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Seis razones por las que fracasan las dietas

Seis razones por las que fracasan las dietas

La báscula, compensar, el 'todo o nada' y otros errores que nos apunta la coach nutricional Gabriela Uriarte

Lunes, 17 de enero 2022, 17:23

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Sí, las Navidades ya son un recuerdo y hace casi dos semanas que ha pasado el día de Reyes con su roscón, que es la disculpa ancestral para ponernos a dieta después de los excesos de esas fechas. Así que estamos en ese momento de 'oh, ya no hay excusa para empezar a comer sano' y bajar esos kilitos que se han hecho fuertes en las últimas semanas. ¿Esperamos a que se acerque un poco más el verano y a la operación bikini? Más excusas para ponerse manos a la obra.

¿Por qué? ¡Porque no nos gustan las dietas! Es así. Son sinónimo de restricciones, de vida social plagada de renuncias y explicaciones, de comida aburrida e incluso de hambre. Pero, como es la única manera que conocemos para intentar perder peso y cuidarnos... En su nuevo libro, 'Hacer dieta engorda' (Penguin Random House), la especialista en tratamiento de sobrepeso y obesidad Gabriela Uriarte nos invita a cambiar el chip y nos ofrece claves para lograr nuestros objetivos sin la dieta de toda la vida, solo organizándonos bien (explica cómo hacerlo y ofrece recetas) y siendo conscientes de las razones por las que fracasan las dietas, para no caer en errores.

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    Falta de flexibilidad

Si nos proponemos cuidarnos y damos con una dieta que no contempla que nos la saltemos..., ¡huyamos! «Sí, porque no será sostenible a largo plazo y volveremos una y otra vez a la casilla de salida», indica Uriarte, que tiene más de 267.000 seguidores en Instagram. Según apunta, siempre que tengamos la intención de controlar la alimentación, debemos concienciarnos de partida de que «debe haber una parte flexible». «Tomar unos pinchos, ir de cena de vez en cuando... ¡es necesario mentalmente! Y lo que es bueno para la mente lo es para el cuerpo», argumenta.¿Quién quiere apuntarse a una vida sin estos alicientes? «Además, cuando dejas la dieta, no sabes gestionar estos momentos... Llega el descontrol y vuelta a empezar». Y con más restricciones. Según Uriarte, cada dieta tiende a ser más restrictiva que la anterior. ¿Por qué? La culpa, el castigo...

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    Necesidad de hipercontrol

¡Cuántas veces oímos decir a la gente que se pone en manos de tal o cual profesional (o no profesional, que es peor) para que le 'controle' la pérdida de peso, porque si no es incapaz de hacerlo! «Se nos ha infantilizado. Por eso hay gente que va a consulta y miente sobre lo que come o lo que no. Es la respuesta lógica a lo que hacen algunos profesionales de la salud, que consideran que su trabajo es echar broncas.Entonces, ¿qué hace la persona para librarse de ellas? Mentir, poner excusas, lo mismo que los niños», lamenta.

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    No, no todo es 'compensar'

Durante mucho tiempo se ha dicho que los excesos o caprichos se permiten, pero que luego hay que compensar. Es decir, podemos ponermos morados toooodas las Navidades y el 7 de enero iniciamos el ayuno, tomamos solo caldos durante días, nos despedimos de los hidratos de carbono para siempre... «No es una buena técnica. Si hemos comido en exceso un día, es mejor hacer algo más de ejercicio, pero no ponerse a pasar hambre al día siguiente. Podemos tomar comidas ligeras, eso sí. Incluso, si no tenemos apetito, porque estamos saturados, no comer. Es mejor ir fluyendo», propone Uriarte. Pero nunca forzar una cadena de atracón-hambre-atracón, que lanza un mensaje terrible a nuestro cuerpo y nuestra mente.

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    'Olvidar' el bien mayor

«La gente debe saber y entender que tiene permiso para comer y beber lo que quiera, pero debe decidir si se limita porque quiere conseguir un bien mayor», afirma la coach nutricional.

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    Atar en corto la báscula

Uriarte nos invita a pensar qué significa para nosotros pesarnos. Si lo vemos como un «juez externo», mal vamos. Y si lo hacemos compulsivamente, peor. «Además, es poco fiable: el peso de una persona puede fluctuar de dos a tres kilos en un solo día. Si queremos hacer una evaluación corporal, es mejor fijarnos en como nos quedan los vaqueros de toda la vida o recurrir a la cinta métrica (el contorno cintura-cadera es un buen indicador de la distribución de la grasa)», recomienda. Entonces, ¿dejamos la báscula abandonada? No hace falta ser tan drástico. «Pero, con pesarme una vez cada dos semanas, vale», indica. Y mejor en ayunas, desnudos, después de ir al baño y en jueves o viernes (porque el día anterior es más estándar, sin alteraciones fuertes que suelen darse el fin de semana y aledaños).

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    No al 'todo o nada'

Que levante la mano quien no se haya pasado un poquito con la comida –por ejemplo, tomando una porción de tarta de cumpleaños– y haya pensado 'pues ya, de perdidos al río'. Y ha acabado comiéndose cinco y llevándose las sobras. Qué horror, ¿no? «Lo sano es entender que no es el fin del mundo. Es mejor aprender e invertir más en planificación. El todo o nada no sirve», explica. Esto es aplicable también a la actividad física: o nos machacamos en el gimnasio o no vamos en tres meses. Poco es mejor que nada (sobre todo, si se hace de forma constante), insiste. ¡Y dormir siete horas efectivas! Parece poca cosa, ¿no? Pues no. Todo suma. Si no dormimos lo suficiente, las hormonas nos pondrán palos en las ruedas, aumentando nuestra ansiedad por tomar cosas dulces, y el cuerpo reducirá su gasto energético.

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