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Llevarnos a la nariz los alimentos antes de comérnoslos es un gesto habitual e irreprimible. Si nos resulta agradable, su aroma nos anima a ingerirlos, nos anticipa que van a estar ricos. Pero si huelen mal tendemos a descartarlos, nos crean rechazo e incluso nos dan pistas de que están malos y no debemos tomarlos. Pero para todo hay excepciones: con algunas comidas esa regla no funciona en absoluto, ya que su tufo nauseabundo no es una mala señal... de hecho, están deliciosos.
«No se puede hacer una relación estricta entre el olor y calidad del alimento. En algunos casos huelen bien pero están en mal estado, porque hay bacterias que no producen hedor, y también pueden oler mal y estar en perfecto estado y ser sabrosos y saludables. Otros pierden el olor desagradable al ser cocinados...», resume el técnico en Seguridad Alimentaria y divulgador de cocina saludable José Manuel Martínez.
Aclarado este extremo, a lo largo de la historia una serie de alimentos se han hecho famosos precisamente por su fetidez. Los han dado a conocer blogueros –como 'la cocina del pirata', o 'el mundoesunviaje'–, que analizan platos de diferentes culturas y retan a probarlos. ¿Te atreverías? Están tiendas delicatessen y restaurantes...
Es uno de los más famosos por su mal olor y una conserva tradicional en Suecia que se elabora a base de arenque. Está considerado un manjar en ese país nórdico. Su olor se asemeja al del pescado podrido, razón por la que las latas se abren al aire libre, nunca dentro de las casas.Eso sí, el arenque se lava antes de ser servido. Su olor es tan hediondo que incluso atrae a las moscas. La pasta elaborada con arenques fermentados es también muy popular en Suecia y compite con la conserva en pestilencia. Si echamos un vistazo por internet, veremos que el surströmming es protagonista de muchos retos de probar alimentost.
Un programa de Masterchef lo dio a conocer al seleccionar esta especia como uno de los ingredientes con peor olor del mundo para una prueba. Procede de la resina de una planta, muy usada en la cocina india para aromatizar verduras y legumbres y hacer encurtidos. También se le conoce como 'estiércol del diablo'. El crítico gastronómico John O'Connell, autor de 'El libro de las especias' (Ed. Debate), la describe: «Tiene un olor nauseabundo de huevos en salmuera recubiertos de estiércol». En esa definición hay coincidencias: en Francia le llaman 'merde du Diable' y en Portugal 'esterco do Diablo'. Vamos, un horror, pero una vez que se cocina, deja un agradable sabor a cebolla.
Son un manjar en Asia. Se fermentan durante semanas en una solución de arcilla, cal, ceniza, cáscara de arroz y té negro. Su olor es uno de los más desagradables del mundo de la cocina, entre azufre y amoniaco. No debemos confundirlo con el olor de huevos crudos en mal estado, cuando el azufre del huevo es atacado por bacterias.
El olor intenso de muchos quesos –que los consumidores describen como a tufo de pies– es producto de la fermentación de la leche, un proceso de putrefacción controlada y limitada. El de Cabrales presenta vetas azuladas debidas al crecimiento del hongo Penicillium, que aparece cuando el queso se está madurando, algo que en la tradición asturiana siempre debe hacerse en las cuevas naturales en la montaña. Su sabor intenso y agradable nada tiene que ver con su olor.
Son simples habas de soja fermentadas pero no es apto para todos los paladares y 'narices'. El natto, tan saludable como apestoso, es un desayuno típico de Japón que se sirve cada vez más en restaurantes occidentales. Su olor recuerda al amoniaco y su aspecto, de textura viscosa y color marrón, echa para atrás a cualquiera. Sin embargo, tiene beneficios para el sistema cardiovascular y previene el envejecimiento de la piel.
Joya de la cocina del sudeste asiático y utilizado en batido y repostería, esta fruta dicen que recuerda en su sabor a la nuez y al picante, pero huele a cebollas blancas podridas. Está prohibido viajar en transporte público con él por la peste que desprende. Henri Mouhot, naturalista francés, definió el hedor como «la carne de un animal en estado de putrefacción». A otros les recuerda a aguas residuales. Todo ello debido al gas etanotiol, que se produce al madurar la fruta.
Elaborado con la carne curada del tiburón peregrino o tiburón de Groenlandia es una estrella de la cocina islandesa. Para curarlo se lava y despieza al animal, se quitan los órganos internos y la cabeza y se excava un hoyo para enterrarlo durante meses con piedras –por el hedor que desprende–. Sin preparar es tóxico. Una vez realizado el curado para eliminar el ácido úrico, el hákarl desprende un fuerte olor a amoniaco similar a los productos de limpieza.
Son dos de los olores más pestilentes que podemos encontrar en la cocina: las patatas pasadas (que suelen criar gusanos), y la cebolla podrida. Es habitual que al irnos de viaje nos preocupemos por vaciar la nevera, pero olvidemos estos dos alimentos, ya que duran mucho tiempo almacenados. «El intenso y desagradable olor de las patatas podridas se debe a la formación de compuestos volátiles como sulfuro de dimetilo (huele a repollo podrido) o trisulfuro de dimetilo (de intenso olor, atrae a las moscas), detalla el dietista y tecnólogo de los alimentos Miguel Lurueña.
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