Dejo el azúcar: ¿lo sustituyo por glicina, el edulcorante de moda?
No todos los endulzantes cumplen con lo que buscamos ni son tan 'naturales'. He aquí una miniguía...
Julia Fernández
Lunes, 24 de noviembre 2025, 18:00
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4 min.
Uno de los caballos de batalla más habituales en una alimentación saludable es reducir el consumo de azúcar. Hasta la OMS nos tiene aleccionados: deberíamos ... consumir no más de 6 cucharaditas de café al día (unos 25 gramos). Y lo cierto es que siempre se nos va la mano... sin saberlo porque no es solo el azúcar que le echamos al café por las mañanas. Muchos productos y bebidas que consumimos habitualmente lo llevan oculto. «Leer las etiquetas es fundamental para detectarlo», avisa Elena Rivero, profesional del centro Sarai Alonso Nutricionista.
Pero además de eso, reducir el azúcar blanco implica otra cosa: una reeducación del paladar para acostumbrarnos al sabor de los alimentos, menos dulces. Hacerlo de forma radical cuesta y la experta reconoce que tampoco es aconsejable. «Mejor poco a poco». Si pese a todo, necesitas una ayuda extra como un edulcorante, aquí tienes una miniguía para saber qué opciones te convienen. Ojo, hay sorpresas.
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Azúcar moreno
Cambiar el azúcar blanco del café por el moreno es más una operación de maquillaje que otra cosa. «No hay una diferencia significativa en términos de salud entre ambos tipos», señala Rivero. Puede tener más minerales «pero la cantidad es tan pequeña que no representa un beneficio nutricional notable».
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Jarabe de arce
Durante la pandemia se puso muy de moda y ahora es fácil encontrarlo en cualquier supermercado.«Es un endulzante natural, su uso es ancestral entre los pueblos indígenas de Norteamérica», señala la especialista. Se extrae del «arce azucarero: se hace una pequeña incisión en el tronco del árbol y se introducen tubos que conducen la savia a recipientes». Luego se hierve para que evapore el agua y de ahí surge el sirope. «Está compuesto sobre todo por sacarosa y agua, además de pequeñas cantidades de glucosa y fructosa que se forman durante la cocción». Calorías aporta a nuestra dieta, luego debemos usarlo con la misma mesura que el azúcar blanco. Pero «su índice glucémico es algo menor, y su sabor intenso permite usar menos cantidad». ¿Es el ideal? «Sigue siendo un azúcar libre».
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Pasta de dátil
Cualquier postre fit que se precie lleva pasta de dátil como endulzante. «A diferencia del azúcar refinado, conserva la fibra, las vitaminas y los minerales propios de la fruta, lo que hace que su absorción sea más lenta y su impacto en la glucosa sea menor», señala Rivero. Esto es positivo, pero no nos confundamos, «sigue aportando azúcares y calorías», así que «moderación».
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Stevia
Hace unos ocho años, la stevia llegó a nuestras vidas. Muchos vieron en ella el edulcorante ideal porque 'era una planta'. «La stevia que solemos encontrar en los supermercados no es la hoja verde seca de la planta –corrige Rivero–, sino un extracto refinado. Su forma comercial está compuesta principalmente por glucosa y esteviol». Esto hace que sea «muy similar» a otros edulcorantes en cuanto a su función. ¿Entonces porqué es tan atractiva? «Endulza sin aportar calorías ni provocar picos de azúcar en sangre, lo que la hace apta para personas con diabetes o que buscan reducir su ingesta calórica». Sin embargo, no hay que abusar, «como ocurre con cualquier edulcorante», porque tampoco nos ayuda a educar el paladar.
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Edulcorantes artificiales
Los edulcorantes artificiales, como el aspartamo, la sacarina o la sucralosa, «son compuestos creados en laboratorio para endulzar sin aportar prácticamente calorías ni azúcar. Esto los convierte en una herramienta útil para quienes buscan controlar el peso o mantener estables los niveles de glucosa», detalla Rivero. Su sabor puede ser distinto al del azúcar e incluso más potente. Pero tienen mala prensa. ¿Es justificada? «Las evidencias sobre los riesgos para la salud son limitadas y no concluyentes». En todo caso, de todos ellos existe un consumo máximo del que no es fácil pasarse. Pero la nutricionista considera que tampoco son una buena estrategia para reducir el consumo de azúcar porque dificultan que aprendamos a disfrutar de los sabores naturales de los alimentos». Otro asunto a tener en cuenta es que muchas veces provocan ciertos malestares digestivos porque alteran la microbiota.
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Azúcar de coco
Es otra de esas opciones que se nos presentan como la solución natural. Este azúcar proviene de evaporar la savia de las flores del cocotero hasta formar cristales dorados. Y se dice que es más saludable «porque su índice glucémico es un poco más bajo y contiene pequeñas cantidades de minerales como potasio o hierro», señala la especialista. Pero como con el azúcar moreno: son ventajas mínimas «y sin impacto real en la dieta». Si lo que buscamos es una reducción de calorías, aquí pinchamos en hueso: «Es prácticamente igual que el azúcar común». En resumen, «puede tener un sabor más interesante y un aspecto rústico, pero para nuestro cuerpo sigue siendo azúcar y conviene consumirlo con la misma moderación».
El último en llegar a la familia: la glicina
Si glicina te suena a una planta ornamental es que no estás muy puesto en tendencias alimentarias. Es lo último en cuanto a edulcorantes. Se vende en forma de polvo y tiene un sabor ligeramente dulce. Su fama le viene porque «no provoca picos de glucosa», explica la nutricionista Elena Rivero. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. Este «aminoácido no esencial, que nuestro cuerpo puede producir por sí mismo, puede causar molestias gastrointestinales como diarrea y flatulencias si se toma en exceso». Su uso, «mejor puntual». Y sobre sus otras propiedades, mejor no lanzar las campanas al vuelo. Su influencia «en la síntesis de colágeno y en la mejora de la calidad del sueño aún se está estudiando».
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