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Cada vez son más las personas que 'tiran' de túper para comer caliente en el trabajo o la universidad. Unos lo hacen para ahorrar tiempo y dinero –llevar la tartera es más rápido y económico que ir a un restaurante– y otros por una cuestión de salud. Prefieren cocinar ellos mismos los platos según sus gustos y necesidades dietéticas. Unas lentejas con verduras, ensalada de pasta, albóndigas con tomate, puré de calabacín, manzana, yogur... Las posibilidades son múltiples, pero el menú no es la única decisión que debes tomar si comes en la oficina. ¿Qué pasa con el recipiente elegido para meter las croquetas que has preparado la noche anterior? ¿Sirve cualquier túper para la sopa? ¿Cuál conserva mejor la comida caliente? ¿Mejor cristal o plástico?
Los expertos en seguridad alimentaria insisten en que la elección del envase que usamos para llevar los macarrones es más importante de lo que pensamos. «La gente le da mucha importancia al diseño, pero se deben tener en cuenta otras cualidades mucho más relevantes como, por ejemplo, el material del que están hechos, si se pueden meter o no en el microondas, lavar en el lavavajillas o si conservan correctamente la temperatura de los alimentos».
Lo primero que se debe hacer antes de comprar una tartera es comprobar que se trata de un recipiente de uso alimentario. Es decir, tiene que llevar impreso el símbolo de una copa y un tenedor. Desde el punto de vista de la seguridad alimentaria, todos los túpers que lleven ese logo se pueden usar con absoluta tranquilidad. «Es la garantía de que antes de su comercialización se han llevado a cabo todos los ensayos necesarios para demostrar que no se transfieren sustancias nocivas a los alimentos», precisan en el Centro Nacional de Tecnología y Seguridad Alimentaria (CNTA).
También es interesante tener en cuenta el uso real que le vamos a dar al recipiente para acertar al máximo con su elección. Es decir, si preferimos que se pueda calentar sin problema o si nos conviene más que sea fácil de limpiar, que no pese mucho o que nos permita llevar varios platos a la vez. «La mayoría de los envases que llevan la copa y el tenedor resisten sin problema tanto el microondas, como el lavavajillas o el congelador», insisten los expertos. Una puntualización: el número 100 que aparece normalmente al lado del símbolo de un microondas impreso en el envase no se refiere a la potencia a la que se debe calentar la comida sino a la temperatura máxima que resiste el recipiente.
Todos los materiales que se utilizan en la fabricación de un túper tiene ventajas e inconvenientes. Además del precio, los de plástico tienen a su favor que son ligeros y resisten muy bien tanto el calor como el frío. Ahora bien, son los menos higiénicos con diferencia y se deterioran con mayor facilidad. Los expertos en seguridad alimentaria los suelen desaconsejar para llevar platos o bebidas calientes. Mejor para alimentos a temperatura ambiente.
Es el material «estrella». Aguanta sin problema todo tipo de temperaturas, se lava fenomenal y no transfiere los olores y sabores de las comidas, a diferencia de lo que ocurre con los de plástico. Entre sus inconvenientes destaca por encima de todos que son mucho más pesados y se pueden romper con facilidad. También son más caros.
La mayoría de los envases que se usan en los restaurantes de comida rápida para llevar son de cartón (pizzas), aluminio (pollerías), poliestireno (hamburgueserías) y polipropileno (comida china). Este tipo de envases suelen ser de un solo uso y no se pueden calentar en el microondas. Cumplen la función de poder llevar la comida al trabajo en un momento puntual, pero nada más. Al ser materiales muy porosos, resultan bastante pringosos y no conservan nada bien los alimentos.
Los envases de acero son «fantásticos» para la comida. Es un material muy higiénico y resistente, pero tiene un gran problema. «Como no se pueden meter al microondas, este tipo de envases quedan prácticamente descartados para llevar a la oficina».
Y tan importante como elegir bien el recipiente es tener unas nociones básicas de cómo debe conservarse la comida para evitar intoxicaciones. La premisa es sencilla. O conservamos la comida muy caliente en un termo o la guardamos fría y después la calentamos en el microondas. Lo ideal es que metamos el recipiente en la nevera nada más llegar al trabajo. En cualquier caso, los expertos desaconsejan dejar la comida preparada enfriando en la encimera de la cocina durante mucho tiempo para evitar la multiplicación de microorganismos. Y cuando llegues a la oficina, «ni se te ocurra dejar el recipiente encima de la mesa o metido en un cajón a temperatura ambiente».
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