay mayor problema porque este carbohidrato simple viene de serie y se acompaña de otros nutrientes de gran importancia, como son vitaminas y minerales, y fibra. Su ingesta es necesaria para llevar una dieta adecuada», aclara el investigador.
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Ni todo light, ni en una cama de aceite
Las grasas tampoco son lo mejor si queremos mimar nuestras tripas. «El problema con los lípidos es el abuso», señala el especialista vasco. Cuando nos pasamos con ellos, segregamos más bilis para la digestión, lo que favorece el crecimiento de unos microorganismos benignos que acaba desequilibrando la microbiota y, entre otras cosas, inflaman el colon. ¿Debemos prohibirnos entonces las grasas? No exactamente, sino elegir las buenas y en cantidades proporcionadas.
– ¿Y cuáles son?
– Algunos lípidos están formados por ácidos grasos saturados, otros monoinsaturados, como el AOVE, y otros poliinsaturados, como los famosos omega-3 del pescado azul. De todos estos, los primeros son los que producen inflamación intestinal y alteraciones en la microbiota. Los otros son antiinflamatorios.
– ¿Y el aguacate de la tostada?
– Por mucho que esté de moda, los lípidos del AOVE son mucho mejores, tal y como demuestra un reciente estudio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
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