Boca-mano-pie, la enfermedad que vacía las escuelas infantiles cada otoño
Pocos críos se libran de los virus a estas alturas del año y las salas de espera de los ambulatorios ya se empiezan a llenar de niños enfermos
Apenas llevamos un mes de curso y la mayoría de los alumnos de las escuelas infantiles –y de los colegios e institutos seguro que también– ... ya se han tenido que quedar algún día en casa porque no se encontraban bien. Un clásico de esta época que, además, pone en jaque todo el organigrama familiar. Si no es por tos es por mocos y si no porque tienen fiebre, dolor de garganta... La cosa es que pocos críos se libran de los virus a estas alturas del año y las salas de espera de los ambulatorios ya se empiezan a llenar de niños con catarros, crisis asmáticas, covid... y, por supuesto, de casos de boca-mano-pie, una enfermedad súper contagiosa que vacía las aulas de las guarderías cada otoño y que suele asustar mucho a los padres, sobre todo a los primerizos.
Se trata de un enfermedad vírica (familia de los enterovirus) de pronóstico generalmente leve y que afecta sobre todo a niños menores de tres años. Como su propio nombre indica, los síntomas más habituales son «pequeñas úlceras en la lengua, paladar y labios, lesiones alrededor de la boca, vesículas en manos y pies –en palmas y plantas– y a veces también en la zona genital. Estas manchitas van acompañadas de fiebre, no más de tres días, y cierto malestar. De hecho, es frecuente que los críos se nieguen a comer, lloren o babeen», aclara la pediatra Lucía Galán.
SIN COLE
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Los niños tienen una media de cinco catarros al año Aunque pensemos que siempre son nuestros hijos los que se ponen enfermos, pocos se libran. «Todos van a tener mocos durante buena parte del curso, desde que pisan la escuela infantil hasta los 7 años. Es más, un niño sano tiene unos cinco catarros de media al año, que pueden ser hasta ocho en el caso de los más pequeños», aclara la pediatra Lucía Galán. Los menores de 3 años suelen ponerse más veces enfermos porque «su sistema inmune es todavía muy inmaduro» y se defienden peor ante las infecciones. Y no, sus defensas no se fortalecerán porque vayan a una escuela infantil. De hecho, enferman más veces: cada dos o tres semanas».
Como la inmensa mayoría de las enfermedades de guardería, el boca-mano-pie se contagia a través de las gotitas de saliva de otro niño enfermo –al hablar, toser, besar o achuchar–, secreciones de la nariz o por contacto. Es decir, al tocar con las manos juguetes o cualquier otro utensilio usado antes por el crío portador de la enfermedad. «Además, este tipo de virus puede sobrevivir mucho tiempo en pañuelos, toallas, sábanas, muñecos», añaden en la Asociación Española de Pediatría (AEP). ¿Consecuencia? Una vez que el boca-mano-pie entra en el aula, resulta verdaderamente complicado que el resto de los compañeros no se contagien. «Lo que ocurre es que algunos niños pasan la enfermedad sin presentar síntomas», precisan los especialistas.
Polémica con las guarderías
Una de las dudas más frecuentes de los padres y motivo de discusión con los responsables de las escuelas infantiles es en qué momento los críos pueden volver a la guardería después de un boca-mano-pie, puesto que en algunos centros no les permiten regresar hasta que las lesiones desaparezcan por completo. Pues bien, «los niños pueden volver con sus compañeros en cuanto les baje la fiebre, se encuentren con ánimo y las llagas de la boca les permitan comer. No hace falta esperar más. Como la infección asintomática es frecuente y la transmisión del virus se produce tanto antes como después de los síntomas, la exclusión de la escuela resulta ineficaz para disminuir la transmisión de este virus», insisten en la AEP. De todas formas, los síntomas de esta enfermedad no suelen prolongarse más de una semana.
Y su tratamiento va encaminado fundamentalmente a aliviar el dolor en la boca que les causan las úlceras y que les imposibilita comer durante unos días. Las lesiones en manos y pies no suelen molestarles. «Para la fiebre se les puede dar paracetamol y para tratar las úlceras generalmente nos apoyamos en geles orales que ayudan a calmar las molestias, además de cremas que aceleran el secado y la cicatrización de las lesiones alrededor de la boca. También es importante evitar las comidas calientes y los alimentos ácidos», aconseja la doctora Galán, conocida en redes sociales como 'Lucía, mi pediatra'.
Lo que igual no saben los padres –y les puede dar un buen susto– es que a las cinco o seis semanas de pasar la enfermedad... ¡se le pueden caer las uñas al niño! «La onicomadesis es un síntoma relativamente frecuente del boca-mano-pie. Las uñas se van despegando hasta desprenderse totalmente sin dolor ni complicaciones. Suele afectar únicamente a las uñas de las manos, pero en ocasiones también se caen las de los pies. Si esto ocurre, se debe mantener una buena higiene e hidratar bien los deditos hasta que salga la uña nueva. Se puede usar vaselina, por ejemplo», tranquiliza la pediatra Lucía Galán.
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